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Fela Kuti, ayer, hoy y siempre, el latido de África

Fela Kuti. Pesos pesados del calibre de Paul McCartney, Brian Eno, George Clinton o el líder de My Morning Jacket aún hoy le rinden pleitesía.

Luis J. Menéndez

Desde que Fela Kuti falleciera en 1997 a los 58 años de edad, el mito no ha parado de crecer. Como muestra, el musical alrededor de su figura y que tras su éxito en Broadway ha viajado a Europa y Nigeria; la construcción en Lagos de un museo sobre las cenizas de su casa cuartel, Kalakuta, y del teatro The New Africa Shrine, sufragado por su hijo Femi Kuti a modo de homenaje; y en el terreno audiovisual, el inminente estreno del documental Finding Fela!, dirigido por Alex Gibney, además del proyecto de biopic que inicialmente iba a rodar Steve McQueen (Shame) y del que a última hora parece que se encargará Andrew Dosunmu (Mother of George).

Aunque sin duda alguna lo más valioso de toda esta fiebre post mórtem en memoria del revolucionario padre del afrobeat sea la recuperación discográfica de su legado musical. Kalakuta Sunrise es el sello que fundó el propio Fela cuando a mitad de la década de los setenta Decca consideró que la cosa se estaba yendo de las manos y el enfrentamiento entre músico y ejército acabó en tragedia.

Es uno de los episodios más famosos de la biografía de Kuti: el asalto de un millar de militares a su domicilio que acabó con muertos, violaciones múltiples y el músico y su madre lanzados por la ventana, que desembocó en la muerte de aquella.

Los daños colaterales fueron numerosos; entre otros, la ruptura con su sello discográfico de siempre, que derivó en la creación de ese label independiente. 35 años después de todo aquello Kalakuta Sunrise, de la mano del sello neoyorquino Knitting Factory, ha reeditado la totalidad de la obra de Fela Kuti en CD, LP y digital, con ediciones precisamente anotadas y documentadas que en algún caso hasta incluyen DVD con documentales, imágenes de archivo y actuaciones de la época, como su mítico y polémico paso por el festival de Jazz de Berlín o el de Glastonbury en Inglaterra.

La guinda a esta serie de reediciones, que llega ahora a nuestro país a través de la distribuidora Pias Iberia, la pone un volumen de la serie promovida por Red Hot Organization, que busca recaudar fondos en la lucha contra el sida. Aunque la versión romántica que sostienen muchos fans es que el fallecimiento de Kuti fue una consecuencia del daño acumulado por las numerosas palizas recibidas por policías y militares a lo largo de su vida, lo cierto es que hoy se da por hecho que el músico contrajo aquella enfermedad, que le habría sumido en un rápido y profundo deterioro físico.

Red Hot Organization ya dedicó a Kuti un primer volumen de homenaje en 2002 y repite ahora la jugada con este Red Hot + Fela Red Hot + Fela en el que entre otro My Morning Jacket, tUnE-yArDs, Angelique Kidjo, Konos Quartet o su antigua mano derecha, el percusionista Tony Allen, reinterpretan su cancionero.

Democracia, zombis y repúblicas independientes

Fela Kuti nació dos veces, según le contó a su biógrafo y artífice del musical Fela, Carlos Moore, en 1982: “La primera fue en 1935. Mi padre, el Reverendo Ransome-Kuti, le preguntó a un misionero alemán cómo debía llamarme, y él me bautizó… ¡Hildegart! Tres años más tarde volverían a bautizarme como Olufela Oludotun Olusegun Ransome-Kuti”.

Aún habría de nacer, metafóricamente hablando, al menos una tercera y una cuarta vez con motivo de sus viajes a Inglaterra y Estados Unidos. Aunque su madre –una influyente activista por los derechos de la mujer con vocación comunista y que llegó a viajar a Hungría, la URSS o China y a entrevistarse con Mao Zedong– le animó a estudiar Derecho, Fela marchó al Reino Unido para ingresar en la escuela de música del Trinity College. Allí se introdujo durante cinco años en la escena jazzística de clubes como el Birdland o el Marquee, dio sus primeros pasos como trompetista y, entre colaboraciones con otros músicos africanos, británicos, jamaicanos y norteamericanos, montó su primera banda, The Koola Lobitos.

Si Inglaterra marcó su adiestramiento musical, la estancia en Estados Unidos años más tarde y su encuentro con la Black Panther Sarah Smith (más tarde rebautizada Isidore), la mujer que le animó a leer a Malcolm X o Eldrige Cleaver, definió el decisivo carácter político de su música.

También le sirvió para desarrollar el concepto panafricanista que con el tiempo le convirtió en un mito a lo largo y ancho del continente negro. Y de aquella época, de aquel intenso periodo en Los Ángeles, surge la primera canción que Fela Kuti consideró “africana”: My Lady Frustration. La mecha para la revolución afrobeat, esa colisión de ritmos africanos, vientos big band y proclamas incendiarias, estaba prendida.

En Nigeria eran días convulsos. Desde que Gran Bretaña concediera la independencia en 1960 se habían sucedido los golpes militares y la corrupción era la moneda de cambio en un país que se debatía entre la hambruna del pueblo y el abuso de poder de las clases dirigentes.

En ese contexto, Fela Kuti se convirtió en vocero de las injusticias. En uno de los documentales que se incluyen en el DVD del recopilatorio The Best Of the Black President explica a propósito de una de sus canciones: “Los blancos nos trajeron la democracia a África, pero esto no es ‘democracy’ sino ‘Demo crazy’, una ‘locura de Gobierno’. Al principio pensaba que cantar sobre África me pondría las cosas fáciles, que todo el mundo me adoraría y que el Gobierno me llamaría para tocar. Pero pronto comprobé lo equivocado que estaba”.

Los escándalos que rodeaban a Fela Kuti y su cohorte dejaban a la altura de chiquilladas las gamberradas de las estrellas del rock occidentales. Un día declaraba la independencia de la República Independiente de Kalakuta, una nación cuyas fronteras se extendían a los muros de su mansión en el centro de Laos y cuyos ciudadanos eran, en esencia, los componentes de su grupo Afrika 70.

Cultivaba y consumía marihuana de forma explícita y desafiaba abiertamente al Gobierno Militar, alcanzando el grado máximo de provocación con el que todavía hoy es su tema más emblemático, en el que a cada orden militar un coro de mujeres responde con un explícito “¡Zombie!”.

Más de lo que el Gobierno de Olusegun Obasanjo estaba dispuesto a soportar. El 18 de febrero de 1977 mil militares entran en la hacienda, asesinando, hiriendo y destrozando todo lo que encuentran a su paso, incluido el estudio de grabación de Kuti. ¿La respuesta del músico? Casarse con las 27 coristas de Afrika 70 en una ceremonia tradicional y dedicarle su siguiente disco “Coffin For Head Of State” a Obasanjo, acusándole explícitamente del crimen.

Los grandes recuerdan a Kuti

Más allá de una biografía llena de aristas, la principal herencia que Kuti nos ha dejado es, por supuesto, su música. Cerca de cincuenta discos grabados en diferentes circunstancias –muchos de ellos en directo– y que, como su propia figura, en ocasiones han resultado controvertidas.

En 1985, Bill Laswell, productor de Army Arrangement sustituyó buena parte de las pistas del álbum por otras grabadas por músicos norteamericanos y senegaleses, y años más tarde se refería a Fela en estos términos, poniendo en duda su calidad como instrumentista: “Puedes decir lo que quieras sobre los políticos y casarte con 30 mujeres, pero un solo de saxo de mierda sigue siendo un solo de saxo de mierda. Cuando estuvo en EEUU, Fela intentó ser un músico de jazz, y evidentemente eso no iba a suceder nunca. Así que me alegro de que encontrara la forma de expresarse musicalmente de otra manera, centrándose en el ritmo y gritando su mensaje por encima”.

Sin embargo otros muchos, pesos pesados del calibre de Paul McCartney, Brian Eno, George Clinton o el líder de My Morning Jacket, lejos de mostrarse críticos, aún hoy le rinden pleitesía y explican el enorme impacto que la música de Kuti ha tenido en su vida y carrera en esta serie de vídeos al hilo del lanzamiento de Red Hot + Fela

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