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ENTREVISTA
Juan Carlos Usó, sociólogo

“Las sustancias que antaño controlaban los médicos y dispensaban los farmacéuticos ahora las controlan policías y las dispensan criminales”

Juan Carlos Usó, sociólogo e historiador.

Javier Fernández Rubio

Santander —

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Richard Nixon no había declarado todavía la guerra a las drogas cuando un grupo de científicos, con el aval de la Iglesia católica, efectuó el 20 de abril de 1962 un experimento en la Marsh Chapel de la Universidad de Boston. Fue una prueba, conocida después como 'El experimento de Viernes Santo', para comprobar hasta qué punto el uso de sustancias enteógenas [droga psicoactiva capaz de inducir una experiencia espiritual enfocada al desarrollo personal] podían producir un efecto similar al de una experiencia mística o religiosa. Con ese punto de partida, W. H. Pahnke, graduado en Teología por la Harvard Divinity School, reunió a 20 estudiantes de Teología en la capilla. El experimento fue asistido por Timothy Leary, Richard Alpert y el Harvard Psilocybin Project. Los resultados fueron sorprendentes, aunque no concluyentes. Lo que sí concluyó entonces fue cualquier nuevo intento de experimentación de este tipo con las autoridades académicas de Estados Unidos y la Iglesia de por medio.

Más de 62 años después de aquel suceso, el sociólogo Juan Carlos Usó (Castellón, 1959), discípulo de Antonio Escohotado y uno de los más relevantes historiadores del uso de las drogas enteógenas del país, ha entrevistado a una serie de expertos en los más diversos campos para reflexionar sobre el alcance de aquel experimento de Boston y sobre todo saber hasta qué punto el uso de sustancias como la psilocibina puede avivar la percepción del ser humano, mística o no. El libro -'El sol salió anoche y me cantó' (El Desvelo Ediciones, 2023)- ofrece un estudio preliminar sobre lo que ocurrió en las Marsh Chapel y el resultado de la encuesta realizada.

¿Qué alcance ha tenido el llamado 'Experimento de Viernes Santo'?

Fue un intento de estudiar y comprobar el potencial de las drogas psiquedélicas [sic] —en este caso, la psilocibina— como vehículos de trascendencia espiritual.

No deja de ser curioso que la propia Iglesia católica patrocinara experimentos de este tipo con drogas. ¿Por qué cambió de opinión?

Cuando se llevó a cabo el experimento, las drogas psiquedélicas (LSD, psilocibina, mescalina) todavía no estaban prohibidas ni perseguidas. Eran sustancias muy prometedoras, sobre todo en el ámbito de la Psiquiatría, y no pesaba sobre ellas ningún tipo de estigma. A mi juicio, el cambio de opinión obedeció a dos motivos: a su consumo masivo en la calle y su consiguiente prohibición; y al hecho de que, efectivamente, podían facilitar el mismo éxtasis experimentado por las personas místicas.

¿El uso de sustancias para la obtención de experiencias místicas o trascendentes es reciente o se remonta a los inicios de la humanidad?

Con toda seguridad es antiquísimo. No hay más que pensar en el papel desempeñado por los chamanes en muchos pueblos y culturas o en los misterios eleusinos, unos ritos de iniciación anuales celebrados en la Grecia clásica, relacionados con el culto a las diosas Deméter y Perséfone, en los que se empleaba un bebedizo llamado kykeón, uno de cuyos ingredientes esenciales era el cornezuelo de centeno, precursor de la LSD.

¿Qué valor tienen las sustancias psicodélicas como caminos de exploración?

A finales de los años 50, los psiquiatras consideraban que la LSD era una sustancia ideal para desentrañar el fenómeno del delirio, pero también que podía modificar la personalidad humana y, al mismo tiempo, servir para descifrar los arcanos del pensamiento. En realidad, este tipo de sustancias son magníficas herramientas para el autoconocimiento.

¿El uso de drogas facilita el control social por el poder o su liberación?

Habría que matizar el término “droga”. No es lo mismo la heroína que la psilocibina, ni la cocaína que la MDMA, más conocida como éxtasis. Las drogas heroicas —aquellas que curando pueden llegar a matar—, manipuladas por el Estado, pueden llegar a ser instrumentos esclavizadores y, por tanto, de control social. Las drogas que Antonio Escohotado definió como “de excursión psíquica” son sustancias, como decía antes, de autoconocimiento y, en este sentido, bien pueden contribuir a la liberación personal.

¿Su principal atractivo es que suponen un 'atajo' comparado con otras experiencias como la meditación?

¡Sin duda pueden ser definidas como un atajo espiritual! De hecho, el psiquiatra estadounidense Andrew B. Newberg, padre de la denominada ‘neuroteología’, ha realizado escáneres cerebrales y ha podido comprobar que el lóbulo frontal de las personas entregadas a una oración ferviente, a una intensa meditación y a los efectos de las drogas psiquedélicas ofrecen perfiles muy parecidos.

¿Existen estudios sobre su uso en España?

En España se hicieron experimentos con LSD supervisados por psiquiatras (Sarró Burbano, Miret Monzó, Ruiz Ogara, Martí Tusquets, González Monclús, Rojo Sierra, Rof Carballo, González Morado, Martí Granell, Seva Díaz, López Ibor, Gimeno Abellán, etcétera) en prácticamente todas las facultades de Medicina, al menos entre los años 1955 y 1957. Y fruto de dichos experimentos se publicaron numerosos artículos científicos. Un ensayo similar al 'Experimento de Viernes Santo' no me costa que se haya llevado a cabo. Si bien es verdad que actualmente hay numerosos grupos diseminados por todo el país tomando ayahuasca con fines espirituales.

En España se hicieron experimentos con LSD supervisados por psiquiatras en prácticamente todas las facultades de Medicina, al menos entre los años 1955 y 1957

Usted tiene escrito que las primeras décadas del siglo XX fueron determinantes en el cambio de concepto del uso de las drogas por los cambios legislativos y sociales que se produjeron. ¿Qué pasó y qué consecuencias tuvieron esos cambios?

En España, hasta el 1 de marzo de 1918, todas esas drogas que hoy consideramos peligrosas -opio, morfina, heroína, láudano, cocaína, hachís, etcétera- se vendían libremente en las farmacias. A partir de la fecha señalada, y con la intención de restringir su consumo, se exigió la receta médica. Ante la inutilidad de todas las medidas restrictivas, en agosto de 1932 se prohibió la heroína de manera condicional. Las consecuencias de esa carrera saltan a la vista.

El uso generalizado de la droga pasó del control del boticario y el Estado al de las mafias y el trapicheo. ¿Es así?

En efecto, las sustancias que antaño controlaban los médicos y dispensaban los farmacéuticos ahora las controlan policías y las dispensan criminales. ¡Dígame usted si hemos salido ganando o perdiendo con el cambio!

¿Qué volumen de ‘negocio’, legal o ilegal, se esconde detrás de las drogas?

Se dice que después del tráfico de armas es el que genera mayores beneficios a las partes implicadas.

¿Es partidario de la legalización de las drogas? ¿Por control sanitario, por otras causas?

Soy partidario de la despenalización —¡que no legalización!— de las drogas, básicamente por motivos humanitarios.

Soy partidario de la despenalización —¡que no legalización!— de las drogas, básicamente por motivos humanitarios

¿Qué diría a quien teme que la despenalización conduzca a un aumento del consumo?

Que esa ecuación no tiene por qué darse. De hecho, en los países donde se han llevado a cabo legalizaciones parciales no se ha producido ese fenómeno. En última instancia, lo verdaderamente peligroso no son las drogas, sino las condiciones de acceso generadas por el régimen de prohibición.

¿Se refiere a la progresiva incorporación de países a la legalización del consumo de marihuana?

¡Sí, ese sería un buen ejemplo!

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