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Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia

Edificios piramidales y ‘corrales’ pesqueros kilométricos: la enigmática cultura manteña de Ecuador

Restos de los 'corrales' o estructuras pesqueras cerca de Ligüiqui, en Ecuador

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En el continente americano allá por el año 800 d.C. y al menos hasta mediados del siglo XVI, en el que hoy se conoce como cantón de Manta, una entidad territorial de la provincia de Manabí, en Ecuador, vivieron quienes formaron parte de la cultura manteña.

Desapareció hace unos cinco siglos y es todo un enigma. Fue descubierta a principios del siglo XX, en el sector norte del Pacífico latinoamericano, en lo que hoy es la costa central ecuatoriana.

¿Qué ocurrió? “Lo que sabemos es que se produjeron cambios con la llegada de los europeos, pero lo cierto es que también lo hubo al menos unos 30 o 40 años antes por circunstancias que todavía desconocemos”, señala el arqueólogo de la Universidad de Alcalá (UAH), Manuel Castro.

Es una de las conclusiones publicadas en un artículo en la revista Radiocarbon que firman también Lauro Olmo, Francisco José Jiménez Espejo, Marcos Octavio Labrada, Pilar Diarte, Juan Andrés Jijón y Antonio García Álix.

Se trata del estudio más reciente, hasta la fecha, sobre el momento de la desaparición de la cultura manteña, gracias a las dataciones del Carbono-14, apoyadas en un modelo estadístico que sugiere los periodos del cese y de la desaparición de la actividad en los yacimientos arqueológicos del lugar.

El trabajo científico pone el foco en la fase de abandono del lugar, comparándola con los datos conocidos de otros conjuntos manteños parcialmente excavados. Hasta ahora la explicación más común ha sugerido que se produjo como resultado de la conquista europea, que provocó un descenso demográfico drástico entre 1530 y 1600.

Sin embargo, la hipótesis y los resultados que maneja el equipo hispano-ecuatoriano apunta ciertos matices. “La explicación no está solo en la llegada de los europeos”, dice Manuel Castro. “Es posible defender que una parte importante de los sitios manteños sufrieron una drástica ocupación entre 1480-1500, lo que señala la existencia de factores previos a la formación del poder colonial”. Entre esos factores señala tanto la expansión inca desde el punto de vista político, que alteró parte de las redes de intercambio y, de manera especial, el comercio vinculado a la pesca.

Pero, además, ciertos factores climáticos pudieron impactar en uno de los elementos más característicos de la riqueza del lugar: el “cultivo” y recogida del Spondylus, un molusco bivalvo que tuvo una importancia simbólica y ritual para las sociedades prehispánicas desde el Sur de California hasta la Patagonia.

“Pudieron influir cambios en la corriente del Niño, que es muy intensa en esta zona, con una disminución de los recursos marinos”, entre otras cosas. Son algunas de las cuestiones que ahora investiga el equipo que encabezan los profesores Manuel Castro y Lauro Olmo.

“Las conclusiones, que pueden generar cierta controversia frente a los paradigmas establecidos, inciden también en la capacidad de transformación, adaptación, maduración y crisis de las sociedades prehispánicas andinas en el momento anterior al impacto europeo”, señalan los investigadores.

Un paisaje único, que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad

La cultura manteña, y en concreto el sitio de Ligüiqui, aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad dentro del catálogo de la UNESCO.

Los pobladores del lugar, antes de la llegada de los españoles, fueron capaces de estructurarse en yacimientos de miles de hectáreas, y de crear complejos arquitectónicos rituales con construcciones piramidales. El agua y el culto en torno a ella, fue un elemento central de esta sociedad.

Las conclusiones, que pueden generar cierta controversia frente a los paradigmas establecidos, inciden también en la capacidad de transformación, adaptación, maduración y crisis de las sociedades prehispánicas andinas en el momento anterior al impacto europeo

Los investigadores han documentado y confirmado que los restos de construcciones en la hoy pequeña población de Ligüiqui - tiene unos 300 habitantes- fueron erigidos sobre montículos de 20 a 60 metros sobre el nivel del océano Pacífico, conocidos como ‘tolas’. 

Junto a esas edificaciones existió un enorme complejo de pesca que se extiende entre seis y siete kilómetros y que se adentra en el mar. Es todo un puzle de trampas y estructuras en piedra, que permitían la caza de diversas especies marinas.

Es uno de los elementos que hace único al sitio de Ligüiqui: los ‘corrales’. Son complejas trampas semicirculares construidas con rocas basálticas que tienen un diámetro máximo de 141 metros. “Tenemos algo similar en España, con protección, en Rota y Chipiona. Algunas fuentes apuntan a que los corrales ecuatorianos son de época colonial, pero nosotros pensamos que la actividad pesquera ya era muy intensa antes. Estamos convencidos de que son de época prehispánica”.

Es un sistema particularmente complejo con varios niveles de extracción que aún se utiliza hasta el día de hoy. “Sabemos que cada corral se dedicaba a un tipo de pesca: moluscos, peces de mediano tamaño, túnidos y posiblemente ballenas”. La antigua empresa española Conservas Isabel, hoy en manos de un grupo italiano, estableció allí siglos después parte de su negocio.

No muy lejos, a unos 40 kilómetros, en el yacimiento de Cerro de Hojas-Jaboncillo, con más de 3.500 hectáreas, ya en la selva costera, se han documentado también elevaciones a modo de zigurat, una variante de las pirámides caracterizada por los escalones.

Fue en 2012, cuando los habitantes de la zona dieron fe de la existencia de valiosos hallazgos arqueológicos en el cabo San Lorenzo y en la pequeña zona pesquera de Santa Marianita. Gracias a ello, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) de Ecuador financió una serie de prospecciones arqueológicas en Ligüiqui, a unos 20 kilómetros al suroeste de la ciudad de Manta.

Desde 2018, la Universidad de Alcalá colabora en las prospecciones y excavaciones, dentro de un proyecto internacional, con financiación del Ministerio de Cultura y la Fundación Palarq que cuenta también con investigadores ecuatorianos, de la Universidad de Granada y del CSIC. Además del sitio de Ligüiqui analizan el yacimiento de Cerro de Hojas-Jaboncillo, donde ha participado en los trabajos de documentación de los restos arqueológicos bajo la selva costera, empleando tecnología LIDAR.

La relación de la Universidad de Alcalá con Latinoamérica comenzó en los años 90 con programas de investigación y de intercambio. Los proyectos se han ido consolidando en el actual siglo XXI.

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