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Pueblos del sur de Francia que merece la pena visitar (y degustar)

La Rochelle, en Francia

Elena Segura

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Sin duda, Francia conquista por sus monumentos, su cultura y su gastronomía. Por lo general, nuestros ojos suelen estar puestos en París, la Ciudad de la Luz que todo eclipsa con su belleza. Pero hay Francia más allá de París, y hoy queremos hablarte de ese país que se esconde en el sur. La región del Mediodía Francés es la zona más cercana a la península Ibérica, delimitada en general por los territorios lingüísticos de la Occitania. Se trata de una región indómita, que resistió a todas las invasiones y fue uno de los últimos fuertes lingüísticos de Francia contra la imposición del francés.

Plagada de pueblos con encanto, en el Mediodía Francés las culturas occitana, catalana y vasca se entremezclan para dar lo mejor de sí. Por su cercanía física y cultural, es una zona que se debe visitar al menos una vez en la vida.

Ahora surge la cuestión de qué visitar en este amplio territorio. Existe un largo abanico de pueblos y ciudades tan prósperos como encantadores, que hacen las delicias de todo tipo de turistas.

La Rochelle

Conocida también como La Rochela (en español), se dice que esta encantadora ciudad costera es una de las puertas hacia el Mediodía Francés. Situada junto al océano Atlántico, a tiro de piedra de la isla de Ré, La Rochelle es una encantadora ciudad histórica, adorada por los turistas por su ambiente relajado y su arquitectura medieval. Esta ciudad milenaria posee un rico patrimonio histórico y arquitectónico, lleno de sorpresas y pequeñas maravillas. Cada año atrae a viajeros en busca de paisajes impresionantes, relax y playas, pero también historia.

Por su fuerte cultura portuaria es conocida también como La Puerta del Océano. Es por ello que te recomendamos que visites El Puerto Viejo, centro neurálgico y corazón del desarrollo de la ciudad desde la Edad Media, hoy convertido en un puerto deportivo. Sus alegres muelles, el Quai du Carénage, el Quai Duperré y el Cours des Dames invitan a pasear sin prisas, sobre todo en verano, cuando rebosan de pintores y espectáculos callejeros. Es el lugar perfecto para relajarse y tomar algo, sentado en una de las innumerables terrazas que bordean los muelles.

Si eres amante de la gastronomía, te invitamos a que recorras el Antiguo Mercado, que data del siglo XIX. Ideal para abastecerse de productos frescos y degustar los sabores locales, debe su fama sobre todo a los puestos de pescado y marisco fresco, que se pueden probar in situ. No pierdas la oportunidad de probar mejillones y ostras, pero también las tiernas patatas de la isla de Ré, los huevos extra rojos de Marans, el queso de cabra, cuya leche se produce en su mayor parte en la zona, las Millas Charentais -una especie de flan de maíz- o las galettes, una gran galleta endulzada con mantequilla de Charente.

Valence

A tan sólo cuatro horas en coche desde Barcelona se encuentra la localidad de Valence. Conocida como la puerta de los Alpes, seduce por su apasionante estilo de vida, con terrazas a la sombra de los plataneros y exquisitas especialidades gastronómicas. Instalados hace más de 2.000 años entre Lyon y Aviñón, los romanos bautizaron la ciudad como Valentia, “ciudad vigorosa” en latín. Situada estratégicamente entre mar y montaña y construida en terrazas en la orilla izquierda del Ródano, mantiene el encanto y la autenticidad de siglos atrás. Como añadido, es una ciudad abrazada por el río Ródano, por lo que está cargada de paisajes fluviales.

Recomendamos que visites la Catedral de Saint-Appolinaire. Se trata de un edificio siglo XI, que hizo las veces de edificio religioso y estratégico, ya que desde su campanario se vigilaban los alrededores de la zona y la navegación del Ródano. El propio Napoleón Bonaparte asistió a misa en esta catedral en 1785 y el corazón del Papa Pío IV descansa en uno de los monumentos de su interior, hechos con mármol de Canova.

Otra parada es La Maison des Têtes -o La Casa de las Cabezas-. Se trata de un edificio memorable, un magnífico ejemplo de arquitectura del siglo XVI, plagado de gárgolas y santos. Construida entre 1528 y 1532, esta vivienda renacentista debe su nombre a diversas cabezas de gran tamaño -têtes- esculpidas en relieve en su fachada: los Vientos, la Fortuna, el Tiempo y figuras emblemáticas como la Teología, la Medicina o el Derecho. Destaca por una decoración única en pleno corazón de la antigua Valence. En el exterior se conserva una placa conmemorativa en honor a Napoleón, quien estuvo en el propio recinto medieval.  

Brive-la-Gaillarde

Otra de las consideradas puertas del Mediodía Francés es la acogedora ciudad de Brive-la-Gaillarde, situada al suroeste de Corrèze, un auténtico pilar de la gastronomía francesa muy apreciado por los amantes del buen comer.

También destaca por su patrimonio. En pleno centro histórico se puede ver la colegiata de San Martín, declarada Monumento Histórico, con su campanario de estilo neorrománico. Calificada de excepcional por el célebre arquitecto Viollet-le-Duc, comenzó a construirse en el siglo XII sobre restos del siglo V, y a lo largo de los siglos fue remodelada en varias ocasiones. Mientras el transepto, una parte de la cabecera y los hermosos capiteles son de época románica, la cripta arqueológica encierra vestigios merovingios y carolingios de edificios anteriores, así como sarcófagos de los siglos VI y VII.

Acoge el famoso mercado al que cantó Georges Brassens. Tres veces por semana (martes, jueves y sábado por la mañana) este importante enclave gastronómico permite que visitantes y lugareños se aprovisionen de sabrosos productos de la zona.

Toulouse

No podía faltar el corazón de la Occitania. Situada entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, con casi 500.000 habitantes, Toulouse es la cuarta ciudad más grande de Francia. Cuna de la aviación y el espacio, Toulouse cuenta con uno de los parques tecnológicos más avanzados en materia de investigación. Su vocación espacial se ha fundido perfectamente con su alma histórica, con su rico patrimonio arquitectónico y cultural.

También es llamada la Ciudad Rosa, por el color rosado de sus edificios de ladrillo rojo, que resplandecen a la cálida luz del atardecer. Toulouse es un destino perfecto para una escapada de fin de semana: en una sola ciudad, a orillas del Garona, se combinan armoniosamente la historia, la gastronomía, el deporte y la tecnología espacial. Incluso con sólo unos días a tu disposición, podrás visitar maravillosos museos, admirar edificios históricos y observar los avances de la aeronáutica y la investigación espacial.

Te recomendamos visitar la plaza del Capitole. Se trata de uno de los principales lugares que no debes perderte durante tu visita a Toulouse. Totalmente peatonal, la elegante plaza, coronada por la enorme cruz occitana, está rodeada de bonitos edificios de ladrillo rosa, símbolos de la ciudad que albergan el ayuntamiento, el teatro y el famoso Capitole. El palacio, de estilo severo y majestuoso, alberga el Salón de los Ilustres.

Otra parada imperdible es la Basílica de San Saturnino, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La basílica es uno de los edificios románicos más grandes de Francia. Lleva el nombre del primer obispo de Toulouse y su construcción se inició entre 1070 y 1080, para reanudarse en el siglo XIII tras una larga pausa. Esto dio lugar a una serie de intervenciones que condujeron a la alternancia de piedra y ladrillo rosa y a un interior formado por cinco naves, un crucero con tres naves y un campanario de base octogonal.

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