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“Caos”, “infierno”, “gran ratonera” y “electoralista”: todo lo que se ha dicho sobre Madrid Central antes de su llegada
Madrid Central ya funciona en las áreas delimitadas por el Ayuntamiento en el centro de la ciudad. La medida estrella de la legislatura de Manuela Carmena ha llegado con una semana de retraso, y no funcionará al completo hasta el próximo mes de marzo, cuando se empiecen a poner a multas. Pero en muchos sectores, medios o partidos no se ha hablado tanto de en qué consiste el proyecto. Algo que sí se han hecho sobre todos los problemas y obstáculos que iba a generar. Y que ha motivado hasta comparaciones con guetos de la Alemania nazi o muros históricos.
Entre el abanico de críticas, acusaciones e improperios que se han dicho sobre Madrid Central han estado “caos” o “infierno”. También se ha dicho que es una medida “electoralista” e “improvisada”, y que iba a ser “una gran ratonera”. E incluso que provocaría el “desabastecimiento de los comercios” y que iba a “mandar a la ruina” a numerosos comerciantes desde su comienzo por el colapso y la prohibición de circular.
Los ataques contra la nueva APR han llegado desde todo tipo de colectivos y de partidos como PP o Ciudadanos. Un rechazo que ha sido respaldado por supuestos datos de los que no han mostrado los estudios o documentos que los avalen. Por ejemplo, los famosos “30.000 empresas y 300.000 puestos de trabajo” que se verían afectados por el plan según la Plataforma de Afectados por Madrid Central.
Esta asociación es la que ha ocupado la mayoría de titulares sobre lo que iban a provocar en la ciudad las nuevas restricciones. Sus acciones han ido de recoger firmas contra su puesta en marcha o reunirse con la Comunidad de Madrid, a la que insistieron en que estaba asegurado “el desabastecimiento de centenares de comercios”.
Desde la política, la oposición a Carmena ha insistido con que todo el proyecto iba a ser un desastre. El portavoz municipal del PP, José Luis Martínez-Almeida, denunció que iba a suponer “la ruina y la parálisis de muchos negocios del centro” y aseguró que las pérdidas para los comerciantes iban a ser del 40%.
La oposición del PP, que también ha optado por la vía judicial, es tal que ha creado la cuenta de Twitter @AtascoMadrid, en la que recoge todas las supuestas incidencias o problemas que generaba la gestión de Carmena. Un rechazo en el que ha sido especialmente activa Isabel Díaz Ayuso, secretaria de Comunicación del partido conservador.
Desde Ciudadanos, el portavoz autonómico, Ignacio Aguado, declaró que la intención de Madrid Central y de la alcaldesa era “hacer la vida imposible a los madrileños” y que todo el programa previsto era “un foco de problemas”. Una idea que compartía Begoña Villacís, que acusó al gobierno municipal de “opacidad” y de dejar “desvalido” al comercio del centro. A lo que añadió que “los padres” no saben cómo llevar a sus hijos al colegio, omitiendo la posibilidad del transporte público, o que “los transportistas no saben cómo van a hacer su trabajo”.
Pero todas estas críticas de falta de previsión se han convertido, tras la puesta en marcha, en avisos de que Madrid Central “no es suficiente”, como ha dicho Villacís, o que es una entrada en vigor “fake”, como ha asegurado Almeida.
Pero lo que ha acompañado a Madrid Central a medida que se acercaba su entrada en vigor son las palabras gruesas. Algunas de ellas, publicadas en medios como EsDiario, Libertad Digital u OkDiario han sido “caos” (y similares como “caótico”) o “infierno”, especialmente por esa supuesta penalización a los comercios. Otro ejemplo es que iba a provocar “un colapso”, como publicó El Español, a lo que se suma la acusación en Periodista Digital a la alcaldesa de tener “tics autoritarios” por lanzar un plan que fue aprobado por el consistorio.
Algo que según la normativa del plan no es cierto, ya que los repartidores pueden circular por toda la APR para entregar sus mercancías. A esto se suma un artículo de la periodista Carmen Rigalt en El Mundo, en el que aludía al gueto judío impuesto por los nazis en Varsovia para hablar de las restricciones. En ese juego de las comparaciones también ha entrado el alcalde de Alcorcón, David Pérez, que ha equiparado los límites del plan al Muro de Berlín.
También se ha llegado a decir que se iba a cerrar el centro de Madrid al tráfico. Una acusación que no tenía en cuenta que la mayoría de los vehículos, aunque no sean residentes, podían circular por la zona. Una idea repetida especialmente desde PP o Ciudadanos.
Incluso se ha acusado al Ayuntamiento de provocar atascos en zonas que están a más de 20 kilómetros del comienzo de los límites de la APR. Es lo que ha hecho, por ejemplo, una concejala del PP en Navalcarnero.