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El mundo de ayer

¿Qué tal tu semana? La mía ha sido intensa. Anoche terminé el día en urgencias con mi mujer –no te preocupes, no es grave, solo un pequeño susto, tanto ella como mi futura hija están bien–. Y desde un sitio tan lúgubre como la sala de espera de un hospital pude presenciar el terrible espectáculo de ver cómo el hombre más poderoso del mundo, Donald Trump, humillaba en directo a su supuesto aliado, Volodímir Zelenski.
Hoy tenía previsto dedicar mi boletín a otro tema; al perdón parcial de la deuda de las autonomías que quiere poner en marcha el Gobierno. Es un asunto importante pero lo dejaré para otra ocasión; me parece marciano hablarte de la deuda y el FLA cuando el mundo que conocimos se derrumba a nuestro alrededor. Así que hoy me he levantado a las cinco de la mañana para reescribir completamente esta carta. Porque es Trump, y no la deuda, lo que hoy tampoco me ha dejado dormir.
Si aún no has visto el vídeo, te recomiendo que lo hagas –aquí lo tienes íntegro, subtitulado al español–. Hay que verlo para saber dónde estamos. Para entender mejor esta terrible situación. Fue Estados Unidos quien apoyó y armó a Ucrania, desde muchos años atrás; también durante la primera presidencia de Donald Trump. Fue también EEUU quien alentó a Ucrania para que pidiera la adhesión a la OTAN. Es hoy EEUU quien traiciona al pueblo ucraniano y deja claro al mundo, especialmente a Europa, que ya no vivimos en el orden mundial de 1945; que ya terminó. Es un vídeo histórico, que demuestra que Estados Unidos ha dejado de ser un aliado fiable. Que el mundo está gobernado por un matón ignorante, un narcisista que cree que sigue protagonizando un reality de televisión. Alguien que solo cree en la ley del más fuerte y que no duda en extorsionar públicamente a un supuesto aliado para que acepte el reparto de la riqueza y el territorio de su país, porque ‘no tiene cartas’ para más.“ Mientras Trump siga al frente, solo queda prepararnos para lo peor.
No es que el mundo de ayer fuera perfecto. No lo fue. La historia de los últimos ochenta años está repleta de dobles raseros por parte de EEUU. Es el mismo país que lleva décadas permitiendo la sangrienta opresión al pueblo palestino. El que ha enarbolado la bandera de los derechos humanos solo cuando le ha venido bien. Es la potencia de la cárcel de Guantánamo o la de Abu Ghraib; la que invadió con mentiras Irak; la de los golpes de Estado en Latinoamérica; la que alimentó en Afganistán ese mismo yihadismo que, décadas más tarde, también asesinó en Madrid.
Hay quien aún vive en la Guerra Fría. Te aseguro que yo no. Denunciar el imperialismo presente y pasado de EEUU no justifica ni uno solo de los crímenes de guerra de la Rusia actual, tan imperialista o más. Tengo claro que no hay nadie más opuesto a los valores en los que creo que Vladimir Putin; otro matón. La democracia española no es perfecta, tampoco la de EEUU. Pero si yo fuera el director de un periódico como elDiario.es en la Rusia de Putin, hace años que estaría muerto, en el exilio o en prisión.
Tampoco creo que Ucrania sea una democracia ejemplar. Zelenski tiene sus sombras, pero yo sí recuerdo quién invadió a quién. Esta guerra, la de Ucrania, la empezó Rusia. En 2014, en Crimea. En 2022 lanzó una ofensiva total. Zelenski pudo haberse largado en un avión; huir del país. En lugar de escapar, se quedó para luchar. Nadie que ha hecho lo que él hizo merece la humillación que ayer sufrió por parte de alguien tan nefasto como Donald Trump.
Estos días estoy con un libro que me temo que está de plena actualidad, aunque te advierto que, si lo lees, es posible que te pueda deprimir. Son las memorias de un escritor al que admiro, Stefan Zweig, que también trabajó como periodista. Dejó una obra brillante –te recomiendo también ‘Momentos estelares de la humanidad’– pero su vida fue aún más interesante, a su pesar. Su autobiografía se titula ‘El mundo de ayer’ y está escrita en 1941, un año antes de que se suicidara junto a su mujer, desolado por el avance del nazismo, convencido de la derrota de la civilización europea. Murió el 22 de febrero de 1942, tres años antes de la victoria aliada y cuando parecía que Adolf Hitler era imparable.
Zweig nació en 1881, en una familia judía de la alta burguesía. Tuvo una juventud muy acomodada, la fortuna de la riqueza, el privilegio de poder estudiar y viajar. Buena parte de esos años los pasó en Viena, desde donde después vivió todos los horrores de la primera mitad del siglo XX. La primera guerra mundial. La segunda. La persecución de los judíos. Zweig fue una persona tolerante y pacifista, en un mundo que se lanzó en la dirección contraria.
Este párrafo de sus memorias lo resume muy bien:
- “Antes de la guerra había conocido la forma y el grado más altos de la libertad individual y después, su nivel más bajo desde siglos. He sido homenajeado y marginado, libre y privado de la libertad, rico y pobre. Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea. Me he visto obligado a ser testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos y que esgrimía su dogma deliberado y programático de la antihumanidad. Después de siglos, nos estaban reservadas de nuevo guerras sin declaración de guerra, campos de concentración, torturas, saqueos indiscriminados y bombardeos de ciudades indefensas; bestialidades que las últimas cincuenta generaciones no habían conocido y que ojalá no conozcan las futuras”.
Anoche, desde la sala de espera de un hospital, a pocas semanas de que nazca mi hija, mientras veía a Trump humillar a Zelenski, me acordaba de Zweig. Del mundo de ayer.
Lamento que esta carta sea un poco triste y algo más breve de lo habitual. Será también que he dormido poco. He visto amanecer mientras te escribía estas líneas desde mi ordenador. Me conozco, y sé que pronto recuperaré mi optimismo habitual; tenlo por seguro. Y hay también buenas noticias que celebrar. La más importante de la semana: que la extrema derecha alemana no gobernará.
Cuando Trump asegura que la Unión Europea se creó para “joder a EEUU” está otra vez mintiendo, pero implícitamente desvela su principal temor. Ojalá las amenazas de Trump al menos sirvan para unir a Europa ante este matón.
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