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Lagares de los Montes de Málaga: cuando la provincia tenía más viñedos que La Rioja

Visitantes en el Lagar de Jotrón.

Laura Ferrer

Los domingos en la venta Puerto del León hay que reservar con antelación el flan de chirimoya porque corres el riesgo de quedarte sin él si dejas la comanda para la hora de los postres. Y es que son muchos los malagueños que cada fin de semana visitan el Parque Natural de los Montes de Málaga para comer en familia o con amigos después de haber completado una ruta de senderismo o en bicicleta por la zona. Pocos son, sin embargo, los que reconocen en las ruinas que pueblan el paisaje los antiguos lagares de vino que han quedado en el olvido a pesar de su pasado glorioso.

Para hacerse una idea de la importancia de la viticultura en la economía agraria malagueña de entre los siglos XVI y XIX basta un dato: La Rioja cuenta en la actualidad con 52.000 hectáreas dedicadas a la vid, mientras que Málaga disponía en 1881 de una superficie de viñedo de 65.000 hectáreas. Hoy en día son solo 4.100 en el conjunto de la provincia.

Nada menos de 995 fincas malagueñas tenían lagares de vino. Y no solo los lagares, sino todos los elementos del sistema de abastecimiento de agua como fuentes, pilares, albercas y minas. Muchos de ellos ricamente decorados y construidos con esmero. Un patrimonio espectacular con una densidad de elementos importantísima que, sin embargo, se está perdiendo. Si la famosa e implacable plaga de la filoxera arrasó con las viñas a finales del siglo XIX, ahora son los expolios, el abandono y la falta de protección institucional los que están arrasando esa historia agraria.

Solo cinco lagares están catalogados

Solo cinco de casi mil lagares que hubo en su día están catalogados en el PGOU de Málaga. Muchos se perdieron durante la expansión urbanística de la ciudad, que destruyó por completo los lagares de La Palmilla, el Limonar o el Mayorazgo, pero son muchos, muchísimos, los que siguen presentando elementos patrimoniales que merecen atención y, sobre todo, protección.

Esta es la gran batalla de dos apasionados de la geografía y la historia de los Montes de Málaga, Rafael Blanco y Antonio Vela, que llevan décadas estudiando estos elementos, y, desde hace aproximadamente diez años, trabajan en una catalogación exhaustiva. Y todo por amor a los montes. 

Blanco es profesor titular de Geografía de la Universidad de Málaga (UMA) y Vela es un pionero de la espeleología en la provincia, además de un experto topógrafo. Ambos pertenecen a la comisión de patrimonio de la Asociación de Amigos de los Montes de Málaga y su trabajo de catalogación ya ha llamado la atención de una editorial que se ha puesto en contacto con ellos para publicar su estudio en forma de libro ilustrado.

Es una muy buena noticia que se completaría del todo si consiguen apoyo institucional para acelerar el proyecto. Lo que persiguen es dar más visibilidad al proyecto para que todo ello desemboque en una protección real de los lagares, y de toda la infraestructura hidráulica que les acompaña como las minas (galerías o túneles que se excavaban para llegar al nivel freático), fuentes y albercas.

Los cinco casos de lagares que recoge el PGOU son Torrijos (convertido en ecomuseo), Jotrón (actualmente en ruinas, pero que se puede visitar), Cotrina, Chinchilla y Rute (estos tres últimos de propiedad privada).

“No hay vigilancia ni control”

Rafael Blanco aclara que el hecho de que estén en la catalogación no se debe precisamente a un estudio exhaustivo sino que se incluyeron porque son los cinco casos que recoge la Colección cortijos, haciendas y lagares de la Junta de Andalucía, que hizo un tomo para cada provincia. “Pero hay mucho más que eso, es completamente insuficiente que solo estén estos cinco en el inventario del PGOU”, explica el profesor para el que, lo más grave, es que no hay “una aplicación práctica de esa protección, no hay vigilancia ni control sobre este patrimonio”.

Este es un tema que le preocupa especialmente. “Hace poco, dando una clase de máster en la Universidad de Granada, veíamos una villa romana del siglo V dC que está catalogada, protegida y es Bien de Interés Cultural. Pero hablando llanamente era un montón de piedras. ¡Pero era romano! La pregunta es: ¿tenemos que esperar 1.500 años para darnos cuenta de que el patrimonio de los Montes de Málaga es importante y hay que protegerlo? Pues cuando hayan pasado 1.500 años no tendremos nada que proteger, cuatro piedras. Hay que adelantarse y decir: vamos a proteger esto para que nadie lo toque, para que no se destruya del todo”, relata el profesor.

Destrucción legal del patrimonio a través de las ITE

Destrucción legal del patrimonio a través de las ITETanto Rafael Blanco como Antonio Vela son conscientes de que rehabilitar los cientos de casos de lagares y sus infraestructuras hidráulicas en los Montes de Málaga es absolutamente imposible “pero no lo es evitar el expolio, la destrucción y las ITES (Inspecciones técnicas de edificios)”.  Este último es un detalle importantísimo y casi desconocido. “Se exige a los propietarios de construcciones como estas, que están en ruina o en aparente ruina, que las rehabiliten y, si no lo hacen porque no tiene dinero, se les exige la demolición. De ahí la importancia de catalogar estos lugares y de que aparezcan como bien protegido porque, si no, a través de las ITES vamos a destruir todo el patrimonio y, además, legalmente”, denuncian los expertos.  

Así, todo el trabajo de Blanco y Vela se está centrando en el inventariado de los elementos patrimoniales que vemos en los Montes de Málaga para ampliar lo que está hasta ahora catalogado como protegido dentro del PGOU. “La idea es publicarlo y planteárselo al Ayuntamiento de Málaga para que tenga constancia real del patrimonio que existe y que amplíen esos bienes protegidos”, apuntan.

El proceso de catalogación de los expertos ha alcanzado actualmente entre un 50 y un 70 por ciento de los bienes existentes. “Es un trabajo de décadas. Si lo queremos hacer de manera exhaustiva, que es como lo estamos haciendo, es una labor de años”, explica Antonio Vela.

Precisamente ahora están pendientes de una posible contratación de personal a través del organismo de la Universidad de Málaga (OTRI) y han planteado un proyecto ante la gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga que se ha mostrado receptivo. “Hay un gran interés por parte del Ayuntamiento pero mientras no se acelera el tema el patrimonio se destruye y se expolia día a día”, lamentan.

La buena noticia es que ya tienen una oferta para publicar el catálogo en el que están trabajando, un paso importantísimo porque si no se conoce el patrimonio ni se aprecia ni se conserva. Pero sin ayuda externa, el proceso de catalogación va más lento porque ambos tienen que conjugar esta empresa gigante con sus propias profesiones y vida personal. Ambos forman parte de la comisión de patrimonio de la Asociación de los Montes de Málaga.

Un breve recorrido por los lagares y su historia

Un breve recorrido por los lagares y su historiaEl paisaje de Málaga entre los siglos XVI y XIX era el que hoy vemos en La Axarquía: un paisaje de viñas.

Así, la economía vitivinícola en los Montes de Málaga comienza en el siglo XVI, con la tala del antiguo bosque de encina y alcornoque, y el establecimiento de la vid, que cobra una importancia vital en los siglos XVII, XVIII y XIX.

Todo cambia en 1878 cuando comienza el primer foco de filoxera en el lagar de la Indiana y, desde allí, arrasa todo el viñedo de los montes. La plaga coincide, además, con un periodo de crisis muy importante de la economía de montaña. 

El viñedo se suplanta por otros cultivos como el olivo, los almendros, los pastos para la ganadería y otros cultivos de subsistencia. Y no hay que dejar de mencionar la repoblación forestal de los Montes de Málaga, que comenzó en los años 30, paró durante la Guerra Civil y se reanudó en los años cuarenta. Fue de 4.995 hectáreas de pino en el Parque Natural.

 “Los lagares son un reflejo importante de la arquitectura tradicional de hábitat disperso: no son grandes explotaciones sino pequeñas o medianas. Es más, a finales del XIX había una densidad de fincas de 3,75 por kilómetro cuadrado”, desvela Rafael Blanco. 

Un elemento distintivo de los lagares es la torre de contrapeso: alta y con un muro de más de un metro de ancho. Una construcción robusta porque en ella estaba embutida la viga de la prensa y tenía que resistir los empujes de la maquinaria.

Muchos de los lagares se pueden considerar directamente un ‘lagar villa’, es decir, que no solo tenían una función económica sino también una función residencial. “Antiguamente la burguesía, en lugar de irse a las zonas costeras, se iba a las montañas durante el veraneo”, explica Antonio Vela. Vivienda y lagar, todo quedaba integrado, con la planta baja para la prensa y las tinajas para la fermentación del vino y la planta alta para la residencia del propietario.

Los propietarios ricos, con casa en el centro de Málaga, acudían al lagar durante la recolección y la vendimia para controlar el trabajo, aunque también los había que vivían todo el año en el monte. “En todo caso la planta alta debía estar en condiciones para que, cuando el propietario quisiera ir allí, tuviese donde alojarse”, relatan los expertos.

Las infraestructuras hidráulicas, un ejemplo de adaptación

Una historia y un patrimonio fascinante que se está perdiendo, al igual que el de las infraestructuras hidráulicas, importantísimas por la escasez de agua, y que da para otro reportaje ya que es un patrimonio etnológico crucial que nos habla de cómo los habitantes se adaptaron a un entorno difícil como son los Montes de Málaga.

Patrimonio olvidado y, en muchos casos, expoliado que acabará destruido por completo si no se toman lo antes posible medidas eficaces para su protección.

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