Visita a la editorial de Barcelona de los años 60 que tanto recuerda a Mad Men

Construido en 1961 y distinguido con el Premio FAD de Arquitectura, acogió durante años una editorial diseñada al más puro estilo de la oficina donde se desarrolla Mad Men. Incluso se puede intuir que se fumaba casi tanto como en la serie protagonizada por Don Draper. La editorial Gustavo Gili, en Barcelona y vacía ya, resiste al paso del tiempo y en ocasiones se puede visitar. 

Y es que su estilo, racionalismo catalán, llama la atención a quien se acerque a descubrir y conocer de cerca cómo se trabajaba en esta editorial, un enorme local situado cerca del Hospital Clínic de la capital catalana y que ha conseguido mantener intacta tanto su arquitectura exterior como interior.

No fue la única editorial que abrió sus puertas en Barcelona durante la época. Y todas sobre la misma zona, la denominada Nova Esquerra de l’Eixample. Pero es cierto que es una de las que mejor ha sobrevivido tanto tiempo después y que es digna de los mejores elogios por parte de cuantos la visitan.

Chimenea, duchas y una escalera helicoidal

Concretamente, la Gustavo Gili fue levantada gracias a los arquitectos Joaquim Gili (sobrino del fundador de la empresa) y Francesc Bassó. Es un edificio en el que se contraponían los volúmenes geométricos y rectilíneos en el exterior con las formas curvas del interior. Prácticamente reconocida nada más inaugurarse como uno de los ejemplos de arquitectura racionalista más destacados de la ciudad, tenía tres secciones orientadas en torno a una rotonda central, que facilitaba la entrada y salida de vehículos cargados de libros.

Hubo patios exteriores ajardinados como parte de un espacio diáfano con ventilación cruzada, lo que suponía trabajar en uno de los sitios más agradables de la zona, que incluía chimenea, duchas o lavandería. Por cierto, que en algún momento el volumen de trabajo generó una plantilla de un centenar de trabajadores.

Quien lo visite podrá comprobar de primera mano qué mobiliario se usaba en aquella época, además de dejarse impresionar por una escalera helicoidal que facilitaba un acceso rápido entre los dos pisos. Pero a pesar de ser toda una yoya arquitectónica, la producción bajó y en el año 2015 la propia editorial decidió trasladarse a otras oficinas más prácticas pero menos estéticas En 2021 el ayuntamiento de la capital catalana decidió comprarlo.