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La guía total de las cervezas artesanales de Andalucía

Los amigos Enrique Armenta y Germánico Gómez llevan años elaborando su propia cerveza en casa. A base de tutoriales en internet y probar recetas, comprobaban que su producto iba mejorando, gustando cada vez más a familiares y amigos. Más tarde se unen a la idea Manuel Ochoa y Jesús García, el proyecto se profesionaliza, el equipo se forma y, en primavera de 2018, lanzan su bebida al mercado bajo la denominación 8 Huellas. Cuentan con dos variedades, una rubia y otra tostada, que elaboran en la localidad sevillana de Los Palacios y Villafranca. “Queríamos una cerveza muy arraigada a la tierra y, creo, lo hemos conseguido”, subraya Ochoa.

Su caso es muy similar al de otra muchas microcerveceras creadas en Andalucía en los últimos años. La comunidad cuenta hoy con unas 60 marcas de cerveza artesana, aunque la cifra puede estar variando en estos momentos porque surgen muchos proyectos nuevos y otros desaparecen. Actualmente, un tercio de ellas se ubican en Málaga, principal provincia productora. Sevilla, Granada y Cádiz rondan la decena y, en menor medida, Almería, Huelva, Jaén y Córdoba cuentan con otros pequeños proyectos. Por eso es posible dar una vuelta por la región en busca de esta refrescante bebida que exige, eso sí, moderación.

La crisis, las ganas de emprender y la afición a esta bebida hizo que hace unos años se multiplicaran las marcas a lo largo y ancho de toda la geografía andaluza. Son propuestas jóvenes: ninguna ha cumplido todavía su décimo aniversario. Sin embargo, durante estos últimos años han sido numerosos los proyectos puestos en marcha y, mientras unos han encontrado su hueco en el mercado y se han estabilizado, otros se han quedado por el camino. Es el caso de Tartessos (Huelva), Babel (Málaga) o Taifa (Sevilla).

También en Sevilla, Carlos W. Cañadas y sus dos socios crearon en 2015 Hecatombe Brewing. Todos llevaban años elaborando cerveza en casa y decidieron unirse para sacar adelante su proyecto, en el que cuentan ya con cinco variedades fijas y otras de temporada que sacan para celebraciones o momentos concretos. De nuevo, un perfil de personas jóvenes con ganas de emprender y aficionados a esta bebida. Como ellos, otras muchas iniciativas han surgido de compartir la cerveza con familiares y amistades hasta que el éxito en el entorno cercano les llevaba a dar el paso profesional: adquirir equipamiento para alcanzar una mayor producción y, así, empezar la distribución.

Este crecimiento traía, sin embargo, contrapartidas: la necesidad de dar a conocer la marca, ganarse la confianza del mercado, establecer un precio aceptable y, a la vez, que hiciera la cerveza rentable, algo que no todas estas firmas han conseguido. “No es lo mismo hacer cerveza para ti y tus amigos que luego hacer números, distribuirla, venderla... Compites con otras muchas marcas y hace falta mucho más: promoción, un equipo de comerciales, distribución... y en eso se falla mucho”, cuenta Charo Barco, que distribuye más de 200 cervezas artesanales desde Frigiliana y también elabora La Axarca, una de las marcas malagueñas más consolidadas.

“Tenemos un grave problema y es competir con las multinacionales y sus políticas de descuentos anticipados”, añade por su parte Santiago García-Cascarrubios, uno de los responsables de la cerveza sevillana Desiderata quien, de todas maneras, se muestra optimista: “estamos viviendo un afianzamiento de una nueva corriente que aprecie cervezas diferentes y que quiera probar nuevas marcas y de calidad”. En su caso, de hecho, cuentan con dos centenares de puntos de venta entre tiendas y restaurantes sólo en Sevilla y provincia, mientras que a nivel nacional nos encontramos en cadenas como Gourmet Experience del Corte inglés e incluso exportan a diferentes puntos de Europa.

Proyectos estables

Mientras las más asentadas consiguen, como Desiderata, llegar incluso al extranjero, otras muchas de estas empresas sobreviven gracias a una doble apuesta. Por un lado, las cervezas propias. Por otro, la elaboración para terceros. “Es algo que en nuestro caso nos está ayudando mucho”, cuenta Miguel, de Cervezas Lánchar, con sede en Lanjarón. Allí fabrican una variedad en barril para un bar local, cerveza de cacao para la firma granadina de chocolates Abuela Ily y otras especialidades para tiendas gourmet. Y otras incluso elaboran cervezas personalizadas para eventos como una boda.

Mientras, otras saben que únicamente con el público local no podrían sobrevivir, así que se posicionan bien frente a los visitantes. “Nosotros estamos muy ligados al turismo y es uno de los factores de peso que nos mantiene a flote”, cuenta Juanfran Caballero, de cervezas El Cabo (Almería), con seis años ya de existencia. De hecho, es fácil encontrar su marca en establecimientos de la costa por todo Cabo de Gata, uno de los puntos turísticos por antonomasia de la geografía andaluza.

Algo similar ocurrió al equipo de cervezas Califa, firma puesta en marcha por Alejandro Díaz y Rafael Serrano. “Un buen día nos dimos cuenta que Córdoba no tenía cerveza artesanal propia”, recuerdan. Así que se pusieron manos a la obra, apostando por una variedad “muy personal y de una calidad muy alta”, evitando la utilización de aditivos ni elementos de química artificial. Gustó. Tanto, que actualmente cuentan con seis variedades fijas que se pueden encontrar en Carrefour, Grupo Más o Makro, entre otras grandes superficies. Y periódicamente lanzan también nuevas recetas que sirven en sus propios locales. Uno de ellos se ubica en Gran Capitán, 46, con la posibilidad de ver el proceso de fabricación -y maridar la bebida con propuestas gastronómicas de estilo street food- y otro en el número 3 de la calle Juan Valera, cerca de la Plaza de las Tendillas.

Málaga, líder cervecera

La fábrica también es visible en el local que La Catarina posee en Marbella. Un moderno establecimiento de decoración industrial donde se pueden probar sus ricas diferentes variedades, así como tomar hamburguesas e incluso acudir a conciertos, ya que el restaurante se convierte en sala de música numerosas noches al año. En la localidad marbellí se encuentra igualmente la marca Gran de Select, con tres variedades más ligadas al lujo a las que han unido recientemente las denominadas Passion y Truffa. Cuenta con distribución en los países escandinavos y Estados Unidos y pronto prevén lanzar una línea “más económica”, según cuenta Mads Sorensen, uno de sus responsables. En la misma ciudad ha nacido este año Cervezas Marbella.

En Málaga hay otras muchas propuestas: hasta una veintena en estos momentos. Entre las más originales, la llamada La Cabra Azul. Nació en 2014 gracias a la iniciativa de Liz Luyben, una de las pocas mujeres al frente de este tipo de empresas. “Empecé a elaborar cerveza hace años, cuando era estudiante en Amsterdam, en la bañera de mi casa. Hoy tengo obviamente un mejor equipo”, cuenta la responsable de esta cervecera que exporta a Holanda y China. De hecho, responde a eldiario.es desde Yunnan, donde negocia la apertura de un pub cervecero donde se servirán sus cinco variedades creadas en Los Montes de Málaga y bautizadas con nombres ligados a su tierra de acogida como Los Verdiales o Comarix.

Los pueblos como trampolín

Su caso es excepcional, porque una de las principales características del mercado andaluz es que gran parte de las marcas cerveceras artesanales se distribuyen casi en su totalidad en su entorno más cercano. La distribución aumenta los gastos y complica las ventas, y asentarse en casa siempre es más fácil. A partir de ahí se puede crecer de una manera más segura, compaginando también con las ventas en internet. Todo ello también hace que sean muchas las cervezas artesanales de Andalucía que no se ubican en grandes capitales, si no en pequeños pueblos.

Gaitanejo es un buen ejemplo de ello y otra de las cervezas más estables de la provincia malagueña. Tiene base en Ardales -donde acaban de abrir fábrica- y tres etiquetas que rinden homenaje al patrimonio de su entorno: Bobastro (Golden Ale), Caminito del Rey (American Pale Ale) y Turón (IPA). Y en otro pequeño pueblo, Villanueva del Rosario, Miguel Antonio pasaron cuatro años elaborando cerveza en el sótano familiar hasta poner en marcha Malnombre, donde cuentan con siete cervezas propias, dos de las cuales lanzaron estos días al mercado: Malagente y Chronos.

También ocurre en Huelva. Allí, en la localidad de La Redondela nació la cerveza Ruben´s. Y en Valverde del Camino tiene su sede Odiel, puesta en marcha en 2015 con tres cervezas de trigo: rubia, tostada y negra, la única de esta variedad en toda España. Hoy cuentan con dos más: La Dorada y Marimateo Centeno, ambas con numerosos premios a nivel nacional e internacional, como destaca Ángel Sánchez, uno de sus responsables. Y, en Jaén, Tierra de Frontera tiene su base en Alcalá La Real. Su primera botella llegó al mercado en 2010 y, por ello, es la primera cerveza artesanal de la provincia de Jaén y una de las más antiguas de toda Andalucía.

Cooperativas cerveceras

También hay marcas que han nacido desde otro punto de vista. Una de ellas es Cervezas Bandolera, que surgió de la cooperativa Transformando SCA con la idea de crear cervezas artesanas basadas en la “economía social y solidaria”. “Nos importa tanto el qué producimos como el cómo lo producimos: de forma democrática, igualitaria, con respeto al medio ambiente y vinculados a nuestro territorio y su realidad social”, cuenta Javi Bajo. En sus cinco años de vida esta iniciativa cuenta ya con ocho estilos de cervezas, entre las que destaca una línea de ecológicas -como La Verea, que se distribuye en grupos de consumo y cooperativas de consumidores de productos ecológicos- que pretenden ampliar a corto plazo.

Otro ejemplo es del Destraperlo (Cádiz), puesta en marcha por Comando Cervecero SCA, una cooperativa de trabajo compuesta actualmente por cuatro personas. El germen original lo puso Tomás, maestro cervecero, en 2007, aunque no fue hasta 2014 cuando se creó la cooperativa y un año más tarde cuando se lanzó la marca. “Nuestra filosofía es la de formar una empresa bajo los pilares de la economía social, ya que entendemos que nuestra forma jurídica es la de trabajadores y a la vez dueños de nuestra empresa, es por ello que entendemos que es fundamental cooperar con otros proyectos afines tales como la cooperativa Coop57”, cuenta Irene Roldós. Actualmente Destraperlo, basada en Jerez, tiene cinco variedades: Rubia, Colorá, Negra, IPA y Trigo Eco. “Y tenemos previsto sacar nuevas variedades en breve, ya que este mundo está vivo y vibrante y con sed de cervezas nuevas que sorprendan al consumidor”, concluye Irene.

La demanda aún es baja

Las cervezas artesanales apenas ocupan hoy el 1 por ciento del mercado de esta bebida en Andalucía. Es la mitad que en otros lugares como Barcelona o Madrid. El sector cree que en parte tiene que ver con el precio -su valor ronda entre los dos y los cuatro euros de media-. “Pero es que más barato es insostenible”, asegura Charo Barco, fundadora de La Axarca y distribuidora desde su local en la localidad de Frigiliana. Ella también achaca la baja demanda a una menor curiosidad gastronómica que en otras comunidades, así como la falta de confianza del sector de la hostelería. “Cuesta mucho convencerles de que la calidad se paga y que hay un sector de gente que busca estas marcas y va a pagar ese precio. Pero falta fe”, asegura. Y eso que “hay una gran calidad en Andalucía”. Lo demuestran sus clientes, que en un 90 por ciento proceden del extranjero. “Nórdicos, ingleses, americanos, canadienses... todos   se quedan sorprendidos de la calidad de las cervezas que se hacen en Andalucía”, concluye. Habrá que probar.