En Latinoamérica existe una zona de gran tránsito irregular de migrantes expuesta a condiciones naturales extremas y entregada a los grupos criminales, Tapón del Darién, una zona selvática ubicada entre los países de Colombia y Panamá que abarca cerca de 575.000 hectáreas.
Esta región ha estado desconectada territorialmente de la Vía Panamericana, la cual conecta al norte del continente americano con el sur, que se corta justo en ella. Por sus características particulares es un territorio con un control estatal limitado (casi olvidado), pero que representa una oportunidad estratégica para quienes desean transitar hacia el norte del continente y hacia Estados Unidos, debido a la poca presencia de controles migratorios oficiales.
La ruta migratoria requiere que las personas hagan el camino por medio de dos puntos críticos ubicados en la región del Golfo de Urabá, al norte de Colombia, que son los municipios antioqueños de Turbo y Necoclí. Desde allí, quienes se embarcan en esta travesía, son trasladados en lancha a Acandí o Capurgana, para luego continuar por la selva, buscando atravesar la frontera entre Colombia y Panamá y llegar así a Bajo Chiquito, pueblo selvático panameño.
Pero este recorrido tiene varios desafíos que se deben tener en consideración. El primer elemento son las condiciones naturales que son altamente exigentes, con lluvias torrenciales, ríos anchos que deben atravesarse y animales. Por otra parte, el recorrido es de unos 8 días de camino por la selva.
Otro desafío que afrontan quienes atraviesan el Tapón del Darién es que el tránsito está controlado por el Clan del Golfo, un grupo criminal y narcotraficante colombiano, que tiene el control de gran parte de las actividades que se realizan en la región del Urabá. Esta organización criminal es la que maneja las “agencias de viaje” que brindan la información y ofrecen el itinerario a miles de migrantes de diferentes nacionalidades. Ellos son quienes controlan las lanchas, la distribución de la comida, los hospedajes y la seguridad.
Con estas condiciones, cobran alrededor de 350 dólares por cruzar, sin embargo, cuando los migrantes no tienen el dinero, se les ofrece un tipo de “intercambio de favores” que van desde ser correo humano transportando drogas ilícitas al otro lado de la frontera panameña hasta llevar consigo a personas posibles víctimas de trata: se han reportado situaciones de violencia sexual, explotación sexual de niñas, niños y adolescentes, entre otras.
Según Migración Colombia, durante el 2024 se identificó un total de 269.701 migrantes saliendo del país por la ruta de Turbo y Necoclí provenientes de Venezuela, Ecuador, Angola, Vietnam, Nepal, Camerún, China, Bangladés y Pakistán. Asimismo, se han realizado 393 detenciones por tráfico de migrantes y se han rescatado en naufragios a 198 adultos, 29 niños y niñas, alrededor del 20% de las personas que cruzan son menores de 18 años.
Posiblemente el total de las 269.701 personas registradas que salieron por esta ruta en el 2024, fueron víctimas del Clan del Golfo y estuvieron sometidas a las condiciones naturales extremadamente peligrosas del Tapón del Darién.
La Declaración Internacional de los Derechos Humanos establece en su artículo 13: “1. que toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.” y “2. que toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”. Además, en su artículo 5, reconoce que “ninguna persona debe ser sometida a torturas o tratos inhumanos”. Los derechos fundamentales de las personas que transitan por el Tapón del Darién se están vulnerando, lo que debe ser atendido por las diferentes naciones de manera organizada y articulada.
La migración irregular refleja las profundas inequidades de un mundo cada vez más desigual. El hecho de que tantas personas busquen llegar a países con economías más prósperas y mejores condiciones de vida, evidencia el fracaso de los mecanismos establecidos por organismos multilaterales como la ONU, particularmente en iniciativas como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La solidaridad internacional por tanto, es el mecanismo más efectivo para denunciar las vulneraciones que ocurren en las rutas migratorias como la de el Tapón del Darién, llamando a la acción colectiva para que los derechos humanos sean reconocidos en todo el mundo.
Sobre este blog
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, constituida en 1990, es una asociación de carácter privado, sin ánimo de lucro, cuyo fundamento lo constituye la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la ONU en 1948. Aunque el ámbito de afiliación de la APDHA y su área directa de actuación sea el territorio andaluz, su actividad puede alcanzar ámbito universal porque los Derechos Humanos son patrimonio de toda la Humanidad.
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