Juan Antonio Flecha, ciclista: “La bicicleta te da la felicidad y en esta vida cualquier excusa es buena para conseguirla”
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Desde su 'e-bike', una Riese & Müller Multicharger, Juan Antonio Flecha (Junín, provincia de Buenos Aires, 1977), divisa y recorre Barcelona mientras observa con esperanza los pasos adelante del usuario de la bicicleta dentro de la gran ciudad. Un rara avis en el pelotón español, el mayor especialista de las clásicas del norte con pavé, con cuatro podios en su haber entre Flandes y Roubaix. Palabras mayores.
Nuestra entrevista, mezcla de pasado, presente y futuro, se llena de frases con sentido que te piden parar y reflexionar. Esa fase la experimenta ahora, en sus carnes, tras disputar hace escasos días su primera Transibérica, una prueba de ultraciclismo en carretera 'non-stop' con inicio en Bolzano, junto al Stelvio, y con llegada a Bilbao. Un evento de ruta libre, de 2.600 km y 45.000 metros de desnivel, donde el participante debe diseñar y seguir su propia ruta pasando por diez checkpoints obligatorios.
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No sabe vivir sin una bicicleta…
Bueno, no tanto. Cuando dejé el ciclismo (final de 2013), me vino muy bien darme un descanso, era un respiro necesario. Ese parón me ha permitido ahora entender mejor la bicicleta que me mantiene en el día a día. Ahora la veo desde fuera del ciclismo profesional y eso es bueno.
¿Su devoción por los pedales le viene de niño?
Sí. Hace poco tiempo, mi hija empezó a pedalear con tres años y me recordó a mí de pequeño. Vivía en una zona de Argentina, donde el ciclismo no es profesional. Cerca de mi casa, había un taller de zapatos y allí estaba Juan que competía y así vi a alguien delante mío que podía hacerlo. Cuando eres un niño de 9-10 años, la bici es un juego. Iba con ella por la ciudad, me daba libertad, independencia y ahora que lo pienso me llama la atención que recorriera a esa edad distancias de 5-10 km.
Ese parón me ha permitido ahora entender mejor la bicicleta que me mantiene en el día a día
Suele decir que ¿quién no es un poco más feliz después de salir en bici?
Es así, es difícil encontrar a alguien. Mis hijas me preguntan el porqué vamos siempre en ella. La bicicleta te da la felicidad y en esta vida cualquier excusa es buena para conseguirla. Llevo a mis hijas en bici al colegio, ellas entienden que el coche no es el único modo de transporte. En lugar de mirar los modelos de automóviles, prestan más atención a los distintos tipos de bicicletas. Eso es muy positivo y enriquecedor, el forjar una cultura ciclista te llena de esperanza.
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¿La adrenalina y la propia aventura de seguir adelante es lo que le motiva sobre la bici?
De lo primero, no tengo ninguna necesidad, la adrenalina está solventada. Lo segundo quizás sí. Me gusta esa idea de reto, la sensación de que cuando se acaban, te dan una gran felicidad durante bastante tiempo. No es algo de cara a la galería, siempre aprendes algo, sobre todo de uno mismo. Hay un crecimiento personal, de continuar y relativizar, de tener la sensación que la bici está siempre por encima de uno y por tanto de no tomarse las cosas muy en serio.
Viene de finalizar hace escasos días una de las pruebas de ultrafondo más conocidas como es la Transibérica. Además, era su primera participación en la misma. Ahora más en frío, ¿con qué sensaciones se ha quedado? ¿Reto superado?
Sí, sin duda. Hacerla en menos de 7 días era muy díficil y lo he conseguido, por lo que el balance es muy positivo. Lo lógico era hacerla en 8-10 días. Por eso acabar esta prueba, que como las de este tipo son extramadamente exigentes, y en tan corto espacio de tiempo ha hecho que la experiencia haya sido aún más bonita. Para mí, la clasificación no es relevante, pasa a un segundo plano como demuestra que no hay una premiación en sí, así que me centro en el tiempo realizado en lograrlo.
A nivel general, no he tenido grandes problemas ni físicos ni mecánicos, más allá de los pequeños percances muy normales en este tipo de carreras. Lo importante es el reto personal, el plantearse planificar bien el recorrido y trazar la mejor ruta. En ese sentido, sí cometí algún fallo, lo que me ha dejado un poco mal sabor de boca. Pero me quedo con hacer tantos kilómetros en tan pocos días, algo que parecía muy complicado para mí antes de empezar la prueba.
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Esta prueba es un reto en sí misma con puertos míticos como el Stelvio, el Furkapass, el Mont Ventoux y el Aigoual…
¿A quién no le gusta subir un puerto? Son terrenos preciosos. Es un esfuerzo constante, tú sólo ante ellos. Me ha inspirado mucho el libro 'L'Alpe d'Huez', de Javier García Sánchez. Hay que tener un respeto a la montaña, tal y como hacen también los montañeros.
¿Su condición de clasicómano, de pruebas en carretera de más de 200 kms, le ha llevado a este mundo del ultraciclismo sin paradas?
No creo, no tiene nada que ver. En las clásicas, los entrenamientos son muy estructurados y con demasiados números. La Transibérica me lleva a mis inicios en el ciclismo. Me permite ir más allá de la planificación, ser flexible con los planes y eso es importante al igual que saber improvisar.
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Ganó una etapa del Tour (Toulouse 2003). ¿Qué hubiera dado por conseguir una París Roubaix o un Tour de Flandes?
Me gustan mucho las clásicas porque sirven para explorar el terreno. Hace poco estuve cerca del velódromo de Roubaix donde en su último tramo adoquinado ponen el nombre de todos los ganadores y lo mismo sucede a un lado del Oude Kwaremont con Flandes y pensé que me quedé muy cerca de lograrlo en ambas. A ver, ahora sí que cambiaría esa etapa del Tour por alguno de estos dos monumentos.
En general, el ciclismo ha cambiado mucho desde su retirada profesional. ¿El actual es mejor?
El de ahora me gusta, salvo porque se está perdiendo el elemento aventurero con el tema de la metereología y otras historias. Si ahora fuera ciclista profesional, mi rendimiento sería la bomba, pero echaría de menos ciertas libertades que ahora no hay.
Me gustan mucho las clásicas porque sirven para explorar el terreno
El material también ha evolucionado. Por ejemplo, han aparecido las bicicletas eléctricas. ¿Está a favor o en contra de ellas?
Por supuesto que a favor, lo pensaba incluso antes de probarlas. Estoy muy contenta con ellas. El contexto cultural hace creer a la gente que no se hace ejercicio, que no cuesta pedalear, que no se suda... Pero no es así y lo digo por experiencia. Hay que cambiar la mentalidad errónea de que es un motor, cuando en realidad es una asistencia al pedaleo muy buena. Las bicicletas eléctricas han permitido traer más gente al mundo del ciclismo, es una buena solución para evitar coger el coche y eso es positivo. En mi caso, tengo dos cargos, una electrificada y otra no, pero ambas me son de gran ayuda.
Me consta que cuenta con muchas bicicletas, pero una y muy especial es una Riese & Müller. ¿Es la mejor opción para andar por la ciudad?
Sí, sin duda. Es una Riese & Müller Multicharger. Primero destaca por su calidad y rígidez, está pensada para el desplazamiento urbano y es muy apropiada para largos movimientos con cargas, ya sean personas o bultos. Cuenta con ruedas de 26 y unas luces y estabilidad magníficas. Además, dispone de un 'longtail', muy diferente al resto que permite contar con una bicicleta no tan alargada, sino más recogida lo que da una ventaja importante como es tener todo más a mano.
¿Qué es lo que cualquier usuario debería tener más en cuenta a la hora de comprarse una bici?
Lo fundamental es tener claro que cualquier bicicleta no sirve para todo. Hay que tener claro qué se quiere hacer de ella. Mi hija me pregunta por qué contamos con tantas en casa. Le digo que porque me gustan, por hobby y porque cada uno tiene su uso.
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¿Nota una mayor concienciación y un mayor respeto al ciclista o vamos hacia atrás?
La concienciación es difícil. Lo que tenemos que conseguir es que cada vez seamos más usuarios de la bici. De esta forma, el conductor de coche no se sentirá como el único en la carretera y pensará que ir en bicicleta o en transporte público es una forma de vida más saludable para moverse por la ciudad. Lo que no funciona para nada son los carriles bici comunitarios, porque en ellos no se respeta al ciclista. Se debe apostar, sin lugar a dudas, por los segregados. Afortunadamente, el nivel cultural ha aumentado en los últimos 30 años. Entonces, iba al instituto en bicicleta y parecía alguien raro, porque casi todos lo hacían en Vespino. Ahora toda esa situación ha cambiado de forma espectacular y es una buena señal de cara al futuro.
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