José Luis Serzo: “Dedicarse al arte resulta un acto heroico o quimérico, casi revolucionario en estos tiempos”
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José Luis Serzo (Albacete, 1977) es una fuerza de la naturaleza. Premio de Artes Plásticas de Cantabria, el artista manchego afincado en Cabezón de la Sal desde hace años se revela en esta entrevista como un trabajador incansable y en permanente ebullición, con una ingente obra producida a sus espaldas. Actualmente, prepara el 'rescate' de la Escuela de Vallecas, que a lo largo de su existencia marcó el panorama pictórico español y con cuyo principal exponente, Benjamín Palencia, comparte múltiples conexiones. Serzo es un artista muy narrativo, con un imaginario propio cargado de barroquismo y tintes surreales y críticos. Sus personajes se debaten entre lo establecido, lo impuesto o esperado, y lo deseado, lo elegido, lo imprevisto, lo fantástico. De ahí surge la catarsis del cuadro o la escultura.
Como dijo de él Juan Manuel Bonet, exdirector del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, José Luis Serzo es “una de las voces más potentes y personales del mundo del arte figurativo contemporáneo en España”. Su obra ha podido verse en exposiciones de museos y centros de arte de todo el territorio nacional y en algunos países como México o Alemania, además de verse en ferias como ARCO, Art Cologne, Justmad, Context Miami, Art Beijing, Art Madrid, Estampa y Artelisboa, por citar unos ejemplos.
José Luis Serzo es de Albacete y se dedica a las artes plásticas. ¿Cómo llegó a radicarse en Cantabria?
Llevaba muchos años con esa idea. Trabajo con la Galería Siboney de Santander desde hace casi dos décadas, y siempre soñé con tener una cabaña en Cantabria para escaparme de vez en cuando y trabajar rodeado de sus verdes montes. Hace cuatro años se alinearon los planetas para que pudiera venirme e instalarme con familia y estudio en Cabezón de la Sal. Aunque en estos momentos todo puede cambiar de nuevo. La vida es un continuo cambio.
Su procedencia manchega, ¿de qué modo determina su trabajo artístico? ¿Hay algún rasgo común a los artistas que surgen de aquel territorio?
Siempre lo he comentado, cuanto más alejado de mi tierra me encuentro, más aparece en mi trabajo. Creo que en toda mi obra se puede descubrir su influencia, incluso en mitad del bosque o de cualquier naufragio imaginario. La perspectiva que nos ofrece alejarnos de cualquier cosa que nos marca o define nos brinda la oportunidad para valorar todo en su justa medida y sacar incluso provecho de ello de un modo más consciente. La Mancha es una tierra que te marca, como todos los lugares de carácter, de manera sutil pero rotunda al tiempo. No sé si a otros artistas de mi tierra les habrá influenciado como a mí sus inabarcables cielos, donde puedes ver el sol morir a tus pies al atardecer. Vagar por sus amplísimas y áridas tierras que son jalonadas por cerros, pinares, encinas, y ordenadas por sus inmensos majuelos, con sus retorcidas y viejas cepas o viñas, y en menor medida tortuosos olivos y almendros.
¿Y de qué modo ha influido Cantabria en su vida y en su obra?
Cantabria es una tierra que siempre me ha parecido bucólica. La he imaginado en muchas obras antes de venir aquí a vivir. Pinté sus bosques sin conocerlos desde mi estudio-garaje en mitad de Madrid hace muchos años. Desde que vine aquí, creo no he podido pintar un solo bosque, es tan fuerte la experiencia vital que no necesito 're-crearla' de ninguna manera. No puedo hablar todavía de lo que me ha influido realmente más allá de vivir con más intensidad las idas a Castilla o a La Mancha. Quizá necesito esa perspectiva que he mencionado. O quizá alguien desde fuera sepa advertir si hay algún cambio en mi carácter u obra.
Dedicarse a las artes plásticas y a la pintura me imagino que es una tarea titánica a diario. ¿Se ha arrepentido en algún momento de basar su vida en el arte?
Como bien dices, dedicarse por entero a cualquier tarea artística, en estos tiempos que corren tan pragmáticos y materialistas, resulta un acto heroico o quimérico, casi revolucionario, a mi modo de ver. Y aunque en muchas ocasiones se torne casi imposible seguir en ello, la idea de cambio de paradigma que empieza en uno mismo es la que me ayuda a seguir adelante y a luchar por provocar el milagro cada día.
¿Concibe otro tipo de vida?
La tarea titánica para mí sería dedicarme a algo diferente al arte. No concibo una vida de otra manera. Creo que cualquier individuo debería tener derecho a dedicarse a lo que verdaderamente le apasionase o gustase, pues solo desde ahí se puede dar el 100% de nuestras capacidades, mejorar así nuestras vidas y, por lo tanto, la sociedad entera. Como dice el dicho: trabaja en lo que te gusta y no sentirás que tienes que trabajar nunca.
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Ha recibido el Premio de Artes Plásticas de Cantabria por 'Escena para un tributo y una bienvenida'. Más allá de la dotación económica, ¿qué significado tiene para usted este premio y los galardones en general?
Para mí ha sido una sorpresa. Cualquier reconocimiento sirve de estímulo, claro está. Como gasolina 98, si estás acostumbrado a la 95 para seguir adelante. Sirve también para pensar que no estás haciendo tan mal las cosas. Pero no suelo darles mucha importancia a los premios, de hecho, apenas me presento a nada. He sido jurado en varias ocasiones y me he dado cuenta de lo duro que es descartar tantas posibilidades de buenos artistas. Es una lotería y termina siendo injusto siempre entre muchos que se lo merecen de igual modo.
¿En qué proyecto o proyectos está trabajando?
Tengo muchos proyectos en danza. Pero me ocupan más tiempo dos nuevas series que llevo a cabo desde hace unos años. Una tiene por título Mascarada de sobremesa. Tributo a un incómodo silencio entre Ensor y Solana. En esta serie juego con la posibilidad de unir en un extraño encuentro a dos de los artistas que desde mis inicios me han inquietado sobremanera, como son James Ensor y José Gutiérrez Solana. La serie nació hace unos años, en un viaje a Ostende, donde pude visitar la casa museo de Ensor. Cuando salí de la misma me surgió la pregunta: ¿De qué hubieran hablado Ensor y Solana si se hubieran sentado en la misma mesa a comer? ¿Cuál hubiera sido el menú que habrían elegido? Unir a estos dos grandes pintores en una mesa me sirvió para configurar toda una serie de obras y proyectos en los cuales sigo trabajando. Son dos pintores que trabajaron el asunto de la máscara y el esperpento con especial interés e intensidad, con sus paralelismos y diferencias, y creo que esas máscaras son las que les unen y las que les separan al tiempo, como a cualquiera que se las ponga. La máscara es algo que te oculta pero que muestra algo más profundo de ti, es una ventana y un espejo para el que se enfrenta a ella. Como el mismo arte.
Creo que está trabajando en un proyecto interdisciplinar que pretende en última instancia resucitar la Escuela de Vallecas, ¿esto es así?
Así es, otro de los proyectos que más entusiasmado me tiene es un diálogo que estoy haciendo con la obra de mi paisano Benjamín Palencia, uno de los artistas más importantes de la llamada edad de plata, y el creador junto con Alberto Sánchez de la Escuela de Vallecas. La suerte y privilegio es que además tenemos una versión museográfica que articulará el comisario Juan Manuel Bonet, donde encontró paralelismos fortuitos y sorprendentes entre obras preexistentes de ambas trayectorias, la de Palencia y la mía. Sorprendentes paralelismos, como digo, incluso para mí. Contamos con la colaboración directa de Ramón Palencia, responsable, especialista y custodio del Archivo de Benjamín Palencia, y eso, como te imaginarás, supone un privilegio total, ya que puedo acceder a obras inéditas y a un archivo increíble. Todo esto ha hecho que una vieja idea tome fuerza, que es la de desarrollar la ambiciosa posibilidad de configurar una III Escuela de Vallecas, donde además de obras ex profeso, me he lanzado a escribir una obra de teatro y configurar poco a poco una posible exposición colectiva que se articule en esa dirección.
¿Qué alcance tiene la obra de Benjamín Palencia en el contexto pictórico español del siglo XX?
La obra de Palencia es fundamental para entender el arte de España del siglo XX. Tanto por su aportación con la primera Escuela de Vallecas -único movimiento de vanguardia surgido en nuestro país de cierta importancia-, como para entender en profundidad la renovada visión del paisaje que surgió bajo su influjo a través de la segunda Escuela abanderada por él, donde influyó en cantidad de artistas coetáneos y posteriores.
¿Ejerce algún un influjo en usted?
Te confesaré que, cuando era joven, intenté huir de él todo lo posible, a la par que huía poco a poco de La Mancha. Y es que, al tratarse del pintor más importante y conocido de mi tierra natal, solía encontrarme reproducciones de sus paisajes tardíos, como si se trataran de estampas populares. Aquello que le hizo famoso entre el público y el mercado fueron sus paisajes de la última etapa 'neo-fauvista', por llamarlos de alguna manera, que, además, cantidad de pintores de mi tierra, intentaban emular. El caso es que no me interesaba nada e incluso me repelía por aquel entonces. Yo estaba en otras cosas mucho más sombrías y buscando un lenguaje más contemporáneo. Empecé a interesarme por su obra cuando conocí su extensa y variada obra de los años de antes de la guerra, dándome cuenta de la capacidad tan sorprendente que tenía para variar de estilo para descubrir nuevos y personales lenguajes en el arte de vanguardia.
¿En qué consistió esa Escuela de Vallecas que intenta recuperar?
Todo empieza con Benjamín Palencia. Cuando comencé a profundizar en su aventura vallecana, fue cuando me di cuenta de que nuestros puntos en común podrían ser mayores de lo que jamás imaginé. El ambicioso propósito que persiguió junto con Alberto Sánchez (a finales de los años 20 y principios de los 30 en lo que años después se conocería como l Escuela de Vallecas) terminó siendo algo casi insólito en el arte de España; esto es, llevaron a cabo un arte de vanguardia a la altura de lo que se hacía en París y en otras capitales europeas. A esta aventura se unieron puntualmente artistas de la talla de Maruja Mallo, Luis Castellanos, Pancho Lasso o Alberti. Los iniciáticos paseos que hacían desde Atocha a Vallecas y pueblos colindantes y periféricos de Madrid, servían para la inspiración en aquello que parecía nadie quería mirar, para buscar no solo lo propio y profundo de nuestras tierras, alejado de lo folclórico y el souvenir de turno, sino más bien ensalzar el territorio rural que todavía pervivía cerca de la capital, en los descampados del extrarradio, de pesado ambiente metafísico, que tanto les recordaban a sus tierras manchegas. Me interesa sobremanera cómo sublimaban lo periférico, lo eminentemente telúrico, lo residual e insignificante, consiguiendo al tiempo un lenguaje nuevo y experimental, que sirvió incluso como pez piloto para el informalismo que décadas más tarde surgió con fuerza y rotundidad en algunas partes de Europa. Fueron pioneros, además, porque reivindicaron la materia del paisaje castellano por encima del color.
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¿Cómo ve el panorama pictórico español ahora? ¿Lo caracterizaría de algún modo?
En España siempre hay magníficos artistas. Pero, desgraciadamente, no son todos los que están en la palestra del éxito, como siempre. Muchos de ellos están sumergidos, ocultos y ocultados, retirados del foco, quizá por nadar a contracorriente de las tendencias de turno, que ahora están marcadas no solo por lo comercial, sino por ciertas ideologías, que aun teniendo parte de sentido y pertinacia, se instrumentalizan e institucionalizan o se convierten en lobbies sectarios llenos de amiguismos, donde el arte, la calidad y autenticidad de los artistas, parece es lo último que interesa. Pero bueno, creo que eso pasa siempre y en todos lados. Aun así, sigo teniendo pasión por ciertos artistas auténticos y talentosos, que aunque están 'en la sombra', siguen trabajando de forma apasionada y heroica, demostrando una voluntad ejemplar. Lucho todo lo posible por hacer algo de justicia en este mundo tan injusto, y entre otras cosas, ayudar a ciertos artistas que desarrollan un trabajo verdadero.
Lucho todo lo posible por hacer algo de justicia en este mundo tan injusto, y entre otras cosas, ayudar a ciertos artistas que desarrollan un trabajo verdadero
¿Y el cántabro? ¿Cómo ve la pintura que se hace en Cantabria?
Es difícil catalogar por regiones el arte o los artistas de hoy en día, y es algo que echo en falta con todo esto de la globalización del tardo-capitalismo imperante, aunque a veces se encuentran matices en el trabajo de ciertos artistas que delatan sus raíces. Así, en Cantabria, hay algo muy cántabro en los paisajes de Emilio González Sainz o José Luis Mazarío, ya que se inspiran en su entorno. Pero hoy en día sabemos que los artistas trabajan con otro tipo de cosas, ideas y obsesiones recurrentes que suelen sublimar con su trabajo para hacerlas universales. Aun así, como digo, parece que el globalismo nos ha quitado cierto carácter del arraigo cultural autóctono. Todo nuestro entorno tiende a comercializarse y corromperse. Llegamos a tal extremo que cuando estamos en una calle de Madrid vemos las mismas tiendas y marcas que en cualquier calle de París o Hamburgo. Autenticidad que nace de lo íntimo y local, que es desde el único sitio que realmente se puede llegar a lo universal, pienso. Si no hay artistas con raíces, y estas no tienen que ser relacionadas con el territorio solamente, sino con lo eminentemente vivencial, no se podrá llegar a lo universal. Si acaso, se podrá hacer algo que epate en el público como un anuncio exitoso de turno, pero sin calado alguno. La transformación social debe nacer de la transmutación individual.
La transformación social debe nacer de la transmutación individual
¿Cuál ha de ser el papel de las instituciones a la hora de promover las artes plásticas?
El papel debe ser el apoyo de los artistas y creadores en general. Ayudando a profesionalizar el sector, que siempre está en un punto de precarización alarmante. Promover más ayudas a la creación, directas y descentralizadas, subvencionando salas expositivas, adquiriendo obra, promoviendo exposiciones en el extranjero para apoyar a internacionalizar a nuestros artistas, en vez de consagrar a los extranjeros aquí. Y un largo etcétera.
¿Qué papel han de jugar los museos en el futuro?
Pues como parte de la institución que representan, lo mismo que he dicho antes pero de forma más específica y rotunda. Los museos de hoy en día funcionan como catalizadores de artistas, mostrando no solo la obra de los consagrados, sino ayudando a otros a consolidar su carrera. Pero deberían reforzar su capacidad para ser lanzadera no solo de artistas emergentes, sino, sobre todo, de los artistas sumergidos que he mencionado antes, hacer justicia para rescatar artistas olvidados, nuestros pero sobre todo vivos, que siguen trabajando sin apenas repercusión. El museo debe hacer ese acto de justicia rotundo, además de tomar el pulso a la creación local o nacional sin dejarse guiar por el mercado ni los lobbies de turno.
¿Qué le parece como ha quedado el MAS de Santander tras su reapertura?
Pues muy bien, pero algo exiguo en cuanto a espacio para el desarrollo de importantes exposiciones temporales.
¿Qué cabe esperar de la apertura de Faro Santander y del Centro Asociado Reina Sofía en la ciudad?
Que tengan en sus exposiciones un equilibrio entre lo sorprendente y lo previsible. Que sean accesibles a nuevas propuestas de calidad, que no sean cortijos sectarios blindados ni sedes de una programación hermética misteriosa.
¿Cuál es el estado de salud del sistema de galerías?
Hay un cambio generacional importante. Todo eso trae cambios, como es lógico. Muchas grandes galerías están cerrando, pero una cantidad importante están abriendo en toda España. Esperemos que también se acreciente el exiguo coleccionismo de este país.
¿Cree que su obra está lo suficientemente reconocida en Cantabria, no solo por el público?
No me puedo quejar. Me siento cántabro de adopción desde hace muchos años.
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¿Qué es lo que le inspira? ¿Cómo es su mecánica de trabajo y su día a día?
Lo primero que hago todas las mañanas es desayunar leyendo el libro de turno, mientras Radio Clásica suena de fondo. Doy de comer a los animales y Otto me pide el primer paseo matutino. Luego llegamos al estudio y empieza la aventura. Tengo una buena biblioteca que me sirve de apoyo constante, a diario. Radio Clásica sigue de fondo en toda la jornada laboral. Veo bastante cine. Tengo amigos de lo más interesante con los que interlocuto de los más variados asuntos que me sirven para apuntalar temas de lo más dispar. Vivo en un lugar con un entorno privilegiado. Viajo a Madrid todos los meses para ver a mi hija y a mis amigos. Tengo una pareja que también se dedica al arte y es maravilloso poder compartir con ella mi pasión, que es nuestro trabajo. Además de todo ello, la cabeza no para de sugerirme obras todos los días.
Cuando Serzo no pinta, ¿qué hace?
Leer, escuchar música, pasear por el monte al perro, estar con mi pareja, con mis amigos, viajar, ver cine. Tocar la batería con mi grupo, estar con mi hija, mi hermana. A veces, organizar expos de otros artistas, atender entrevistas como esta, visitar exposiciones y, por supuesto, comer ¡y a veces dormir! [ríe].
¿Qué está leyendo?
Teatro Furioso, de Francisco Nieva. La Escuela de Vallecas V/A. Benjamín Palencia y el Arte Nuevo V/A
¿Qué film u obra de teatro le ha impactado más últimamente?
Una película: Más dura será la caída, de Jeymes Samuel, espectacular. Y una obra teatral, Inspiradas. Poética del fracaso, interpretada por mi increíble hermana, Ana Serzo, y dirigida por Joaco Martín.
¿Qué papel juega en su vida la música?
Es algo fundamental. Desde mi infancia ha venido acompañándome de manera constante y definitiva. De hecho estuve unos años pensando en dedicarme completamente a la música. Mi padre era un melómano empedernido, además, culto de la 'música culta'. Me crié escuchando por su parte Mussorgsky, Sibelius, Thaikovsky, Stravinsky, o bien Emerson Lake & Palmer, Mike Oldfied...
¿Y como intérprete?
A mí me dio por el rock duro muy fuerte; de hecho, he sido baterista desde los 12 años en muchos grupos de rock de manera intermitente. Creo que debería hacer alguna serie inspirada en mis inicios de rock en La Mancha. Ahora tengo un grupo en Cantabria del que pronto habrá noticias, espero.
¿Es un hombre familiar?
Sí, mucho, aunque la vida me lo ponga difícil.
¿Cree que los amigos son la familia adquirida?
Sí, claro. Siempre he pensado que tengo un patrimonio humano a mi alrededor increíble, y es lo que me hace realmente privilegiado y rico. Mis amigos son mi inspiración, por eso suelen aparecer en mi obra.
¿Viaja? ¿Tiene curiosidad por otros lugares?
Me encanta viajar. Tengo un espíritu nómada en parte frustrado, ya que no me puedo permitir estar viajando todo lo que me gustaría. Pero tengo la suerte de que mi trabajo me permite y obliga a viajar de vez en cuando. Soy feliz descubriendo otros lugares, es de lo que más me inspira. Soy, además, un fanático de los museos europeos. Creo ser completamente feliz cuando estoy en ellos.
¿Por qué pintar?
Porque es mi pasión. Y porque sigue siendo el lenguaje más eficaz para unir espíritu y materia de manera directa, por lo tanto es de los lenguajes más misteriosos para mí. Creo que la pintura nos ayuda a recordar quienes somos, de qué naturaleza estamos hechos. En ella, 'la piel' no solo es la superficie donde se muestra lo profundo, sino lo más humano y versátil para sobrevivir y sublimar la existencia.
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