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Se vende ciudad, interesados pregunten por Collboni

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Bonita, brillante, lujosa y absolutamente vacía de vida. Como buen escaparate, la Barcelona de Jaume Collboni se gestiona pensando en clientes y visitantes, pero jamás en las vecinas y vecinos. Que se lo pregunten a las miles de barcelonesas que perderán su tarjeta sanitaria y el acceso a otros servicios públicos básicos tras la última decisión del PSC de eliminar el empadronamiento en entidades sociales.

Miles de barcelonesas que ven cómo se prioriza, eso sí, que el hombre más rico del mundo pueda alquilar un parque público y emblemático como es el Park Güell, privar de su uso a las vecinas y colegios del barrio y, de paso, romper impunemente parte del patrimonio que nos dejó Gaudí.

Tras un año de bandazos y sin un rumbo concreto, incapaz de llegar a grandes acuerdos con el resto de fuerzas políticas, Collboni parece haber encontrado al fin qué modelo quiere para Barcelona: el modelo de ciudad en venta del que ya fue pionero Xavier Trias.

Un modelo anti-social, propio de la derecha, que considera que nuestro espacio público es un escenario de cartón piedra al servicio de millonarios y empresas extranjeras, y no el lugar en que vecinas y vecinos se encuentran, comparten la ciudad, discuten y construyen una vida en común.

Si Collboni ha vendido el Park Güell a Luis Vuitton, Trias -por aquél entonces aún bajo las siglas de Convergència- puso la alfombra roja al magnate del acero Lakshmi Mittal para celebrar “la boda más cara de la historia” en el MNAC, cerrando al público el museo y la Avenida Maria Cristina. Y en ambas ocasiones, ni la prensa ni el resto de concejales hemos tenido acceso a los contratos para la privatización de estos espacios por parte de dos grandes multinacionales.

Alquilar el Park Güell es sólo la primera de las muchas frivolidades que veremos en nuestras calles los próximos meses: se permitirá circular coches de Fórmula 1, ruidosos y contaminantes, por pleno Paseo de Gracia en medio de una crisis climática. Se acogerá la mayor feria de casinos del mundo ahora que la pandemia nos ha demostrado la importancia de la salud mental y el impacto que el juego tiene en las adicciones.

Seremos sede internacional de una cumbre “sobre el sector del lujo” del Financial Times donde los millonarios compartirán las últimas tendencias de espaldas a la precariedad que genera su nivel de vida en la ciudadanía de a pie.

Todo ello nos hace pensar que eliminar el empadronamiento en entidades sociales, dejar sin personal la Oficina para la No Discriminación o tumbar el decreto para regular los alquileres de temporada en el Parlament son también las primeras de muchas políticas contra los intereses de las vecinas y a favor de los lobbies que este PSC desnortado pretende aplicar en nuestra ciudad.

Frente a este modelo de privatización del espacio público y desarme de las políticas sociales, desde Comuns no nos queda más que reivindicar el modelo opuesto, el que hemos llevado a cabo durante los 8 años de gobierno.

Frente a la contaminación y el ruido, más 'superillas' y ejes verdes. Frente a la especulación y los desahucios, más y mejor vivienda pública. Frente a la austeridad y los recortes, invertir más que ninguna otra ciudad en políticas sociales y ampliar la cartera de servicios públicos. Frente a la ansiedad y las crisis, una ciudad que cuida y que innova con un dentista o un psicólogo públicos. Frente a los tirones por una camiseta del Barça, una Barcelona feminista y antimachista.

Y frente a la opacidad con la que se rinde pleitesía a los lobbies, más transparencia, participación y acercar la gobernanza de la ciudad a las vecinas. Esas mismas vecinas que se manifestaron en masa a las puertas del Park Güell, que plantaron cara a unos asistentes arrogantes y burlones, y que recordaron, a pesar de las cargas policiales que pretendían impedírselo, que Barcelona no está en venta.