La moneda colosal de Australia que pesa más que un coche y cuesta una fortuna

Pesa lo mismo que un coche pequeño y vale más que una obra de arte de Picasso, pero nadie podrá pagar con ella en un supermercado. La moneda de oro más grande del planeta no cabe en el bolsillo ni se diseñó para circular.
Su existencia responde a otra lógica: la de deslumbrar, demostrar músculo técnico y reforzar una tradición minera que define buena parte de la historia moderna de Australia. El oro dejó de ser una herramienta práctica hace tiempo, pero cuando se funde en forma de moneda gigantesca, recupera algo de su antigua majestuosidad.
El día que Perth decidió tirar la casa por la ventana
Esa fue la apuesta de la Casa de la Moneda de Perth en 2011, cuando fabricó una pieza colosal que destrozó todos los registros previos. La bautizaron como Australian Kangaroo One Tonne Gold Coin y su nombre ya da una pista: una tonelada exacta de oro puro al 99,99 %. Sus dimensiones imponen: 80 centímetros de diámetro, 12 de grosor y más de 1.012 kilos de peso. En otras palabras, tanto como doce canguros reales.
Técnicamente es dinero, con un valor facial de un millón de dólares australianos, pero en realidad está más cerca de un lingote monumental que de una moneda convencional. Aun así, figura como moneda de curso legal.

La hazaña no solo fue simbólica. Guinness World Records la reconoció un año después como la moneda de oro más grande jamás acuñada. Para entonces ya había salido de gira por Asia y Europa y, en 2019, llegó incluso a Nueva York para promocionar el fondo de inversión en oro físico de la Perth Mint, conocido como Perth Mint Physical Gold (AAAU).
En cuanto al diseño, la parte posterior muestra un canguro rojo con un nivel de detalle minucioso, una figura que no solo evoca la fauna australiana, sino que también representa un emblema nacional con décadas de presencia en las monedas de inversión del país. En el anverso aparece la imagen de la reina Isabel II, un retrato de Ian Rank-Broadley que figura desde finales de los noventa en buena parte de la moneda conmemorativa del mundo anglosajón.
Más que una cara bonita: el valor real está en los números
Pero lo verdaderamente impactante no está en su tamaño ni en sus grabados, sino en su valor real. Aunque su cara diga que vale un millón, el mercado del oro cuenta otra historia. Según los precios en el momento de publicación, el metal que la compone alcanzaría los 157,1 millones de dólares australianos, lo que equivale a unos 91,2 millones de euros.
Una cifra que multiplica por mucho su valor nominal. Esta desproporción entre lo simbólico y lo material la convierte en una curiosidad única dentro de la numismática moderna.
Canadá tuvo su momento… hasta que llegó Australia
Antes de que Australia diera este golpe sobre la mesa, el récord lo ostentaba Canadá con su Big Maple Leaf, una moneda también legal que pesa 100 kilos, tiene un diámetro de 50 centímetros y una pureza ligeramente superior con 99,999%.
Cinco ejemplares fueron acuñados en 2007, pero uno de ellos desapareció en un robo en el Museo Bode de Berlín en 2017. Las investigaciones no lograron recuperarla y todo apunta a que fue fundida.
Frente a ese destino trágico, la moneda australiana se mantiene como pieza única y protegida. Su creación no solo superó cualquier intento anterior, también sirvió para reforzar la reputación del país como potencia en el mercado del oro y para demostrar hasta dónde puede llegar la destreza de una casa de la moneda con más de un siglo de historia. Aunque no esté a la venta, su simple existencia ya la convierte en una obra de ingeniería, inversión y orgullo nacional.
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