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El Pirineo aragonés más desconocido: descubre la Ruta de las Tres Cascadas, un recorrido sencillo e impresionante

Parte del recorrido de Las Tres Cascadas, en Cerler

Elena Segura

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Una ruta de senderismo cargada de paisajes bonitos, de poca dificultad y con unas temperaturas amables es posible. La Ruta de las Tres Cascadas, en el corazón del Pirineo Aragonés, es un recorrido que cada vez va ganando más adeptos por su asequibilidad y su belleza. La mayor recompensa por recorrer esta ruta se encuentra en su ecuador, donde se pueden avistar tres cascadas: la de Ardonés, la de Clotet y la de Mascarada, famosas por su abundante caudal y por crear una serie de estampas inolvidables.

La Ruta de las Tres Cascadas es circular, nace y muere en la pintoresca pedanía de Cerler (Huesca), una población de unos 350 habitantes a 1.500 metros sobre el nivel del mar. El camino es bastante amable, con desniveles de subida y bajada que apenas superan los 300 metros. Sus seis kilómetros de distancia se pueden recorrer en unas dos horas y media. En resumidas cuentas, requiere de un nivel técnico y físico muy reducido. Aunque, por supuesto, debes ir preparado:

  • Ropa: debe ser cómoda, adaptada a la temperatura local, que evite enganches con elementos del entorno. Opta siempre por la que te garantice un mayor rango de movimiento. Para las temperaturas variables, no dudes en llevar varias capas. Recomendamos llevar una camiseta térmica debajo.
  • Calcetines: van a ir contigo durante todo el recorrido, y van a a ser tu única barrera contra los zapatos que elijas. Es por esto que unos calcetines de buena calidad para andar son fundamentales para tu confort e importantes para evitar roces y ampollas.
  • Calzado: lleva contigo calzado cómodo, diseñado para senderismo.
  • Abrigo: no olvides ropa de abrigo, ya que las temperaturas en Cerler no suelen llegar a los 20 grados de máximas ni a los 10 de mínimas. Es recomendable evitar esta ruta si llueve, principalmente para evitar caídas; en cualquier caso, es recomendable llevar un chubasquero para la lluvia por si te sorprende por el camino.
  • Primeros auxilios: aunque es una ruta sencilla, debemos estar preparados para cualquier cosa que pueda ocurrir. Aprovisiónate de botiquín, manta de emergencia, navaja multiusos y un frontal.
  • Batería portátil: es probable que utilices tu teléfono móvil de navegador. Siempre es recomendable llevar un dispositivo GPS, pero si decides prescindir de él, es vital que te asegures de que tu batería siempre va a estar cargada. Por esto, sal con tu móvil totalmente cargado y lleva contigo una batería portátil para recargarlo sobre la marcha o en caso de emergencia.
  • Agua y comida: lleva contigo bastante agua para mantenerte hidratado y asegúrate de que llevas algún snack para la ruta.

La Ruta de las Tres Cascadas

Una vez que tienes el equipamiento necesario, solo te queda conocer la ruta. Como hemos comentado, el camino, señalizado con carteles y marcas amarillas y blancas, nace en el pueblo de Cerler. Puedes ver esta señalización al lado de la pradera de la pedanía. El inicio del recorrido da pie a un sendero empedrado que lleva a la ermita de San Pedro Mártir, patrón de Cerler. La ermita es de reducido tamaño, y no se puede acceder al interior. Está dedicada a un fraile dominico e inquisidor, nacido en Verona (Italia) en el siglo XIII; era un gran defensor de la ortodoxia católica y a su vez perseguidor de las creencias cátaras. En Italia es muy venerado, pero también en Aragón, donde por esta zona hay más ermitas dedicadas al mismo santo, concretamente en Graus, también en la provincia de Huesca.

Desde la ermita se continúa hasta la planca del Molino sobre el río Ardonés, que se cruza para irse acercando a la gran cascada que se ve al fondo del valle, la cascada de Ardonés, la primera y más espectacular de las tres por las que se pasará. Todo el recorrido está muy bien balizado, con sus marcas blancas y amarillas, y adentra hacia un pequeño y desnivelado valle, surcado por el barranco de Ardonés. Su cara norte la delimita la sierra Negra línea de separación con los llamados Montes Malditos.

A medida que se va ganando altura el paisaje va resultando cada vez más hermoso. En las distintas latitudes se pueden apreciar con claridad las variaciones que se van estableciendo en las vertientes montañosas: primero es arbolado de hoja caduca, después aparecen las coníferas, siguen los pastos, para acabar en unos grandes roquedos o canchales.

Hay un puente al fondo del valle, justo casi debajo de esta primera espectacular cascada de Ardonés. Este accidente geográfico es famoso por su caudal, llamada 'la cola de caballo de Benasque'. Una vez cruzado un puente metálico hay que hacer una pequeña bajada por terreno rocoso y resbaladizo por el agua que desprende la cascada. Para evitar problemas hay un cable que asegura este corto tramo.

Cerca, ya en el otro lado del valle, se pasa por otras dos cascadas de menor caudal, la del Clotet y de la Mascarada. La de Clotet es un salto un poco más modesto que la anterior, y la tercera y última, la del barranco de la Mascarada, es la que lleva menos agua. El recorrido de vuelta al pueblo transcurre por espacios abiertos, entre densos pastizales, con excelentes y amplias vistas, llegando al pueblo de Cerler cómodamente.

Qué hacer el Cerler

El pueblo de Cerler, perteneciente a la Villa de Benasque, es un municipio con cultura de esquí, pero su historia es muy anterior a sus pistas. Aparece citado en el siglo IX, aunque hay muy poca documentación, lo cual impide historiarlo. Este pueblo cuenta con numerosas casas nobles del siglo XVI, e incluso de épocas anteriores.

Sus pistas son de las más famosas del Pirineo por su altitud, situadas a 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar. Creadas en 1970, poseen modernas instalaciones con innovación artificial y con pistas esquiables entre pinos. Es célebre la pista del Gallinero de 2.700 metros, con un desnivel de 900 metros. También están las pistas de esquí de fondo, situadas en los Llanos del Hospital de Benasque, con unos 35 kilómetros de pistas esquiables y abrazadas todas ellas por un paisaje de inigualable belleza.

En la carretera que va a Cerler hay un bonito mirador, donde se observa Benasque, Eriste y sus valles colindantes.

Sin romper apenas la estructura urbanística, el portal turístico de Cerler presume de que “se ha construido alojamiento hotelero y extrahotelero de gran calidad”.

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