Sueltan a “Virgo” y otros tres linces ibéricos en una comarca de Castilla y León para repoblar la especie

La última vez que se vio un lince ibérico por los montes de la comarca del Cerrato Palentino, en Palencia, fue a principios de los años 70. Hoy es posible cruzarse con ellos de nuevo (si se dejan), gracias al programa de reintroducción de esta especie animal, todo un símbolo de la fauna ibérica, que ha promovido la Junta de Castilla y León.
La hembra “Virgo” y el macho “Vuelvepiedras” fueron recibidos con los honores propios de un rey y una reina: el propio presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, acompañado de otros representantes políticos, vecinos y escolares de colegios de la comarca, se encargaba de abrir la trampilla y liberar primero a “Virgo” y después a “Vuelvepiedras”, que salieron raudos a aclimatarse en su nuevo hogar: un espacio habilitado para el proceso conocido como “suelta blanda”.
Aquí han permanecido durante un mes, en un recinto vallado y acondicionado para asegurar que se iban acomodando y consiguiendo cazar, bajo la supervisión de un equipo especializado. Una vez listos han sido soltados para vivir en total libertad, bajo control por radio marcaje, y dar paso a la segunda pareja de las tres que llegarán este año.
Segunda pareja
Y es que, tras el paso de “Virgo” y “Vuelvepiedras”, este particular “resort para linces” ubicado en el término municipal de Astudillo ya tiene nuevos ocupantes: se trata de la hembra “Viñegra” y el macho “Villano”, que llegaron este martes 25 de marzo, recibidos por el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, junto con escolares y vecinos, procedentes de los centros de cría de Granadilla (Cáceres) y El Acebuche (Huelva). Cuando estén listos para vivir en el monte, llegará la última pareja de los seis ejemplares previstos para este año. A medio plazo, el programa prevé establecer al menos 30 hembras en Castilla y León.
La comarca del Cerrato Palentino se ha elegido para este programa por las condiciones de su hábitat y abundantes poblaciones de conejo, que son la principal presa de los linces. Pero sobre todo, por contar con más de un 93% de apoyo vecinal, la colaboración de los municipios del territorio, los propietarios de los terrenos y las organizaciones cinegéticas y agrarias.
Para la habilitación de su hábitat se han construido bebederos, majanos, se han desbrozado cunetas y mejorado los pasos de fauna y se han identificado y protegido los gallineros de la zona.
A pesar de que estuvieron muy cerca de la extinción, con apenas 90 ejemplares, hoy en día se superan los 2.000 en España y Portugal, gracias a los programas de conservación. Hoy, donde la sociedad aspira a un territorio sano y en equilibrio ecológico, su regreso se ha convertido en un símbolo.
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