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La confesión del nuevo juguete roto del PP

8 de septiembre de 2020 02:02 h

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Se llama Francisco Martínez. Fue el número dos del Ministerio del Interior, bajo las órdenes de Jorge Fernández Díaz, en el Gobierno de Mariano Rajoy. Está siendo investigado por la Justicia, acusado de participar en uno de los mayores escándalos de la historia democrática española: la 'Operación Kitchen', el espionaje a Luis Bárcenas, el tesorero que sabía demasiado. 

Francisco Martínez, entonces número dos de Interior, está en el epicentro de esa operación. Es al que acusan de dar las órdenes, de autorizar los pagos con fondos reservados. Está imputado y se juega varios años de cárcel por un presunto delito que sin duda no solo él cometió.

Francisco Martínez se ha convertido en el juguete roto. En el cabeza de turco. En el hombre abandonado por todos, y que no quiere comerse el marrón. 

elDiario.es ha accedido a un importante documento que explica bien la situación. 

Es una carta que forma parte de la investigación judicial y que la Fiscalía reproduce en el escrito donde piden que se impute a los exministros Jorge Fernández Díaz y María Dolores de Cospedal. La carta la escribió Francisco Martínez. Se titula “Mensajes para trasladar” y fue encontrada en el apartado “Notas” de uno de sus teléfonos móviles. 

En negrita, en varios párrafos, reproduzco la carta íntegra de Francisco Martínez. Fue escrita el 13 de noviembre de 2019, pocos días después de la última derrota electoral del PP. 

Entre líneas, van mis comentarios para entender la confesión de Martínez; lo que el juguete roto de la Kitchen pide al partido que le abandonó.

FRANCISCO MARTÍNEZ: “El asunto judicial que comenzó en noviembre de 2018 me ha producido un enorme daño personal, familiar, reputacional y profesional. No solo me he visto expulsado de la vida política (esto es lo que menos me importa) sino que mi mujer lleva un año pasándolo muy mal, he perdido ofertas en el sector privado, etc. 

En todo este tiempo NADIE del partido (del equipo anterior o del actual) ha mostrado el más mínimo interés en ayudarme. Por el contrario, solo ha habido filtraciones dando a entender que era un problema mío. Al final es la idea que ha calado en la opinión pública: que el llamado “espionaje a LB” fue un asunto mío…“.

Martínez había sido apartado del Congreso pocos meses antes de que escribiera esta confesión. Tras la moción de censura que derribó a Rajoy, siguió como diputado. El nuevo equipo, el de Pablo Casado, lo sacó de las listas en abril de 2019. 

Lo que él llama “espionaje a LB” (las siglas de Luis Bárcenas) fue una de las misiones más sonadas de la cloaca, esa policía política que cruzó todos los límites durante el último gobierno conservador. 

Al lado de este escándalo, el Watergate parece un juego infantil. Nixon dimitió porque colocó micrófonos en un hotel para grabar a sus rivales. El Gobierno de Rajoy utilizó todos los resortes del Estado para atacar a sus rivales políticos: Podemos y los independentistas. Esa misma policía política también intentó eliminar las pruebas que Luis Bárcenas escondía y que implicaban a la cúpula del PP en la corrupción del dinero negro, las mordidas y los sobres en B. Todo presuntamente con dinero público y usando a funcionarios del Estado. 

Nada les parecía demasiado. Ningún reparo moral les frenó. Entre otros presuntos delitos, según investiga el juez, llegaron a sobornar a un delincuente común para que se disfrazara de cura y secuestrara a punta de pistola a la familia de Bárcenas, al grito de “dónde está el puto pen drive”. 

FRANCISCO MARTÍNEZ: “La semana pasada, mientras los medios anunciaban mi imputación, JFD se daba un baño de masas presentando sus memorias (un repugnante gesto de vanidad que le define muy bien). Y yo me tengo que pagar mi abogado de mis casi inexistentes ahorros”.

JFD es Jorge Fernández Díaz: su superior directo como ministro del Interior, donde le colocó su amigo íntimo, Mariano Rajoy. Cuando estalló el escándalo y uno de los comisarios de la cloaca acusó a Francisco Martínez de dar las órdenes de ese espionaje parapolicial, Fernández Díaz eludió cualquier responsabilidad. “No me consta para nada, me estoy enterando ahora”, aseguró el exministro en una entrevista que enfadó a su antiguo número dos.

Al verse abandonado a su suerte, Martínez hizo lo habitual en esta situación; lo mismo que hizo unas décadas antes Rosendo Naseiro, cuando fue cercado por la Justicia y vio que sus jefes le podían dejar caer. Se fue ante un notario y allí presentó las pruebas de que no actuaba solo: en el caso de Martínez, los mensajes SMS sobre el espionaje a Bárcenas que cruzó con el exministro Fernández Díaz y que también publicamos hoy

“El asunto que investiga la AD (al margen de que sea un disparate lo que están publicando los medios) NO fue una iniciativa mía, sino todo lo contrario. Recibí instrucciones MUY CONCRETAS (las primeras, el 13/07/2013) y tuve una presión diaria para obtener y transmitir la información”.

La “AD” es la Audiencia Nacional. Y el año 2013, cuando “las instrucciones MUY CONCRETAS” (todas las mayúsculas aparecen tal cual en el escrito original) no es un año más en la historia del PP. 

A principios de 2013, se conocieron las cuentas ocultas en Suiza de Luis Bárcenas. El tesorero del partido empezó a ser abandonado por el PP, que hasta entonces lo había protegido. Bárcenas se vio acorralado y decidió contraatacar con todo lo que tenía: toneladas de información comprometida sobre los trapos sucios de su partido. Sus maniobras de defensa, sus amenazas de 'tirar de la manta', acabaron provocando la filtración de los papeles de Bárcenas: la contabilidad en B de años y años de donaciones ilegales y sobresueldos en negro a dirigentes del PP. 

A finales de junio de 2013, Bárcenas entró en prisión. Pero desde la cárcel continuó su presión sobre el Gobierno de Rajoy; una extorsión, en busca de protección. Pronto llegó un nuevo aviso. El Mundo publicó los SMS que Luis Bárcenas intercambió con Mariano Rajoy cuando se destapó su cuenta en Suiza. “Sé fuerte, hacemos lo que podemos”, le decía el presidente español.

Esos SMS se publicaron el 14 de julio de 2013. Qué casualidad. Las “instrucciones MUY CONCRETAS” para espiar a Bárcenas llegaron, según Martínez, justo el día anterior: el 13 de julio. Probablemente el ministro Jorge Fernández Díaz supo unas horas antes que era inminente esa publicación. Y el PP se dio cuenta de que su extesorero, aun en la cárcel, estaba fuera de control.

FRANCISCO MARTÍNEZ: “A mí este asunto ni me importaba, ni me preocupaba, ni me interesaba, pero escuché muchas veces de mi superior que era 'el asunto más importante que teníamos entre manos'... Y todo eso lo puedo demostrar.

Llegados a este punto, no tengo otro interés que centrarme en mi vida personal y dejar atrás esta etapa. No tengo cuentas pendientes con nadie ni el menor interés en perjudicar a nadie, TODO LO CONTRARIO.

Sin embargo, no voy a permitir absolutamente ningún perjuicio más para mí o para mi familia por esta historia. ABSOLUTAMENTE NINGUNO. No he hecho ninguna declaración y no me interesan nada los medios, pero si me cita el Juez seré muy claro en todas las explicaciones y entregaré todo el material probatorio que pueda aportar. Lo que nadie puede pretender es que sea una especie de mártir de una causa que no era la mía, que nunca lo fue y en la que me vi involucrado exclusivamente por lealtad y obediencia“. 

Es una lástima que por el momento no sepamos quién era el destinatario de esta carta que escribió Francisco Martínez. Por el contexto, se trata de una persona importante del PP al que le traslada una nada velada amenaza: si me dejáis solo, cantaré. Lo mismo que hizo Luis Bárcenas, años atrás. 

A continuación, la carta cambia de estilo y se convierte en un manual de instrucciones sobre lo que puede hacer el PP para ayudar a Martínez y que no acabe tirando de la manta. Porque toda amenaza es incompleta sin una exigencia a cumplir.

FRANCISCO MARTÍNEZ: “En el punto en el que estamos se pueden hacer las siguientes cosas.

Evitar a toda costa la citación dejando que este asunto quede un tiempo 'dormido', lo cual no debería ser difícil, teniendo en cuenta que ese juzgado está sobrecargado de asuntos y que el principal acusado en esta pieza está MUY ENFERMO. No parece difícil dejar este asunto un tiempo y centrarse en otros, que hay muchos y son mucho más importantes“. 

El juzgado “sobrecargado” es el Central de Instrucción número 6, de la Audiencia Nacional. Además de todo el caso Villarejo y sus múltiples piezas separadas también investiga la trama Púnica, el caso Lezo, los CDR catalanes…

En cuanto al “principal acusado” que está “muy enfermo”, Martínez se refiere al comisario Enrique García Castaño, alias 'el Gordo'. Es uno de los principales imputados en toda la trama Villarejo y fue quien señaló a Martínez como responsable político del espionaje a Bárcenas.

FRANCISCO MARTÍNEZ: “Hay personas con una relación muy estrecha con el titular del Juzgado (ejemplo, Zoido). También debería haber personas con capacidad de llegar a los fiscales que están OBSESIONADOS con esta pieza, por venganza, por afán de notoriedad (Jesús Santos fue el preparador del fiscal Stampa)”. 

El titular del juzgado número 6 de la Audiencia Nacional es Manuel García Castellón. Durante años vivió en París y Roma como juez de enlace, en un puesto muy bien remunerado al que le ascendió en su momento el Gobierno de Aznar

Lo de “hablar con los jueces” no fue algo que Martínez pidiese sin más. También lo practicó. La investigación judicial recoge una conversación por SMS entre Francisco Martínez y el mismísimo presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro. Son estos mensajes, que aparecen en el sumario judicial.

En cuanto al fiscal Stampa, se refiere a Ignacio Stampa Fuente. El nombre les sonará. Es el fiscal del equipo de Anticorrupción al que hace apenas unas semanas toda la derecha acusó de actuar en connivencia con Podemos en el llamado 'caso Dina', ese supuesto escándalo de Podemos y Pablo Iglesias donde algunos medios intentaron convertir en culpables a las víctimas de la cloaca policial. 

La acusación contra Stampa era bastante descabellada, teniendo en cuenta que la Fiscalía se opuso a la inmensa mayoría de las peticiones que hizo Podemos en el tiempo en que estuvo personado en el caso Villarejo. Ahora que se ha levantado el secreto de sumario de la operación Kitchen, el señalamiento a Stampa –el fiscal que lleva este caso– se entiende mucho mejor. 

En cuanto a Jesús Santos, el que Martínez plantea que “hable con Stampa”, se trata de un abogado, antes fiscal, que ha trabajado en varias ocasiones para el PP.

Que un dirigente del PP pida a su partido que presione a jueces y fiscales no es una gran novedad. Es el modus operandi. Lo hacía Bárcenas con Rajoy –y Rajoy le contestaba con el “hacemos lo que podemos”–. Lo hacían Eduardo Zaplana e Ignacio González con el Gobierno anterior.  

Herramientas no le faltan al PP para presionar. Y con estas cosas se entiende mejor las maniobras del partido para mantener de forma filibustera su control sobre el Poder Judicial, a través de un CGPJ con el mandato caducado, con el que pretenden nombrar a tres nuevos jueces de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, la que decide si un político corrupto es culpable o inocente. 

Para muchos dirigentes del PP, el control de la Justicia es una auténtica obsesión. Algunos se juegan mucho: acabar con sus huesos en prisión. 

FRANCISCO MARTÍNEZ: “Es importante que el Gobierno NO desclasifique nada más. Marlaska ha generado un gran daño mediante una desclasificación masiva de documentos para montar un 'escándalo político', probablemente para impresionar a su actual jefe y demostrar que tiene el pedigrí socialista que durante años negó. Lo que deben tener claro es que yo pediré autorización para hablar de TODO y tengo muy claro que en el asunto que nos ocupa hubo otros servicios que intervinieron. Si lo que se pretende es desclasificar y liberar el secreto, será sobre TODO, no solo sobre a lo que mí me puede perjudicar. Precisamente, mi defensa estará basada en esta liberación del secreto sobre todo aquello que pueda justificar que yo no actué fuera de la ley y que cumplí instrucciones que también tenían otros. Por tanto, es importante que no se DESCLASIFIQUE NADA.

Si hay noticias en la prensa sobre este asunto, deberían hacerse declaraciones de apoyo, en lugar de 'ponerse de perfil'.

Cuando Francisco Martínez habla de “otros servicios que intervinieron” en el espionaje a Bárcenas, se está refiriendo al CNI. Así figura también en algunos de los mensajes que Martínez llevó al notario para acreditar que recibía órdenes de su superior, el ministro Fernández Díaz. 

FRANCISCO MARTÍNEZ: “Nos consta que desde el Ministerio de Marlaska están pidiendo a periodistas (concretamente a El País, a través de Óscar LOPEZ Fonseca) que hagan mucho ruido con este asunto antes del 10-N. Convendría darles un 'toque'...”.

Convendría dar un “toque” a los periodistas. Todo muy respetuoso con el derecho a la información. 

FRANCISCO MARTÍNEZ: “Es totalmente injusto que yo pague de mi bolsillo el abogado (de momento, 12.000 euros). Creo que este gasto debería sufragarse de otro modo”.

El exsecretario de Estado, a su manera, tiene razón. Si durante años el PP gastó más de un cuarto de millón de euros en la defensa judicial de Luis Bárcenas, ¿con qué argumento negarle el pago del abogado a él?

FRANCISCO MARTÍNEZ: “El desastre que supuso la detención del Yeti lo provocó FSR, con pleno conocimiento de SSS y bajo la pasividad total de Zoido. Que nadie pretenda ahora que este problema es mío”.

El Yeti” es uno de los muchos apodos del comisario Villarejo. “FSR” son las iniciales del anterior jefe del CNI, Félix Sánz Roldán. Y “SSS”, las iniciales de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría“: la que mandaba en el CNI. 

“Que nadie pretenda ahora que este problema es mío”, termina su carta el juguete roto de la Kitchen. En eso tiene toda la razón. 

Se llama Francisco Martínez. Fue el número dos del Ministerio del Interior, bajo las órdenes de Jorge Fernández Díaz, en el Gobierno de Mariano Rajoy. Está siendo investigado por la Justicia, acusado de participar en uno de los mayores escándalos de la historia democrática española: la 'Operación Kitchen', el espionaje a Luis Bárcenas, el tesorero que sabía demasiado. 

Francisco Martínez, entonces número dos de Interior, está en el epicentro de esa operación. Es al que acusan de dar las órdenes, de autorizar los pagos con fondos reservados. Está imputado y se juega varios años de cárcel por un presunto delito que sin duda no solo él cometió.