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OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

El delito nepalí de la menstruación

Dikra Devi posa en el 'goth' en el que es recluida durante la menstruación.

Zigor Aldama

Ganga Kunwar todavía siente un escalofrío cada vez que recuerda la primera vez que tuvo la regla. No porque sintiese miedo ante el hecho biológico en sí, sino porque sabía que, por primera vez en casi 12 años, la iban a echar de casa.

“Ya me habían avisado mis padres de que tendría que respetar la tradición hinduista del 'chhaupadi' -que obliga a la segregación de las mujeres durante su menstruación- y que me recluirían en el 'goth' -como se llama a la pequeña chabola en la que son separadas de la familia-. Hacía frío y sentí terror ante la obligación de quedarme sola en ese cobertizo que no tenía ni puerta, así que me subí a un árbol y estuve encaramada a él durante cuatro días”, recuerda ahora, con 30 años.

Del árbol la bajó su madre, que no le dio mayor importancia al asunto. “Pensó que tenía miedo y que era una chiquillada sin importancia”, comenta Kunwar. Pero los habitantes de Payal, un pequeño poblado del distrito nepalés de Accham, se lo tomaron muy en serio. Creyeron que no había cumplido con la tradición y comenzaron a achacarle todos los males que sucedían.

“Si alguien se ponía enfermo, decían que la culpa era mía por no haberme quedado en el 'goth'. Si un tigre mataba al ganado, también”, cuenta Kunwar.

“La primera vez que tuve la regla, me intentaron violar”

A su lado se ha reunido un grupo de mujeres que quieren compartir sus experiencias sobre el 'chhaupadi'. “La primera vez que tuve la regla, como el 'goth' estaba muy lejos de nuestra casa, un grupo de chicos me intentó violar. Si no hubiese sido por un hombre que me salvó, lo habrían logrado”, afirma Basanti Bohara.

“A mí me tocó en invierno. Estaba en la montaña y hacía muchísimo frío. Así que tuve que encender una fogata que apagué cuando el humo apenas me dejaba respirar”, añade Ganga Pariyar. El pasado día 8, una mujer de 21 años murió por inhalación de humo cuando estaba segregada.

En la aldea de Payal saben bien lo que eso supone. En 2012, dos jóvenes fallecieron en sus respectivos 'goth' y un grupo de mujeres -en el que se encuentran Kunwar, Bohara, y Pariyar- se rebeló contra el 'chhaupadi'.

“Decidimos destruir todos los 'goth' que había para que los hombres no nos pudiesen echar de casa”, comenta Bohara. Pero el remedió terminó siendo peor que la enfermedad. Muchas familias, temerosas de que saltarse la tradición trajese mala suerte, una creencia alentada por los chamanes, decidieron continuar expulsando a las mujeres durante la menstruación. A falta de un cobertizo en el que resguardarse, estas se veían obligadas a dormir al aire libre.

La lucha por la erradicación del 'chhaupadi'

Fue entonces cuando diferentes organizaciones no gubernamentales actuaron. “Abrimos un diálogo con las autoridades locales para convencerles de que había que abolir esta práctica, que no solo va contra la Constitución y los Derechos Humanos, sino que pone en peligro la salud e incluso la vida de las mujeres”, explica Lachhindra Maharjan, trabajador local de Save The Children.

Es una de las ONG que trabajan en Nepal para lograr la erradicación del 'chhaupadi', una práctica que incluye un amplio abanico de prohibiciones durante la menstruación: las mujeres no pueden tocar ni a los hombres ni alimentos o animales domésticos, y tampoco pueden acudir a rezar a los templos.

La estrategia surtió efecto en Payal y ahora el pueblo está orgulloso de haber logrado la etiqueta 'chhaupadi free' –libre de chhaupadi–. No obstante, un recorrido por sus callejuelas embarradas demuestra que todavía es fácil encontrar chamizos para la segregación de las mujeres.

Tres meses de cárcel por echar a una mujer con la regla

Algunas reconocen que la tradición es más fuerte que la ley, aunque muchas han encontrado una forma intermedia para cumplir ambas: separarse de la familia recluyéndose en una habitación vacía de la vivienda, que únicamente se utiliza para este propósito. “Es algo que también se hace en ciudades, incluso en la capital, Katmandú”, reconoce Maharjan.

Los diputados nepalíes que actualmente debaten cómo articular la prohibición del 'chhaupadi', aprobada el año pasado y cuya entrada en vigor está prevista para el mes de agosto, tendrán que decidir, entre otras cosas, si esa alternativa es legal.

De momento, ya han anunciado que obligar a una mujer a ser segregada será castigado con hasta tres meses de cárcel y una multa de 3.000 rupias (25 euros). Se lleva así al Código Penal el dictamen del Tribunal Supremo, que ya en 2005 consideró ilegal esta tradición y exigió al Gobierno que iniciase los trámites para su prohibición.

“Es mejor que se muera en el 'goth' que tenerla en casa”

A pesar de todo, Namsara Thakulla continuará exigiendo a su nieta, Gita Thakulla, que se recluya en el 'goth' cuando tenga la regla. “Es mejor que muera allí que tenerla con el resto de la familia en casa”, sentencia esta mujer de 65 años que se gana la vida adivinando el futuro en otra remota localidad de Accham.

“Si alguien muere durante el 'chhaupadi' es porque estaba destinada a ello. Pero no podemos enfurecer a los dioses, porque el resultado será mucho peor”, afirma sin rubor alguno.

A unos 50 kilómetros, en Banyagadi Jaygath, el chamán Prem Bahadur Khadka promulga algo similar. “No estoy de acuerdo con la destrucción de los 'goth' a la que obligan algunos gobernantes. Yo soy partidario del 'chhaupadi' y sé que sucede cuando no se sigue: si alguna mujer me toca cuando tiene la regla, vomito sangre.

Por eso, siempre que me preguntan, yo aconsejo que saquen a las mujeres fuera de casa para evitar tragedias“, señala este hombre de 82 años que asegura haber sido poseído por un espíritu que le dio sus actuales poderes sanadores cuando tenía 25 años.

Puede parecer una broma, pero en el pueblo todos le toman muy en serio.

Curiosamente, su hijo es el responsable de acabar con el 'chhaupadi' en la zona. Rajendra Bahadur Khadka es el gobernador de esta municipalidad rural, un nuevo término administrativo que engloba diferentes aldeas. “Yo no soy mi padre”, aclara cuando se incide en esta coincidencia. “El 'chhaupadi' ha sido abolido en su forma más cruel en un 90%, y creo que es una práctica que se debe regular”, afirma, demostrando que no está en contra de la segregación de las mujeres. “Sacarlas fuera de la casa no es aceptable, pero separarlas en una habitación destinada a ello, sí”.

Es lo que Khadka hace con su esposa. Cuando menstrúa, él no la toca ni come lo que ella cocina. “Estoy haciendo todo lo posible por cambiar mi mentalidad, pero este es un país hinduista con tradiciones muy arraigadas. Nuestro plan ahora es destruir los 'goth' para que en dos años no quede ninguno y abolir el 'chhaupadi' en la próxima década”, explica el político.

Claro que, cuando dice abolir él se refiere a transformar la práctica en una versión más moderna y aceptable a los ojos del mundo. “Las cosas llevan su tiempo. Nepal será un país mucho mejor cuando nosotros y nuestros padres muramos”, sentencia.

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