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“València en Comú está paralizada y en grave crisis por las prácticas sectarias y cainitas de la izquierda tradicional”

Jordi Peris, concejal de participación ciudadana en el Ayuntamiento de Valencia.

Voro Maroto

Jordi Peris (Valencia, 1972) es ingeniero de Telecomunicaciones, profesor de universidad y, desde mayo de 2015, concejal de participación ciudadana en el Ayuntamiento de València. Cabeza de lista de València en Comú, un partido instrumental, Peris reflexiona sobre la primera experiencia política de un neófito en la materia y la grave crisis del movimiento ciudadano apoyado por Podemos.

Pregunta: La oposición denuncia que el 50% de proyectos elegidos por la ciudadanía para desarrollar en Valencia en 2016 ni siquiera ha arrancado. ¿Ha fracasado el plan?

Respuesta: No es cierto que no hayan arrancado, sino que están en tiempo de proceso administrativo, tiempos que son largos, pero casi todos están redactados y a punto de ser aprobados, en licitación o incluso en ejecución. Entiendo la preocupación de los vecinos, que quieren ver la plasmación de aquello votado,  pero los proyectos fruto de la participación ciudadana están en marcha y, a diferencia de lo habitual, no son proyectos anecdóticos, sino de envergadura.

¿Está lastrada su gestión por la burocracia y la falta de agilidad de la administración?

La administración es muy lenta muchas veces. Además, cuando llegamos, nuestras expectativas eran muy altas. Hemos constatado que los procedimientos internos lo alargan todo mucho más de lo que podíamos prever. Hay que intentar ser más eficientes porque los retrasos causados por las formalidades generan frustración y dificultan la realización de muchos proyectos.

El ciudadano medio tiene una información muy limitada sobre políticas públicas y los porcentajes de participación en las votaciones son muy bajos. ¿Tiene sentido una concejalía de participación?

Sin duda. Los presupuestos participativos son un elemento fundamental y estratégico del gobierno local. En 2016 aprobamos 109 proyectos con ayuda de los vecinos, siete millones de euros de inversión. Seguro que acabamos el mandato con cientos de proyectos impulsados por la ciudadanía y, además, habremos puesto la administración a desarrollar iniciativas de la gente. Es una transformación profunda que perdudará.

Además, muchas veces el vecindario opta por cosas que afectan a su vida cotidiana: carriles bici, una plaza, instalaciones deportivas.... la gente tiene muchas cosas que decir y, en términos políticos, hay que escuchar a la ciudadanía para evitar la exclusión de muchos colectivos que se sufre con el sistema clásico, la democracia representativa. Por ejemplo: los modelos de movilidad urbana -dominados por el coche privado, mayoritariamente usado por varones- ha sido diseñada por hombres y para hombres. La participación debe dar voz a los excluidos.

La derecha ataca con saña las políticas de movilidad del concejal Giuseppe Grezzi (Compromís), muy volcadas con el peatón y la bicicleta, de la que usted es usuario habitual en la ciudad.

Esa política va en la línea correcta y está alineada con el modelo de València en Comú: Sin criminalizar al vehículo privado, incentivar nuevas formas de desplazamiento sostenibles y muy adaptadas a esta ciudad. Creo que en Valencia ya no caben más coches de los que hay. 

Una de sus apuestas es descentralizar, llevar a los barrios la toma de decisiones. ¿Cómo va la reactivación de las juntas de distrito?

Queremos introducir cambios muy importantes a través del nuevo modelo de participación en el que, confío, se impulsen las juntas municipales. Deben ganar peso y poder desarrollar programas en sus distritos, lo que favorecerá la implicación de los vecinos. Antes, se debería cambiar la actual distribución de las juntas. Ahora mismo Pinedo [una pedanía del sur] y el Ensanche [en el centro de Valencia] pertenecen a la misma.  Ahí ni se pueden tomar decisiones conjuntas ni abordar problemas comunes. 

Algunas de las últimas mociones de València en Comú  han promovido el “laicismo institucional” y declarar a la ciudad  «espacio libre de apartheid israelí», promoviendo incluso el veto a empresas de aquel país. ¿Es adecuado debatir este tipo de cuestiones en en el espacio municipal?

Si. Un ejemplo: La relación entre estado y religión, y el ayuntamiento es estado, marcará el futuro. Las sociedades serán cada vez más interculturales, fragmentadas, diversas, y ahí el estado debe ser laico, que acoja a todo el mundo. Ese es un debate que hay que tener y que en ningún caso es ajeno a la ciudad.

Las Naves ha sido elegido como el segundo referente cultural en Valencia. ¿Qué planes tienen para el espacio?segundo referente cultural

Tras un inicio duro el proyecto está funcionando de manera satisfactoria, a velocidad de crucero. Y más allá de ser un espacio cultural, queremos que sea el centro de innovación de referencia en Valencia de las industrias culturas y creativas y, especialmente, donde se articulen todas las políticas innovadores que debe desarrollar la ciudad. Debe ser un centro de innovación urbana, de importancia estratégica para pensar y diseñar la ciudad del futuro, para experimentar sobre la política municipal.

¿Está tapada la gestión de Valéncia en Comú por la que hacen Compromís y PSOE?

Es posible.

València en Comú tachaba al PSOE de “casta”. ¿Qué tal se gobierna con ellos?

Nuestra posición política era de confrontación con el PSOE, pero la ciudadanía votó muy claramente para que hubiera una unión entre nosotros, Compromís y PSPV-PSOE. Ahora, la sintonía es buena, y aunque hay diferencias políticas, creo que la gestión es buena y la relación personal, también.

València en Comú atraviesa una crisis profunda. Uno de sus compañeros en el ayuntamiento, Roberto Jaramillo, dice que el partido instrumentral está secuestrado por un grupúsculo.está secuestrado por un grupúsculo

Tras las elecciones un grupo que había perdido espacio en Esquerra Unida instauró una dinámica de confrontación con persecuciones personales y prácticas sectarias y cainitas de la izquierda tradicional que ha paralizado totalmente la plataforma, vaciándola de mucha gente ilusionada y válida. València en Comú ha reproducido las luchas intestinas de la izquierda de toda la vida. El nuevo espacio político que queríamos construir ha acabado en una crisis muy profunda. Estoy frustrado.

¿Se debería disolver València en Comú en Podemos?

Es una buena opcion, pero Podemos ha de posicionarse. Yo, como independiente [los otros dos concejales de València en Comú si son del partido de los círculos] estaría a favor, pero la decisión no me corresponde a mi. Podemos debería participar más e incluso liderar València en Comú ante la complejidad de la situación en València en Comú. Estaría a favor de la integración si se respeta nuestro programa electoral y el pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Valencia.

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