El libro icono de Nueva York que (tal vez) no has leído y que lleva 50 años siendo un bestseller
El 16 de septiembre de 1974, el periodista Robert Caro publicó el libro de más de 1.200 páginas que casi le arruina después de siete años de trabajo, 522 entrevistas, un millón de palabras escritas y la firme creencia de que “había que escribirlo” aunque pocas personas lo leyeran.
The Power Broker ha vendido 750.000 ejemplares en Estados Unidos, va por la reimpresión número 74, nunca ha estado descatalogado y este año ha seguido sumando ventas con más de 40.000 copias en los primeros nueve meses de 2024. The Power Broker ha inspirado una obra de teatro, un pódcast de 12 episodios de más de dos horas cada uno, una exposición en la Sociedad Histórica de Nueva York, un juego de cartas y una taza para presumir de que te lo has terminado. The Power Broker es el libro que ves de fondo en las entrevistas por videollamada y el que marcó a Barack Obama cuando era un joven estudiante. The Power Broker tiene entre sus aficionados más devotos al cómico Conan O’Brien, al ex primer ministro holandés Mark Rutte y a nuevas generaciones de veinteañeros. The Power Broker es la historia de Nueva York.
El párrafo que usted acaba de leer es un (muy imperfecto) homenaje a uno de los párrafos que obsesionaron a su autor al principio del libro, que es una biografía monumental sobre Robert Moses, un concejal de Parques y Jardines de Nueva York que fue acumulando poder entre 1924 y 1968 en varios cargos públicos locales y dominó las reglas de construcción y destrucción de la ciudad. Caro quería transmitir en el primer capítulo la huella profunda que había dejado Moses en Nueva York y dice que se inspiró en la Ilíada, que enumera todos los barcos enviados a Troya para mostrar la dimensión de la guerra. “Yo intenté hacer la lista de todas las autopistas. Esperaba que el peso de todos los nombres hicera más real los logros de Moses”, explicaba Caro en una entrevista con la revista The Paris Review of Books en 2016.
Caro utiliza la misma estructura gramatical que empieza una y otra vez con las palabras “he built” (“él construyó”) y enumera las autopistas que construyó Moses, pero dice que sintió que “eso no era suficiente” y le dio vueltas y vueltas a cómo ordenarlas para que sonaran mejor. Homero no es lo primero que le viene a una a la cabeza leyendo nombres de autopistas (y luego de puentes, parques y playas). Lo más importante, según dice Caro, es cómo empieza y cómo termina cada párrafo.
“Pensé que podía tener un ritmo que va aumentado y luego cambiarlo de manera abrupta en la última frase. El ritmo importa”, contaba el escritor. Después de hacer la lista de carreteras con nombres como “Van Wyck Expressway” y “Brooklyn-Queens Expressway”, Caro termina con una frase que no tiene la palabra “expressway” (un tipo de autopista) y es mucho más corta: “He built the Harlem River Drive and the West Side Highway”.
Nada en este libro es casual y la elección de esa última frase no trata sólo de ritmo. El párrafo termina con la West Side Highway, la autopista que recorre el oeste de Manhattan junto al río Hudson y el lugar donde Moses soñó de joven con mejorar el acceso público, cuando era una zona medio abandonada, y expandir el parque para que los ciudadanos disfrutaran más de su salida al océano. Es uno de los símbolos del hombre idealista y despiadado, que construyó y destruyó la ciudad a su antojo, capaz de hacer y deshacer y de manejar el poder, como indica el título: The Power Broker puede traducirse como “el poderoso”, pero también como “el mediador” que influye y consigue un resultado.
El hombre que hizo y deshizo Nueva York
Moses construyó parques, playas y otros espacios públicos por toda la ciudad y desafió a adinerados dueños de tierras, pero también condenó a los que vivían en las afueras a la dependencia del coche, demolió vecindarios populares llenos de vida y promocionó la segregación y la exclusión de los más pobres.
El libro de Caro cuenta la historia de Nueva York y también el efecto del poder en una persona, que quería una ciudad más accesible e igualitaria después de haber sufrido él mismo la discriminación antisemita, y acabó aislado y enamorado de su propio poder, dirigiendo la ciudad desde una oficina en una islita debajo del puente de Triborough (hoy llamado Robert Kennedy) que conecta Manhattan, Queens y el Bronx. Nunca fue elegido en unas elecciones, pero no había nadie más poderoso en la ciudad.
Moses soñaba con una orilla del río más accesible al público, lo que hoy es una realidad, y con el gran y renovado parque de Riverside, con caminos para pasear, carriles para ir en bici y canchas para jugar. Por su empeño, hoy existe el Lincoln Center, donde están la ópera, la filarmónica, un museo, un cine, una escuela de música y hasta un circo; y también hay más parques infantiles y existe Jones Beach, una playa popular a las afueras de la ciudad.
Pero también por Moses decenas de miles de personas fueron desplazadas de un día para otro sin apenas alternativas o indemnizaciones, y desaparecieron barrios enteros que según él eran guetos, pero cuyos vecinos cuentan otra historia, como el caso de San Juan Hill, hoy Lincoln Center.
Una de las motivaciones que empujó a Caro a escribir fue el deseo de contar las historias de los vecinos de la Avenida Tremont, en el Bronx, cuyas casas fueron destruidas para construir la autopista que cruza el Bronx y que dividió el barrio. Allí vivían familias de inmigrantes, que perdieron las conexiones y el espíritu comunitario del lugar. Los efectos de la desigualdad y la degradación perduran hasta hoy. Algunos barrios por donde pasaron las carreteras y puentes de Moses tardaron décadas en recuperarse, como Sunset Park, en Brooklyn.
El libro también documenta el racismo de Moses, que, por ejemplo, construyó los puentes sobre las carreteras de Long Island que llegaban a Jones Beach, a una altura tan baja que no cabían autobuses grandes. Así, según confesó un colaborador, excluía de manera casi automática a las personas más pobres, y a menudo de minorías, que no tenían coche y pocas alternativas para llegar en transporte público. La prioridad de Moses era el automóvil y los proyectos que dependían de él nunca contemplaron líneas de metro, que fueron añadidas después por otras autoridades de la ciudad.
La historia de Moses también es la de la resistencia de vecinos que, sobre todo al final de su mandato, se organizaron para plantar cara a sus planes. La presión ciudadana paró algunos de sus proyectos, como la destrucción del parque de Washington Square, en el histórico barrio de Greenwich Village, de un parque infantil en Central Park o del último faro de Manhattan, que sigue estando debajo del puente George Washington y había inspirado un popular libro infantil de 1942, The Little Red Lighthouse and the Great Grey Bridge. El faro, junto a barrios populares y tradicionalmente de migrantes en el norte de Manhattan, sigue siendo hoy un símbolo de la importancia de lo aparentemente pequeño.
¿Quién es este tipo?
Cuando era un joven reportero en el diario Newsday, Caro empezó a preguntarse por el poder de Moses: le extrañaba que un concejal de Parques y Jardines -ese era entonces el cargo que tenía Moses- estuviera construyendo una autopista de Long Island. “Ni siquiera está en Nueva York. Y no es un parque. ¿Quién es este tipo?”, se preguntaba Caro, según cuenta él mismo. En 1965, consiguió una beca Nieman para periodistas de la Universidad de Harvard, lo que supone la oportunidad de pasar un curso allí, tomando clases, con un buen sueldo y un proyecto en el que pensar. Así empezó un viaje que entonces difícilmente sabía adónde le llevaría.
Caro hoy es famoso por The Power Broker, que ganó el premio Pulitzer a la mejor biografía entre otros muchos galardones, y por la biografía del presidente Lyndon Johnson, con la que ganó su segundo Pulitzer y de la que ha publicado ya cuatro volúmenes (el último en 2012; desde entonces está trabajando en el quinto). Pero en los años 60 era un buen reportero más y su ambicioso proyecto no tenía ni una editorial clara para publicarlo.
Siguiendo los consejos de uno de sus primeros jefes, el director de Newsday, Caro quería “pasar cada página” para descubrir quién era y qué quería Robert Moses, pero también algo más sutil y difícil de retratar: cómo funciona el poder.
Al principio, Moses se negó a ser entrevistado, y Caro se pasó años reconstruyendo con una viveza extraordinaria su vida, su carrera y sus decisiones a través de entrevistas y archivos. Dibujó círculos concéntricos y puso en cada uno a las personas del entorno de Moses: así entrevistó a familiares, colaboradores, amigos y enemigos durante horas. Varias veces, insistiendo en las mismas preguntas para que le describieran escenas. También acabó entrevistando siete veces a Moses, que se dio cuenta de que aquello no iba a ser una hagiografía -estaba acostumbrado a periodistas poco críticos con sus proyectos- y dejó de hablar con Caro.
“¡Cállate!”
La minuciosidad, la entrega a la tarea y el ritmo lento para acercarse a la verdad cueste lo que cueste es una clase de periodismo que resuena a través de los libros de Caro, sus apuntes y algunas charlas que sigue dando mientras avanza despacio en el estudio de Lyndon Johnson en 1965.
Las notas escritas a mano, hoy guardadas entre más de 100 cajas de documentos del archivo de Caro en la Sociedad Histórica de Nueva York, tienen a veces las siglas “SU”, que significan “shut up!” o “cállate”. El mensaje del periodista está dirigido a sí mismo mientras toma notas para recordarse que debe dejar hablar al entrevistado y callar mientras “espera” a que esa persona “rompa el silencio” y así le dé un poco más de información. “Entrevistas: el silencio es un arma, el silencio y la necesidad de la gente de rellenarlo”, escribe Caro en su libro Working, sobre sus técnicas de reporterismo y escritura (lo publicó en 2019 y sólo tiene 207 páginas).
Caro, que acaba de cumplir 89 años, lleva décadas trabajando a su ritmo y sin preocuparse de los gastos ni de cumplir los plazos de entrega, que su editorial ya ni se molesta en imponer por el prestigio de su trabajo.
Pero The Power Broker casi le llevó a la ruina en el proceso. Los 2.500 dólares de adelanto que le dio una editorial apenas le llegaron para empezar. Su esposa, la historiadora y escritora Ina Caro, puso en venta la casa donde vivían en Long Island por 25.000 dólares para mantenerse sin un sueldo fijo y la pareja se mudó a un apartamento alquilado en el Bronx. El alquiler costaba algo más de 300 dólares y Caro recuerda que a menudo no se lo podían permitir. Ina también empezó entonces a ayudarle a buscar, documentar y entrevistar para ese libro y los siguientes.
Después de varios cambios de editor y de editorial, Caro encontró su alter ego perfecto, Robert Gottlieb, editor de John Le Carré, Toni Morrison, Doris Lessing, Bill Clinton o Katharine Graham. Él le ayudó a recortar 350.000 palabras de un manuscrito inicial de un millón en su versión final para Knopf, la editoral que lo ha publicado en tapa dura, blanda, audiolibro y ebook desde entonces. El portavoz de Caro, Paul Bogaards, que lleva trabajando con él más de 30 años, me dice la cifra de las ventas en Estados Unidos en todos estos formatos: 750.000.
La relación entre Caro y Gottlieb, que discutían apasionadamente hasta por un punto y coma, ha quedado retratada en el documental de 2022 Turn Every Page. Gottlieb murió en 2023, cuando todavía estaba editando lo que Caro llevaba escrito del quinto volumen de la biografía de Johnson.
Algo para recordar
Mientras sigue avanzando despacio en el siguiente y esperado tomo de la biografía de Johnson, escribiendo primero a mano y luego a máquina, Caro intenta no distraerse con entrevistas, pero el 50 aniversario de su primer gran éxito le ha hecho salir más de su rutina habitual de investigación y escritura.
En octubre, conversó en el auditorio a rebosar de la Sociedad Histórica de Nueva York con Roman Mars, el creador del pódcast 99% Invisible, y Elliott Kalan, que han diseccionado este año el libro, capítulo por capítulo, en una serie especial desde Oakland, California.
Kalan contó en el escenario que a veces le lee una página o dos de The Power Broker a su hijo de 10 años antes de irse a la cama: “Me pide que le lea esas páginas, las listas de las autopistas y los puentes. Y creo que el ritmo es lo que le atrae. No conoce ninguno de esos sitios… Va a ser difícil leer todo el libro a ese ritmo de una página o dos antes de dormir”.
Caro, despacio, con la voz algo quebrada, comentó: “Muchas gracias. Esto es algo que voy a recordar”.
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