La sequía histórica que padecía Catalunya ha llegado a su fin. Así de claro lo expresa Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universitat de Barcelona (UB) y uno de los principales expertos en climatología del país. Tras más de tres años de falta de lluvias y pérdida progresiva de reservas en los embalses, que obligaron a la Generalitat a decretar por primera vez el estado de emergencia hídrica en 2024, la situación mejoró ligeramente ese año. Pero este marzo, en apenas quince días de precipitaciones el estado de los pantanos de las cuencas internas ha dado un vuelco: han pasado del 30% al 50%.
¿Cómo valora el episodio de lluvias de los últimos días en Catalunya? ¿Cuánto hace que no se registraban estas precipitaciones?
Ha sido una acumulación de episodios. Desde principios de la primavera climatológica, que abarca de marzo a mayo, hemos visto episodios generales de lluvias que, sin tener un carácter torrencial, se han ido acumulando de forma regular, no compulsiva. Ha tenido un carácter –entre comillas– más atlántico que mediterráneo. ¡Es que hemos visto lloviznar y sirimiri! Además, ha sido muy repartida por el territorio, sobre todo en las cabeceras de los ríos de las cuencas internas, que estaban muy escasas desde hacía mucho tiempo. Si hace justo un año, en marzo de 2024, el agua en los embalses llegó a un mínimo de un 14%, el resto del año ya fue más razonable en cuanto a lluvias y en muchos lugares se alcanzaron los valores medios. Y ahora con las últimas lluvias los embalses han acumulado bastantes reservas y han dado un salto que no veíamos desde 2021.
Con los datos de los embalses en la mano, que ya rebasan el 50%, técnicamente y en casi toda Catalunya estaríamos fuera de lo que se considera como sequía hidrológica.
La sequía en Catalunya, que ha durado tres años y algo más, ha finalizado. En mi opinión, la doy por finalizada. Tenemos un incremento muy llamativo del agua embalsada, que además que va a continuar, porque la dinámica es de lluvia y hay una cantidad considerable de nieve almacenada.
Para mí la sequía tiene cinco facetas. En cuanto a la pluviométrica, se están normalizando los valores promedio de lluvias. Hidrológicamente, el repunte de agua embalsada es importante. En cuanto a los ecosistemas, de 2021 a marzo de 2024 los bosques sufrieron mucho, pero ya no estamos en esas condiciones. Sobre la sequía agraria o edáfica, ahora el suelo tiene la sazón y humedad que le corresponde por el momento del año. Y por último, la sequía socioeconómica: si quedan restricciones habría que levantarlas. Pero dicho esto, hay que añadir que el peligro de la naturaleza llamado sequía seguirá presente. Es consustancial al clima mediterráneo y con el cambio climático el fenómeno será más frecuente y más intenso
De la sequía que Catalunya deja atrás no existen precedentes.
Los años 1822, 1823 y 1824 tuvieron un carácter parecido en cuando a escasez de lluvia. Remontarse dos siglos para encontrar un caso igual lo convierte en excepcional. Pero insisto en que el fenómeno de la sequía está ahí y conviene no olvidarlo.
¿Un período de lluvias constantes como el que estamos viviendo en Catalunya es algo poco habitual? La última vez que se llenaron los embalses fue en 2020 con el temporal Glòria.
El Gloria fue un temporal extraordinario. Regó en tres o cuatro días todo el territorio de forma copiosísima. Las cantidades fueron enormes. En este caso han sido días repetidos. ¿Es probable o improbable? De vez en cuando se dan estas anomalías, ahora en forma de depresiones y borrascas una tras otra entrando desde el Atlántico. Ha llovido mucho en Andalucía occidental, en el occidente de la península, en parte de Castilla… Esto de vez en cuando ocurre, igual que a veces tenemos anomalías de otro signo, como las anticiclónicas. No es muy frecuente, pero ocurre de vez en cuando, tampoco es extraordinario.
¿Y cómo se presenta esta primavera y verano en cuanto a precipitaciones?
Para ello miramos las predicciones estacionales, que son para los tres próximos meses aproximadamente en cuanto a temperatura y lluvia. Pero tienen un alto grado de incertidumbre. Para abril y mayo se ve que la temperatura será superior a la normal, pero sobre la lluvia no dicen gran cosa. Nada especial. Alguno dice que abril puede ser más lluvioso: ojalá, pero tiene un alto grado de incertidumbre.
El peligro de la naturaleza llamado sequía seguirá presente. Es consustancial al clima mediterráneo y con el cambio climático el fenómeno será más frecuente y más intenso
Hablemos de futuras sequías en un territorio como el catalán. ¿Con la emergencia climática padeceremos más sequías y más intensas?
En el Mediterráneo, donde podemos insertar casi toda España, todos los modelos climáticos anuncian que no podemos esperar más lluvias que las actuales. Por lo tanto, habrá que ser muy cuidadosos con la gestión de los recursos hídricos. Porque aunque llegue a llover lo mismo, como la temperatura va a seguir subiendo, habrá menos recursos hídricos en el suelo, porque habrá más evaporación.
Suele decir usted que los modelos climáticos con el calentamiento global no son muy claros en cuanto a la evolución de las lluvias.
De lo que no hay duda con el cambio climático es que la temperatura va a seguir aumentando. Sobre la lluvia en el Mediterráneo, es posible que tienda a disminuir. Pero aunque se mantenga como ahora, el resultado es que habrá menos recurso hídrico disponible, porque una superficie más cálida es más evaporante.
¿De la actual sequía histórica cree que hemos aprendido algo como sociedad?
Sí, ya lo creo. Cuando la humanidad se ve sometida a riesgos importantes y duraderos queda una huella, aunque la memoria humana pueda ser corta. La anterior gran sequía, la de 2008, dejó una reducción del consumo de agua en Barcelona. Los técnicos que gestionan el agua en Catalunya son buenos y capaces, aunque quienes toman las decisiones son los políticos y ahí podríamos ser más críticos.
¿Qué cree que habría que mejorar concretamente de la gestión del agua durante la escasez de los últimos tres años?
De entrada, hay que trabajar por la sequía en los momentos de bondad pluviométrica. Ahora que tenemos una época buena, lo que hay que hacer en primer lugar es evitar y reparar las pérdidas de las redes de distribución de agua. En muchos municipios todavía suponen porcentajes muy considerables que se pierden. Esto hay que reducirlo al mínimo. En el caso de Catalunya, hay un plan con un horizonte para la próxima década para construir una nueva planta desaladora, para aprovechar mejor los acuíferos, para potabilizar el agua del río Besòs… Si se aplica este plan, seremos menos dependientes del agua de la lluvia y de los embalses.
Hay que trabajar por la sequía en los momentos de bondad pluviométrica. Ahora que tenemos una época buena, lo que hay que hacer en primer lugar es evitar y reparar las pérdidas de las redes de distribución de agua
Algunas entidades cuestionan que seamos capaces de seguir con aumentos de población y sobre todo de actividad económica que demanda más agua, cuando en el futuro lo que tendremos serán más períodos de escasez.
Lo podemos visualizar en el sector económico del turismo, con importancia fundamental en España. Recibimos 90 millones de visitantes el año pasado, el doble de nuestra población, y el turismo demanda agua. El problema del agua tiene incidencia en todos los sectores económicos, pero si seguimos aumentando el número de turistas de forma desmesurada, el territorio, incluida el agua, será insuficiente para satisfacer la demanda. Esto obliga a planificar el territorio incluyendo la planificación hídrica y la energética. Agua, energía y territorio van de la mano, son indisolubles. El problema del agua tiene que ver con qué país pensamos para el futuro.