El estadio olímpico que nunca fue olímpico
Como se ha podido comprobar estos últimos días, los sueños olímpicos de las ciudades no siempre se cumplen. Se realizan fuertes inversiones con un objetivo que después resultan algo difícil de rentabilizar si los Juegos finalmente no llegan. Es el caso del Estadio Olímpico de La Cartuja, en Sevilla.
“Desde su concepción original, hemos apostado por un proyecto de estadio nuevo, moderno y con una amplia variedad de servicios (restaurantes, palcos, localidades VIP, salones, hotel, aparcamientos interiores, espacios comerciales y administrativos, etc.). Hemos planteado, en definitiva, algo más que un estadio”. Es la bienvenida a la web del Estadio Olímpico de Sevilla. Su primer apellido, sin embargo, refleja que fue realmente ideado para albergar una Olimpiada que nunca llegó, y a la que la capital hispalense aspiró en 2004 y 2008, incluso 2012, bajo el amparo de los tres colores políticos que han gobernado la ciudad en la democracia (PA, PP y PSOE).
Su construcción concluyó en 1999, año en que terminaba el mandato municipal de la actual Defensora del Pueblo, la popular Soledad Becerril (1995-1999). Ese mismo año, albergó los Mundiales de Atletismo y fue símbolo estrella para la candidatura de 2008. Ya con el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín a la cabeza (1999-2011), el sueño olímpico de Sevilla se veía definitivamente truncado en 2002 en favor de la candidatura de Madrid, que acaba de ver por tercera su objetivo frustrado. Sevilla en ningún caso pasó la preselección como ciudad candidata.
La infraestructura, gestada a mediados de los 90 y que tuvo como verdadero impulsor al alcalde andalucista Alejandro Rojas-Marcos (1991-1995), está ubicada en la Isla de Cartuja, que acogió la Exposición Universal de 1992 y cuyos terrenos expandieron la zona norte de Sevilla, donde desde entonces se tratan de rentabilizar los pabellones levantados para la Expo y que derivó en el Parque Tecnológico y Científico Cartuja 93.
Uno de los que mejor conoce cómo se gestó y desarrolló la construcción del Estadio de La Cartuja es Luis Pizarro Fernández, concejal durante 16 años de IU en el Ayuntamiento de Sevilla y portavoz municipal entre 1995 y 2003. Recuerda en que aquello fue “fruto de delirio” y de “una candidatura sacada de la chistera” en una época en la que “parecía que todo era posible” pero en la que “había muchísimas cosas por hacer en la ciudad antes que levantar un estadio de miles de millones de pesetas, simplemente, para tener alguna posibilidad de organizar los Juegos”. “Fue el intento de prolongar el milagro de la Expo”, resume.
“Todos pensaban que era una locura pero no se atrevían a decirlo”
“Lo alucinante es que todos pensaban que era una locura pero no se atrevían a decirlo”, comenta Pizarro. “Y se dejaron arrastrar”. Rojas-Marcos, primer teniente de alcalde del Consistorio con Becerril como regidora entre 1995 y 1999, “consiguió embarcar a las administraciones” aunque de puertas para adentro “todos confesaban que aquello era un despilfarro”. Los primeros años tras su construcción y el Mundial de Atletismo estuvo “criando jaramagos”, expresa gráficamente Pizarro.
Rafael Carmona, ex presidente de la Sociedad Estadio Olímpico y ex delegado de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla con el PA, ahora portavoz de Economía del PP-A, también vivió muy de cerca aquella época. Carmona, entonces en las filas del Partido Andalucista, fue contratado en 1997 para coordinar y concluir en el plazo de dos años las obras del Estadio Olímpico, a fin de llegar a tiempo para la celebración del Mundial de Atletismo de 1999, “el verdadero uso al que estaba destinado el estadio”, indica el ahora popular.
“De hecho, si no se llega a adjudicar a Sevilla como sede de los Mundiales, no se hubiera construido”, añade. “Luego se apostó por los Juegos por los beneficios que podría conllevar” y “ahora es un instrumento más para poder atraer eventos a Sevilla”, aunque “ojalá se usara más”. Carmona apuesta por que la ciudad busque acontecimientos que el Estadio Olímpico pueda albergar y que sean rentables desde el punto de vista socioeconómico. “La final de la UEFA de 2003 generó unos ingresos netos de 600.000 euros en la ciudad”, apunta.
Ya sin sueño olímpico a la vista, la obra, que costó más de 120 millones de euros y tiene una capacidad para 70.000 personas, se pensó incluso como posible sede conjunta de los equipos sevillanos de fútbol, Sevilla y Betis, algo que finalmente tampoco cuajó tras los convenios suscritos en 2003 para recalificar terrenos propios. Desde entonces, el Estadio Olímpico ha albergado eventos futbolísticos (partido internacionales de la selección española, finales de la Copa del Rey, la final de la Copa de la UEFA de 2003), las finales de la Copa Davis de tenis de 2004 y 2011 y, principlamente, grandes conciertos de estrellas musicales nacionales o internacionales como U2, AC/DC, Madonna o Bruce Springsteen. Hoy, este estadio de categoría 'Cinco Estrellas' y tiene casi 25.000 m2 susceptibles de explotación comercial, alquilados a algunos organismos y empresas públicas; y un hotel, el Exe Isla de la Cartuja.