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El CCCB, 30 años haciendo las preguntas adecuadas

Videoinstalación 'Co(AI)xistence' de Justine Emard en la exposición sobre IA del CCCB

Jordi Sabaté

Barcelona —
24 de febrero de 2024 21:11 h

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“El CCCB es una institución cultural única en su género: un ágora, un lugar de encuentro, aprendizaje, creatividad, discusión y disfrute para experimentar la ciudadanía. Un lugar de libertad y de debate fructífero. Barcelona debe mucha de su vitalidad cultural contemporánea a esta institución excepcional”. Estas palabras fueron escritas en 2011, cuando al primer director y padre intelectual del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, CCCB, Josep Ramoneda, se le comunicó que, tras 17 años en el cargo, no continuaría. Las firmaron intelectuales de la talla de Tzvetan Todorov, Ismail Kadaré, Zygmunt Bauman, André Gluksmann, Paolo Flores d'Arcais o Timothy Garton Ash en una carta abierta.

En aquel momento de profunda crisis económica, la derecha nacionalista había alcanzado el poder en casi todas las instituciones catalanas, incluyendo la Diputación de Barcelona. Una vez allí y como responsable del presupuesto del centro, su nuevo presidente, convergente, decidió que Ramoneda no debía seguir en el cargo. Su idea de concebir un centro que él mismo define como “un lugar alejado de los patrones convencionales de las instituciones culturales”, había sido apoyada por el anterior presidente socialista. El anuncio de la sustitución provocó una airada protesta de intelectuales de todo el mundo, que se reflejó en la citada carta. 

En sus primeros 17 años de vida, el centro, inaugurado en 1994, había prestigiado la gestión socialista en las décadas anteriores: si los Juegos Olímpicos de 1992 habían sido la carta de presentación de Barcelona al mundo, el CCCB quería definir el pedigrí cultural de la ciudad. A este respecto, Ramoneda cuenta la siguiente anécdota: “Recuerdo una conferencia de prensa en la que el alcalde Maragall dijo que [el CCCB] era nuestro Pompidou y tuve que precisarle lo obvio: la enorme diferencia de volumen, de presupuesto, de colección y de todo lo que se quiera”.

Casal de la Caritat, 1994

El CCCB fue un proyecto propuesto en 1989 a la Diputación de Barcelona por Ramoneda. La idea era, según el filosofo, “abrir, desde la ciudad y la cultura urbana, un camino que convocara a muchos sectores sin esa vocación de gremio que marca muchos equipamientos sectoriales”. El entonces presidente de la Diputación de Barcelona, Manuel Royes, compró la idea y el siguiente paso fue pensar en la ubicación física del futuro CCCB.

Se decidió acondicionar un antiguo edificio del Raval, zona entonces en plena recuperación social y arquitectónica: la Casa de Caritat, un desvencijado hospicio para la acogida de la población más desfavorecida.

A partir de 1957 el edificio cayó en desuso, hasta que en 1989 se inicia su restauración para que acoja un nuevo proyecto innovador que pretende ser un núcleo de diálogo urbano y ciudadano sobre la ciudad y las culturas que se generan en ella: el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, CCCB. Finalmente el CCCB se inauguró el 24 de febrero de 1994 y este sábado ha cumplido 30 años de existencia.

Primeros años: la gestión Ramoneda

La etapa Ramoneda (1994-2011) es fundamental para entender el desarrollo y el prestigio del centro. En la carta publicada en protesta por su destitución se puede leer: “El CCCB, creado en gran medida por Ramoneda, ha tenido éxito porque se ha desarrollado como un laboratorio de innovación cultural”.

Tanto Ramoneda como los otros tres directores hacen mucho énfasis en que el CCCB es un museo sin colección, y que su valor es realizar exposiciones en base a las cuestiones y retos que cada tiempo social y cultural plantee. “Nuestra virtud ha sido desarrollar una gran capacidad de leer el contexto y saber interpretar los cambios que han ido sufriendo tanto la ciudad como el mundo”, asegura Judit Carrera, directora del centro desde 2018.

Esta fue desde un inicio la filosofía de institución cultural que desarrolló Ramoneda, sin precedentes hasta entonces en el Estado. Tal como Vicenç Villatoro, director de la institución entre 2014 y 2018, dice: “Existe una determinada concepción del género expositivo, muy propia de aquí, que nace en el CCCB y que ahora ya está presente más allá del CCCB”.

No sería hasta 2002 en que, de la mano de la extinta Caja Madrid y de la Caixa, nacieran centros de parecido espíritu: La Casa Encendida en Madrid y CaixaForum en Barcelona. Para entonces, el CCCB ya estaba en pleno desarrollo de sus facetas. “Las exposiciones que a menudo exporta, las conferencias, debates y seminarios, sus producciones y programaciones audiovisuales, la variedad de festivales que acoge y promueve, su floreciente archivo público y sus programas educativos, son todos ellos parte de este modelo”, es otro párrafo que puede leerse en la carta antes citada.

Las exposiciones temáticas

Son años en los que tienen lugar exposiciones temáticas diferentes a las vistas hasta entonces. Desde la inicial Europa 1870-1993. La ciutat de l’artista. La ciutat de l’arquitecte, que refleja una preocupación por el urbanismo y la arquitectura, se ha evolucionado hasta la actual IA: Inteligencia Artificial, pasando por el mítico ciclo Las ciudades y los escritores, una serie de exposiciones que relacionaban autores como Joyce, Pessoa, Kafka o Borges con Dublín, Lisboa, Praga y Buenos Aires.

Son cientos las exposiciones desarrolladas en estos años, pero todas tienen el sello de originalidad que se adquirió en la etapa Ramoneda. Jordi Costa, actual director de exposiciones del centro, explica que “los focos de interés temático han ido evolucionando y en los últimos años el CCCB ha desarrollado una línea de programación centrada en el cruce entre ciencia y humanidades”.

Por su parte Jordi Balló, que también fue director de exposiciones entre 1999 y 2011, opina que el secreto del gran éxito de las exposiciones ha sido “incluir la sorpresa como forma de conocimiento en lugar de repetir lo que sabes que ha funcionado”.

Kosmòpolis y Xcèntric: experimentando con ferias y festivales

En estos años el centro, además de exposiciones propias y novedosas, acoge conferencias y debates, y también desarrolla facetas propias referidas al mundo de la literatura como Kosmòpolis, un festival de libros que va mucho más allá de una feria. Según su creador, Juan Insua, “era necesario crear un evento literario que incluyese una apuesta por todos los cambios, mutaciones y disrupciones que tendrían lugar en el siglo XXI: la palabra oral, impresa y electrónica”.

También en aquellos años nace Xcèntric, una muestra de cine que se aleja totalmente de los contenidos comerciales. Ángela Martínez, su responsable hasta 2023, destaca que “más allá de un simple programa de proyecciones, Xcèntric se ha convertido en el primer y único archivo en Europa de cine experimental y de vanguardia abierto a consulta pública con más de mil películas”.

Otros certámenes relacionados con el cine que nacieron en aquella época fueron Manifestos Fílmics Feministes o Docs. En otros formatos, como el videoarte se creó OVNI y en la televisión y nuevos medios se generó Influencers, Miniput, Memefest, +Rain Film Fest o Soy Cámara, este realizado junto con TVE y emitido por La2 durante años.

Pero el CCCB también sirve de matriz para el nacimiento de festivales como L'Alternativa, un hito en lo que refiere al cine alternativo. Una de sus responsables actuales, Cristina Riera, asegura que el centro fue “un colaborador clave para el impulso y continuidad de proyectos e iniciativas” como su festival.

Otro festival que encuentra en el CCCB una casa para nacer y desarrollarse hasta su éxito internacional actual es Sónar. Ricard Robles, uno de sus fundadores, destaca enfáticamente que “nadie [en el mundo] hasta entonces había consentido que la totalidad de un equipamiento y su entorno fuera 'invadido' por una experiencia cultural y musical innovadora que atraía miles de personas a la vez”. Robles asegura que “prácticamente” les dieron “las llaves del CCCB para realizar el Sónar Día”.

Los años complicados de Sintes y Villatoro

La “gestión Ramoneda”, etapa en la que el CCCB se desarrolla en toda su plenitud, termina abruptamente en 2011. “Llevaba 20 años, ya tocaba”, desdramatiza el filósofo, pero en aquel momento el mundo de la cultura zozobró y se mantuvo a la expectativa de quién sería su recambio. “Para que el CCCB mantenga su reputación internacional, es imperativo que el proceso de elección del nuevo director sea rigurosamente impecable y que se centre en las credenciales intelectuales”, señalaban los intelectuales de todo el mundo ya al final de su carta.

Finalmente fue el periodista Marçal Sintes la persona designada para sustituir a Ramoneda. “Yo llego en un momento muy complicado, en especial por la gravísima crisis económica –los recortes afectaron directamente al CCCB un año tras otro– y también porque a la Diputación de Barcelona, institución referente del CCCB, se incorporan nuevos gestores en su mayoría no familiarizados con lo que es y representa el centro”, explica Sintes.

Sintes supo mantener la línea trazada por Ramoneda y los temores se disiparon con el tiempo. Su gestión termina en 2014 y le releva en el cargo el periodista y escritor Vicenç Villatoro. Se trata de un intelectual reconocido, pero también claramente posicionado en el centro derecha nacionalista. El llamado Procés había arrancado en 2012 y en 2014 estaba impregnando como una mancha de aceite todos los ámbitos de la sociedad catalana, por lo que se esperaba el posicionamiento de las instituciones culturales.

Tal como relata el propio Villatoro: “Mi recuerdo personal del paso por la dirección del CCCB es el de haber vivido un período especialmente intenso desde un lugar privilegiado”. La presión es obvia y no obstante, una vez más, el CCCB mantiene la independencia que define su razón de ser. “Confío en que logré mantener los objetivos fundacionales, pero atravesando un período complejo, de fuerte polarización política e ideológica”, reflexiona Villatoro al rememorar su gestión. Respecto a la misma, Ramoneda dice: “Siempre agradeceré a Vicenç Villatoro que en los años en torno a octubre de 2017, que podían haber sido complicados para la casa, protegió y defendió al CCCB”.

Mujer y por concurso público: la etapa Carrera

En 2018 Vicenç Villatoro anuncia que deja el cargo y que el siguiente director de la institución se escogerá por concurso público. Así se hace, y el ganador es mujer y de la casa: Judit Carrera, politóloga largamente vinculada al centro como jefa de Debates y Educación. Su mirada es otra y lo deja claro desde un principio, aunque siempre dentro de la línea trazada desde el inicio. 

Carrera incide en que entre sus líneas prioritarias ha estado, y está, el hacer llegar la cultura contemporánea a la gente más joven. “Hemos impulsado un proyecto que tiene 10 años de existencia y es un programa de pensamiento crítico para jóvenes y adolescentes; un programa en el que pueden interactuar con pensadores y creadores de primer orden; se llama Un matí amb (una mañana con)”, defiende. 

“Por otro lado, hemos generado un proyecto llamado Bivac que quiere dar protagonismo a los jóvenes, de manera que generamos un espacio para que ellos hagan la programación cultural que quieran y así sientan que el CCCB también es un sitio acogedor a pesar de las grandes fracturas generacionales”, añade para hacer balance de estos años.

Ahora, para celebrar sus 30 años de vida, Carrera explica con entusiasmo su más novedoso proyecto: “Un programa de residencias culturales centrado en el periodismo de investigación en el que invitaremos durante dos meses al año a una personalidad relevante para que nos ayude a comisariar diferentes proyectos”. El primer invitado será Patrick Radden Keefe, autor de No digas nada (Reservoir Books, 2020) y El imperio del dolor (Reservoir Books, 2021), que estará durante junio y julio. Posteriormente le sustituirá Eliane Brum, periodista y activista brasileña por el clima, autora de Amazonia. Viaje al centro del mundo (Salamandra 2024).

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