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Shabnam Rahimi, refugiada y boxeadora afgana: “Los talibanes son iguales que hace veinte años”

Shabnam Rahimi, refugiada y boxeadora afgana, entrenando.

Clara Giménez Lorenzo

22 de agosto de 2021 21:54 h

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Uno de los primeros recuerdos que tiene Shabnam Rahimi de la llegada de los talibanes es el miedo que pasó al esconderse con su hermana Sadaf debajo de la cama. Sus padres, que siempre educaron a Shabnam y Sadaf en libertad y posteriormente animaron a sus hijas a boxear, temían que se las llevaran. Han pasado más de veinte años y Shabnam se encuentra en España con Sadaf: ya no tienen que esconderse, pero temen por sus familiares y amigos, que permanecen en Afganistán.

“La situación está cada vez peor y mi familia está cada vez peor, cada día estoy más preocupada por ellos”, cuenta por teléfono Shabnam, de 27 años, a elDiario.es. “Mi padre, mi madre y más miembros de la familia están encerrados en casa. Solo consigo contactar con ellos una vez al día, cuando encienden el teléfono, hay cortes de electricidad e internet, así que lo encienden solo para decirme que están bien, pero que hay muchos problemas”.

La boxeadora no cree en las promesas de moderación de los talibanes, el grupo fundamentalista que gobernó Afganistán entre 1996 y 2001 y que acaba de hacerse nuevamente con el poder: “Son iguales que hace veinte años, todo lo que dicen es mentira”, enfatiza. “Tengo miedo de que averigüen que mi hermana y yo somos deportistas”.

Boxeo en Irán

Su familia ya escapó de los talibanes a finales de los 90, y se estableció durante varios años en Irán. “No estábamos del todo tranquilos, pero teníamos una vida relativamente normal, mi padre era taxista”, relata. En Irán comenzó a boxear con su hermana Sadaf, una pasión que quisieron continuar cuando regresaron a Afganistán, pensando que las cosas mejorarían tras la caída del régimen en 2001.

Pero no resultó fácil: aunque fueron integrantes del primer equipo de boxeo femenino, creado en 2007, tuvieron que entrenar prácticamente a escondidas por las amenazas diarias. No solo de desconocidos, que enviaban cartas constantemente, también una persona relevante de la Federación llegó a amenazar a Sadaf con tirarle ácido. “A los hombres no les gustaba que las chicas hicieran deporte, menos aún a los talibanes, nosotras solo queríamos enseñar que las mujeres también tenemos fuerza”, lamenta Shabnam. 

Sadaf llegó a ser seleccionada para participar en los Juegos Olímpicos de 2012, aunque la Federación finalmente le denegó la plaza. La situación se volvía cada vez más peligrosa conforme avanzaba el conservadurismo en la propia Federación, donde varias personas no veían con buenos ojos el creciente éxito de las dos hermanas, hasta el punto de que el padre tuvo que cambiarse de trabajo debido a las amenazas y ellas vivían prácticamente escondidas; Shabnam recuerda que una vez incluso vinieron a buscarlas a la puerta de su propia casa.

Por eso, en 2016, cuando viajaron a España para el estreno del documental Boxing for freedom, en el que los directores Juan Antonio Moreno y Silvia Venegas habían seguido la trayectoria de Sadaf y Shabnam durante cuatro años, decidieron solicitar asilo. Fue idea de su padre: “Nos llamó y nos dijo: ‘hijas, no volváis a Afganistán, no es seguro para vosotras”. No se lo contaron a nadie, sus amigos y conocidos de Afganistán creen que ambas estudian en el extranjero. 

Con ayuda de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), las dos hermanas se acogieron a los mecanismos de protección internacional y ahora tienen una vida estable en Madrid. Pero se han visto forzadas a renunciar al boxeo: conforme la situación fue empeorando en Afganistán, también lo hicieron las condiciones económicas de su familia. “Puedo entrenar en un parque, pero no pagar un gimnasio, todo el dinero que pueda conseguir es para mi familia”, asevera Shabnam.

Ahora pide al Gobierno español que ayude a la población afgana, mientras espera la posibilidad de sacar a su familia del país: “No soy nadie con poder, soy una persona normal, pero necesito que el Gobierno y la Unión Europea ayuden a la gente afgana. Siempre pensé que los talibanes iban a volver, todos lo sabíamos, pero el Gobierno afgano tampoco ha hecho nada”. 

Más desplazados afganos en 2020

España está en plena evacuación de sus nacionales y colaboradores afganos. Pero, más allá de esta evacuación urgente, el contexto político y económico Afganistán llevaba años empeorando, con un número creciente de desplazados internos y solicitantes de protección internacional: en 2020, los afganos fueron el segundo grupo nacional en solicitudes de asilo en la UE, por detrás de las personas de nacionalidad siria, y el tercero en obtener algún tipo de protección internacional, tal y como recogen las estadísticas oficiales, que también apuntan que la mayor cifra de menores no acompañados que solicitaron protección en 2020 pertenece a Afganistán.

Paloma Favieres, la abogada de CEAR que llevó el caso de las hermanas Rahimi, puntualiza que su solicitud tenía un agravante por motivos de género, y que casos como el de Shabnam y Sadaf indican el peligro que corren desde hace años muchas mujeres en el país, aunque la crisis política y humanitaria haya estallado recientemente. “La situación en Afganistán nunca ha sido segura, y mucho menos para las mujeres”, sostiene.

“España nunca ha tenido un número elevado de solicitudes de Afganistán, pero sí que hay que poner en valor que la tasa de acogida es más alta que la media de la Unión Europea”. Ahora, CEAR reclama a España que defienda y promueva en la UE la puesta en marcha de corredores humanitarios que faciliten la llegada y posterior acogida de los refugiados afganos, sin que se repita lo ocurrido en 2015, cuando miles de personas, principalmente de nacionalidad siria, murieron tratando de llegar a Europa en busca de protección. 

La organización pide, entre otras medidas de carácter urgente, acelerar procesos de reagrupación familiar. Es el caso de Shabnam, que ya ha hecho los trámites necesarios y aguarda con preocupación noticias de sus familiares más cercanos: “Estoy esperando una forma de traerlos. No es seguro para nadie, las personas afganas en España necesitan ayuda para salvar a quienes son importantes para ellas”.

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