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España busca la forma de multiplicar las camas de cuidados intensivos para atender a los enfermos de coronavirus

UCI del Hospital de Collado Villalba.

Raúl Rejón

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España necesita multiplicar las camas de cuidados intensivos para hacer frente al pico de enfermos graves asociados a la epidemia de coronavirus. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha avisado este viernes de que la próxima semana pueden alcanzarse los 10.000 casos, lo que ocasionará, según los datos acumulados de la epidemia, unos 1.000 pacientes necesitados de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

Los cuidados intensivos en el país descansan en la sanidad pública: del total de 4.404 camas (que no incluyen las de neonatales, quemados y coronarias), 3.508 están en hospitales públicos y 896 en privados. Los profesionales públicos vinculados a estas unidades rondan los 2.200 y los privados, los 395. Todo según la última Estadística de Centros de Atención Especializada del Ministerio de Sanidad, de 2017.

El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, explicó el jueves que calculan que van a necesitar 1.000 camas de UCI. ¿De dónde se sacan? La Sociedad Española de Medicina Intensiva responde que hay posibilidades de “adaptar cierto tipo de habitaciones, siempre que puedan equiparse con ventilación asistida, como las de los anestesistas”.

El protocolo creado por el Ministerio de Sanidad para la gestión de enfermos de COVID-19 añade algunas otras especificidades necesarias en los cuidados intensivos para manejar estos pacientes, que implican una reorganización del hospital: lo primero, establecer un circuito de traslado de pacientes a y desde la unidad “para evitar la diseminación de la infección”, ya sea para ingresar o para realizar pruebas. También establece que lo ideal es que la habitación esté aislada con presión negativa (que contiene el aire dentro de ese espacio para impedir la salida de patógenos), y si no es posible, “con climatización independiente y la puerta siempre cerrada”.

La sociedad de los médicos intensivistas está recopilando la situación de cada UCI en España para crear un plan de contingencia común y dotar todos los servicios de UCI con “un protocolo común”. Además, esa imagen general pretende saber dónde puede haber recursos disponibles como respiradores portátiles que pudieran dar servicio en unidades que en principio no están consideradas como intensivas.

La presión sobre estas unidades ha ido en ascenso según subían los contagios. De ahí la urgencia de ampliar la dotación. Hace una semana, en el foco de coronavirus de Valdemoro (Madrid), la UCI del hospital de la localidad se copó y comenzaron los traslados a otros centros de la comunidad autónoma. Allí se ha transformado el edificio del hospital de día pensado para consultas en una especie de “pre-uvi” para los pacientes graves que no requieren ventilación, describen sus profesionales.

Otros centros, como el de Getafe, que no estaban tan exigidos en esta región (que centra más de la mitad de todos los infectados de España), han preparado zonas especiales en sus UCI en previsión de tener que recibir nuevos casos locales o desde otros hospitales más tensionados. Hasta el de Collado Villalba se trasladaron pacientes de zonas tan distantes como el propio centro de Valdemoro, situado a unos 70 kilómetros.

Con todo, la adaptación de los hospitales a un previsible incremento súbito del número de pacientes graves no se limita a la creación de habitaciones intensivas. El protocolo de manejo indica que los profesionales deben llevar “como equipo de protección individual mínimo, una bata de protección, mascarilla FFP2, guantes y protección ocular anti salpicaduras”. El abastecimiento del blindaje para los sanitarios que atiendan las nuevas unidades intensivas será otro reto.

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