Las mujeres de mediana edad seguimos sin gustar… a la industria audiovisual
Esta semana hemos empezado y acabado la serie Mare of Easttown (en la plataforma HBO), una serie protagonizada por Kate Winslet. La empecé a ver –sí, lo confieso– también atenta a la escena o escenas en las que supuestamente enseñaba barriga: una mujer de mi edad, increíblemente, con barriga. La cuestión es que no he visto esa barriga en ninguno de los 7 capítulos de la serie, quizá porque, cada una desde sus estándares, solo veía a una mujer de mediana edad con una figura de lo más corriente y que, en cuanto se arreglaba un poco para salir con alguna de sus citas, relucía.
También he visto y disfrutado muchísimo una serie en la que el personaje principal interpretado por Winslet es una inspectora de policía de un pueblo pequeño, en una comunidad en la que todos se conocen, para lo bueno y para lo malo. Esa inspectora es, además, una madre divorciada, con el corazón destrozado, que vive con una hija de 17 años, con su nieto y con su madre; sí, 4 generaciones en un hogar en el que conviven en un equilibrio precario, y no siempre por culpa de sus habitantes. La inspectora Mare Sheehan comparte sus penas con su mejor amiga, a la que conoce de toda la vida y que, según vamos descubriendo, tampoco tiene una vida precisamente fácil. Aparecen otras mujeres en la serie y a todas las une su condición de que son mujeres fuertes, trabajadoras, con unos contextos y experiencias vitales duros y complejos, pero que ninguna de ellas se esconde, sino que acarrean con sus circunstancias como pueden y que se dan apoyo las unas a las otras, también, como y cuando pueden. La serie se aleja totalmente de las series glamurosas de policías en las que ellas siempre salen perfectamente maquilladas, vestidas con modelitos supuestamente cómodos y, muy a menudo, con unos tacones con los que muchas no seríamos capaces ni de correr para coger el autobús.
Kate Winstlet no es la primera en adentrarse en un personaje del tipo descrito. Otras actrices que se han atrevido con este tipo de papeles son, por ejemplo, Frances McDormand o Emma Thompson. Sin embargo, muchos hombres protagonizan cada año series o películas policíacas, negras o de suspense haciendo gala, precisamente, de representar a tipos fuera de la norma, en todos los aspectos. La gran diferencia, sin embargo, es que con ellos no se hace noticia, ni titulares ni trending topics.
El pasado 31 de mayo, The New York Times publicaba una entrevista de Maureen Dowd a Kate Winslet en la que la actriz británica explicaba la dificultad del personaje, lo duro de su contexto, lo que trabajó para meterse en Mare de Easttown y, también, que el director de la serie le dijo que borraría un michelín que parece que sale en una escena de sexo en la que participa la actriz. Winslet le dijo que ni se le ocurriera borrarlo, cosa que el director respetó. También cuenta en la entrevista que en los carteles de promoción de la serie le habían borrado las patas de gallo y que los devolvió exigiendo que la imagen representara la realidad del personaje.
Una vez acabada la serie, para mi sorpresa, siguen los artículos en los que se califica a la actriz de vieja, gorda, demasiado natural, entre otros. En primer lugar, la señora Winslet representa un personaje que difícilmente encajaría con una mujer perfectamente teñida, pintada y arreglada. Pero, además, resulta insultante, odioso incluso, que caigamos en unos parámetros de belleza femenina que siguen cosificando los cuerpos de las actrices, por muy bellas, inteligentes y enormes profesionales que sean. Si una mujer de 45 años no puede mostrarse tal y como es porque puede contrariar el estereotipo de belleza, incluso en una serie en la que impera el cutrerío del contexto, ¿qué ha aprendido la industria audiovisual del #metoo? ¿Solo a no tocar el culo o exigir sexo a las actrices? En 1962, con 54 años, Bette Davis publicó un anuncio en un diario en el que se ofrecía para un trabajo estable en Hollywood y se presentaba como madre de tres hijos, divorciada, con 30 años de experiencia como actriz de cine. Han pasado casi 60 años y la promoción de una serie está haciendo que la actriz que representa al personaje protagonista, con 45 años, es vieja y gorda. Ahora visualicen a Kate Winslet. Nada más que decir.