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8 de marzo: mujeres embarcadas, un siglo de avances y retrocesos

7 de marzo de 2025 06:00 h

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Para mí trabajar en pesquerías como observadora fue una experiencia vital que me ayudó a valorarme mucho, a aprender más y a respetar muchísimo a la gente de la mar. Quizás, ellos también están muy apartados, y eso les da una posición de debilidad en la que tienen poca fuerza como colectivo (…). Pues yo creo que merecen un respeto, que es un trabajo duro y que el pescado es un recurso proteico de alta importancia para este país. Y hay que regular porque yo creo que la sostenibilidad del producto es muy importante, yo creo que se ha hecho mucho en eso, que el mar no es infinito, que el recurso no es infinito y que hay que cuidarlo. [Observadora científica, pionera. Archivo trabajo de campo, ATC Vigo, 2023].

Las pesquerías, erigidas en una valiosa fuente económica, es una actividad extractiva centrada en la captura de recursos primarios caracterizados por su itinerancia migratoria. Pero estas también constituyen un proceso de trabajo de carácter extraterritorial en interdependencia a un conjunto de elementos naturales y geopolíticos en el marco de su historicidad. Sin embargo, es significativo que la forma de vida y trabajo sobre dicha actividad extractiva ─junto a las relaciones sociales y de producción a bordo─ resulten desconocidas fuera del medio marítimo donde se desenvuelve.

El actual reclutamiento, a modo de ejército de reservas, procedente de los llamados países en desarrollo es uno de los ejes sustentadores de esta arriesgada y capitalizada industria en el ámbito de las sociedades del rendimiento. Es decir, la experta tripulación ha sido sustituida por mudables tripulaciones de terceros países con diferentes asignaciones retributivas, principalmente en el oficio de la marinería y la maestranza. El frágil relevo experto del pabellón de origen español desestabiliza ─entre diversas causas que confluyen en el sector─ la continuidad de un saber vernáculo nutrido de versadas e intergeneracionales expediciones transoceánicas. Unas campañas que, en la actualidad, cuentan con una creciente presencia de mujeres en el oficio de la observación científica. De este modo, la estabilidad laboral respecto a las mejoras del trabajo y la vida a bordo es un componente nada desdeñable en el prolongado desempeño por parte de las renovadas flotas multiétnicas, que confluyen con marcadores identitarios de clase y género como realidad cultural y política de los buques factorías, al menos con base en los puertos españoles:

En barcos pesqueros estuve en Malvinas, seis meses. Luego en Somalia, en el Índico, otros seis meses, esa fue una campaña entera, ¡eh! Y luego, en barcos oceanográficos estuve en Canadá en las campañas de Terranova. Luego estuve en un buque oceanográfico, cinco o seis campañas que se hacen en la costa gallega y cantábrica (…). Es espectacular cómo trabajaban en los barcos, ¡eh! Bueno, yo es que me fijaba mucho en cómo trabajaban, las maniobras son una cosa espectacular. Y ver el mar en su inmensidad te impresiona, es que es muy hostil (…) Pero yo la verdad que la tengo como una experiencia de vida de la que me siento una privilegiada por poder haberlo hecho. [Observadora científica. ATC Vigo, 2023].

En el siglo XXI se han originado algunos cambios para el conjunto de la tripulación que navega en pesquerías españolas de aguas lejanas, como los avances en la comunicación, la formación en seguridad, la eliminación del alcohol de “entrepôt”, las mejoras nutricionales y, en menor medida, la redistribución de la organización espacial. No obstante, los cambios son insuficientes tanto en el sistema de valores como en las prácticas consuetudinarias para garantizar e integrar el acceso de las mujeres a bordo, partiendo de la legislación vigente (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres). Cabe subrayar las renovadas mudanzas en la composición interna del buque derivado del incremento progresivo e inserción femenina en el rol de observadoras científicas ─y capitanas─ dedicadas a las pesquerías de gran altura cuya práctica extraterritorial y cosmovisión difiere de los espacios laborales en tierra:

Soy oceanógrafa y empecé en Malvinas como observadora de control. Sin haber tocado un barco en mi vida, me metí cuatro meses en Malvinas y la verdad que tuve mucha suerte con la gente que me ha tocado. Tener a un buen contramaestre ayuda muchísimo porque hay veces que es eso, te viene gente que no tiene experiencia para nada. Entonces, saber dirigir a gente que no tiene conocimiento ninguno, enseñarle, es importante. Y se nota. Sobre todo, se nota porque estuve en barcos donde cambiaba mucho la tripulación. Estuve en el Atlántico Sudoccidental, en el Sur del Índico, en el Sur del Pacífico, en aguas de la Antártida. (…) Llegar a la zona de pesca y tú ya estás pendiente y a expensas del trabajo del barco. Cuando largan, cuando no largan, tienes que estar pendiente para bajar al parque de pesca, coger los datos de virada y ponerse a trabajar en el parque de pesca…. Valoró muy positivamente la experiencia. Empecé sin tener ni idea de nada, con cuatro nociones teóricas básicas y buscaba información en el ordenador. Fui creciendo profesionalmente a buen ritmo. Aprendí muchísimo, de muchísima gente. No solo con los que estabas trabajando del IEO e investigadores y tal, sino de mucha gente, o sea de marineros a capitanes. En el momento que no aprenda o no quiera, me agote el trabajo o no pueda, lo dejaré. [Observadora científica. ATC Pontevedra, 2023].

Durante un prolongado periodo de tiempo el buque-factoría es un espacio de trabajo y residencia de un número elevado de tripulantes, cuya acepción se asimila, entre otras características, al concepto de institución total de Erving Goffman (1970); si bien debemos a Ricardo Rodríguez-Martos un pionero estudio sobre las condiciones de vida y trabajo de la tripulación en la marina mercante (1995). El espacio y el tiempo en el interior del barco monitoriza la vida de su tripulación, siendo la pesca de gran altura un oficio desarrollado en exclusividad por varones ─dimensiones de productividad y masculinidad─ que conforman un eje central en la dinámica del trabajo y la vida a bordo. Como consecuencia, las relaciones sociales en alta mar se despliegan sobre una masculinizada jerarquía que reproduce constitutivos modelos referenciales hegemónicos y subalternos de masculinidad versus feminidad. Esta fricción a bordo es una prolongación de la propia sociedad patriarcal, además del encuadre de un colectivo en acusado aislamiento social ─ajenos a los “asuntos de tierra”─ a lo largo de toda una vida laboral.

De manera progresiva, aunque lentamente, desde la última década del siglo XX se han incorporado en las pesquerías de gran altura observadoras científicas. Según fuentes actuales de la Asociación de profesionales de la observación científica (APOCM), las mujeres integran hoy el 60% de este sector técnico. Son tituladas superiores que en los buques-factorías laboran, tal como relatan las fuentes testimoniales, entre el panóptico parque de pesca (cubierta) y puente de mando (garita superior y lugar de gobierno de la nave) dentro del engranaje de un equipo constituido por capitán de pesca, contramaestre y marinería. Su función principal es la obtención y el registro de la información sistemática vinculada a cada campaña. Asimismo su presencia en los buques es relevante y obligada para la gestión pesquera y la sostenibilidad del ecosistema marino. Un trabajo que “metidos en campaña” gira en torno a una única exigencia, la producción encaminada a la maximización.

Paradójicamente la reciente entrada en el Régimen especial del mar como profesionales de la observación científica les excluye de la siniestralidad y penosidad del trabajo a bordo. La permanencia por largas temporadas, alejadas de tierra en eventuales y precarias condiciones contractuales no solo constriñe la estabilidad profesional y la demostración de sus capacidades, sino que implica un desafío bajo el juego de reglas y técnicas desplegadas en alta mar: entre la materialidad e infraestructura del buque y la inclemencia del océano en jornadas extenuantes: Entre la demarcación de un territorio y un oficio tradicionalmente desempeñado por hombres. Valga como ejemplo este relato testimonial:

Tanto como qué hace una mujer en el mar, ¿no tienes familia? ¿y tú marido qué piensa? ¿y no se enfada contigo? Ese tipo de cosas así. Había otros que te preguntaban y no era por faltar, sino por curiosidad. Estaban acostumbrados, tenían otra cultura y están acostumbrados a otras cosas. (…) dependiendo de la persona, si veía que no me podía en meter en un lío y que no me iba a causar problemas, contestaba. [Observadora científica. ATC Videoconferencia, 2024].

Entre la memoria y la historia, una pionera

Cabe reseñar que aun constituyendo las mujeres mayoría en las aulas universitarias, la presencia de estas decrece en proporción ascendente a las estructuras de jerarquía laboral. Conviene recordar, el primigenio reconocimiento legal de acceso a la formación Universitaria mediante la Real Orden de 8 de marzo de 1910. Entonces, las jóvenes españolas del primer cuarto del siglo XX necesitaban del permiso paterno y de los recursos familiares destinados a ellas. Un contexto cultural y político en el que la presencia femenina en la universidad, a diferencia de la actualidad, era un hecho excepcional y, en su efecto, segregado. Resta decir que la inserción profesional, como parte de una élite durante un retranqueado proceso emancipador, se presentaba como una carrera pero de obstáculos.  

Traemos a colación el caso de la almeriense Jimena Quirós (1899-1983), licenciada en Ciencias Naturales en 1921 con premio extraordinario. Esta bióloga marina emprendió un vehemente itinerario de avances y retrocesos. Su expediente académico y hoja de servicios reflejan una temprana orientación hacia la investigación marina y una entregada profesionalidad en torno a las labores expuestas por las anteriores fuentes testimoniales.

En Madrid vivió el ambiente cultural de la Residencia de estudiantes femenina, formando parte de un nutrido grupo de profesoras para el refuerzo académico a las residentes. María de Maeztu avaló su promoción científica mediante una carta de recomendación a la JAE con objeto de apoyar su estancia en Estados Unidos; solicitud que le fue concedida en 1926 con la “equiparación de pensionado”, es decir sin fondos, al menos por parte de dicha institución. Recién terminados los estudios obtuvo por oposición una plaza de Ayudante en el Instituto Español de Oceanografía (Ministerio de Marina. Dirección General de Pesca). Algunos resultados de este primer periodo de trabajo están publicados en El Boletín Pesca de 1923 siendo un referente en su rama de conocimiento. Su brillante itinerario académico y especializada formación continua le llevaron a realizar estancias en el extranjero destacando su especialización científica durante un año en la Universidad de Columbia en 1926. Probablemente el periodo más prometedor de la joven almeriense fuese su participación en diversas esferas científico-culturales y políticas, pues entre 1924 y 1929 fue vicepresidenta primera de la Juventud Universitaria Femenina, asociación fundada el mismo día de hoy, 7 de marzo, pero de 1920.

Comprometida con los derechos de las mujeres y defensora del sufragismo, formó parte activa de la organización en España del XII Consejo de la International Federation of University Women en 1928. Desde esta fecha y hasta 1931 publicó diversos artículos en la prensa diaria y en revistas culturales femeninas coincidiendo con su militancia en el Partido Republicano Radical Socialista, siendo Presidenta del Comité femenino. Cabe subrayar la contribución de Jimena Quirós en acciones de cultura científica y promoción de la inclusión de las mujeres al ámbito público.

Sin embargo, entre 1932 y 1933, tras la elaboración de un trabajo de campo de investigación marina como funcionaria del IEO, fue expedientada a raíz de una valoración interna sobre los resultados en torno a la obtención y recopilación de datos. Circunstancias por las cuales declinó su actividad profesional hacia la llamada Segunda enseñanza. La guerra civil y su implicación en la causa republicana determinaron el punto final de su itinerario profesional.

Este sucinto recorrido pretende trazar un puente entre el pasado y el presente, mediante fuentes orales y memoria histórica en clave violeta, en esta esfera laboral del mundo del mar. Consideramos que pese al reconocimiento de la igualdad jurídica y ante el hecho de que las mujeres somos mayoría en las aulas universitarias; el androcentrismo como sostén del patriarcado, la desigualdad estructural, los techos de cristal y la fragilidad de los derechos alcanzados superan, sin duda alguna, los altibajos inclusivos ─en términos de mejoras con respecto al pasado─ acaecidos a lo largo de un siglo.

A Mª Dolores Rodas y Modesta Cancelas, pioneras de “Rosa dos Ventos” y también a Cristina Represas y María Rodríguez, bibliotecarias del IIM-CSIC.

Para mí trabajar en pesquerías como observadora fue una experiencia vital que me ayudó a valorarme mucho, a aprender más y a respetar muchísimo a la gente de la mar. Quizás, ellos también están muy apartados, y eso les da una posición de debilidad en la que tienen poca fuerza como colectivo (…). Pues yo creo que merecen un respeto, que es un trabajo duro y que el pescado es un recurso proteico de alta importancia para este país. Y hay que regular porque yo creo que la sostenibilidad del producto es muy importante, yo creo que se ha hecho mucho en eso, que el mar no es infinito, que el recurso no es infinito y que hay que cuidarlo. [Observadora científica, pionera. Archivo trabajo de campo, ATC Vigo, 2023].

Las pesquerías, erigidas en una valiosa fuente económica, es una actividad extractiva centrada en la captura de recursos primarios caracterizados por su itinerancia migratoria. Pero estas también constituyen un proceso de trabajo de carácter extraterritorial en interdependencia a un conjunto de elementos naturales y geopolíticos en el marco de su historicidad. Sin embargo, es significativo que la forma de vida y trabajo sobre dicha actividad extractiva ─junto a las relaciones sociales y de producción a bordo─ resulten desconocidas fuera del medio marítimo donde se desenvuelve.