Bruselas prevé racionamientos y una reducción obligatoria del 15% en el consumo de gas en caso de que Putin cierre el grifo

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
20 de julio de 2022 12:19 h

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“I'm just here for the gasoline”, decía Max Rockatansky en Mad Max 2. En la escena, el protagonista de la saga parece querer auxiliar a una persona herida en esas carreteras infernales. Pero, en realidad, sólo acudía a por la gasolina. Europa, como el mítico personaje interpretado por Mel Gibson, va a la búsqueda de una energía cada vez más escasa y cara por la crisis energética agudizada desde que Vladímir Putin entró en Ucrania el 24 de febrero pasado. Y, mientras tanto, la carestía se convierte en la antesala del racionamiento: primero voluntario y, después, obligatorio si Putin decide cerrar el grifo del gas a la vuelta del verano y abocar a media Europa a un otoño y un invierno sin calefacción.

En medio de este panorama apocalíptico, la Comisión Europea ha presentado este miércoles un plan de choque que se pone en el peor de los casos: el corte del suministro ruso. Así, el plan de preparación para el invierno recomienda una reducción voluntaria de gas en todos los países de la UE durante los próximos ocho meses –del 1 de agosto al 31 de marzo de 2023–. El objetivo es reducir el consumo en un 15%, primero de manera voluntaria y, si deja de llegar el gas ruso, de manera obligatoria.

“Si hay interrupción del gas, lanzaremos una alerta”, ha dicho este miércoles la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras la reunión del colegio de comisarios: “Proponemos que cada Estado miembro reduzca un 15% su consumo, el equivalente a 45.000 millones de metros cúbicos de gas, y con esto conseguiremos atravesar el invierno sin demasiados problemas en caso del corte total del gas ruso”.

“La guerra injustificada de Rusia contra Ucrania ha alterado los mercados energéticos, desencadenando la volatilidad de los precios y la inseguridad energética en todo el mundo, con un impacto particular en la UE y su vecindad inmediata”, dice el texto del Ejecutivo comunitario: “Europa necesita acelerar sus preparativos para el impacto que podrían tener posibles interrupciones adicionales, incluso un corte completo, del suministro de gas ruso”. Si Rusia cortara el suministro de gas a Europa, la economía de la UE podría contraerse hasta en un 1,5% del PIB, calcula la Comisión.

En todo caso, el plan de Bruselas debe recibir el visto bueno de los gobiernos para entrar en vigor. Los 27 ministros de Energía se reúnen el martes que viene en un consejo extraordinario, y hay muchos que no se sienten cómodos con la idea de que la Comisión obligue a los países a hacer recortes.

Además, los países que dependen poco o nada del gas ruso se sienten menos concernidos, mientras que aquellos que ya han reducido el uso sienten que sus esfuerzos deben ser tomados en cuenta. Mientras, la Comisión argumenta que se necesita un enfoque coordinado en toda la UE para un posible corte de gas.

El plan es la respuesta de la Comisión Europea ante “posibles interrupciones adicionales en el suministro de gas de Rusia en vista de la próxima temporada de invierno”.

Bautizado como “Ahorrar gas para un invierno seguro” describe la situación del mercado, los instrumentos disponibles en virtud de la legislación vigente de la UE sobre la garantía del suministro de gas y las medidas adoptadas hasta el momento. “En el contexto de las condiciones de mercado y la continua militarización de los suministros de gas por parte de Rusia”, dice Bruselas, se identifica una grieta probable entre la oferta y la demanda en caso de una interrupción total de Rusia.

Por tanto, el plan propone un objetivo voluntario de reducción de la demanda de gas del 15% desde el 1 de agosto de 2022 hasta el 31 de marzo de 2023. Para alcanzar ese objetivo, describe varias medidas mediante las cuales los Estados miembros pueden fomentar la disminución de la demanda y el consumo de gas por parte del sector público, empresas, así como los hogares.

“A finales de septiembre”, dice Bruselas, “los Estados miembros deben actualizar sus planes nacionales de emergencia con las medidas previstas de reducción de la demanda para cumplir este objetivo”. El documento incluye medidas disponibles para incentivar el cambio de combustible y la disminución del consumo de gas y presenta criterios para que los Estados miembros identifiquen a los consumidores críticos no protegidos en caso de que sea necesario el racionamiento: sectores que incluyen salud, alimentos, seguridad, refinerías y defensa, así como la provisión de servicios ambientales; cadenas de suministro transfronterizas, sectores o industrias que proporcionan bienes y servicios críticos para el buen funcionamiento de las cadenas de suministro de la UE; daños a las instalaciones, para evitar que no puedan reanudar la producción sin retrasos significativos, reparaciones, aprobación regulatoria y costos; posibilidades de reducción de gas y sustitución de productos/componentes: la medida en que las industrias pueden cambiar a componentes/productos importados y la medida en que la demanda de productos o componentes puede satisfacerse mediante importaciones.

Además, el plan viene acompañado de una propuesta legislativa que introduce una nueva herramienta de emergencia de la UE para abordar una brecha potencial entre la oferta y la demanda en el mercado europeo del gas.

El reglamento que propone Bruselas (basado en el artículo 122 del Tratado de la UE), introduce un proceso para “declarar, previa consulta al Consejo [los Gobiernos], una alerta de la UE si los objetivos voluntarios de reducción de la demanda no son suficientes para evitar esta brecha. En caso de tal situación, la Comisión está facultada para activar un objetivo vinculante de reducción de la demanda [es decir obligar a consumir menos a los Estados]”.

El plan de la Comisión habla también de la sustitución del gas por otros combustibles y el ahorro energético global en todos los sectores: “Su objetivo es salvaguardar el suministro a los hogares y usuarios esenciales como hospitales, pero también industrias que son decisivas para el suministro de productos y servicios esenciales para la economía, y para las cadenas de suministro y la competitividad de la UE. El plan proporciona directrices para que los Estados miembros las tengan en cuenta al planificar la reducción”.

“El cambio al carbón puede ser necesario”

“Al sustituir el gas por otros combustibles y ahorrar energía este verano, se puede almacenar más gas para el invierno”, argumenta la Comisión Europea: “Antes de considerar las reducciones, los Estados miembros deberían agotar todas las posibilidades de sustitución de combustibles, planes de ahorro no obligatorios y fuentes de energía alternativas. Siempre que sea posible, se debe dar prioridad al cambio a energías renovables u opciones más limpias, menos contaminantes o con menos emisiones de carbono”.

“Sin embargo”, dice Bruselas, “el cambio al carbón, petróleo o nuclear puede ser necesario como medida temporal. Las medidas basadas en el mercado pueden mitigar los riesgos para la sociedad y la economía. Por ejemplo, los Estados miembros podrían lanzar sistemas de subasta o licitación para incentivar la reducción de energía por parte de la industria. Los Estados miembros pueden ofrecer apoyo público de acuerdo con el marco temporal de crisis de ayudas estatales, adoptado por la Comisión”.