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La confluencia vasca

No cabe duda de que la precampaña electoral para las generales que tenemos a la vuelta de la esquina se está poniendo más interesante cada día que pasa. No solamente se intuyen cambios en el panorama político estatal, sino que flota en el ambiente un aroma a proceso constituyente, a un cambio no solo de gobierno sino de la forma en que funcionan las instituciones desde la muerte del dictador Franco y la aprobación de la ya caduca Constitución de 1978. Evidentemente, cada partido barre para casa y no hay nada definido hasta el momento, pero ya se han iniciado movimientos destinados a crear una alternativa de confluencia opuesta a las políticas de austeridad y seguidismo con los dictados del Eurogrupo o el FMI que hasta ahora han ejercido tanto el Partido Popular como el PSOE.

La confluencia, que ha demostrado su plena validez con iniciativas como 'Barcelona en Comú' o 'Ahora Madrid' en las pasadas elecciones municipales, es una apuesta decidida para lograr unos resultados electorales que puedan suponer la oportunidad real de hacer cambios de calado en un sistema con evidentes disfunciones y que se ha revelado incapaz de garantizar un mínimo de dignidad al conjunto de la ciudadanía que debería proteger. El gran descenso en el poder adquisitivo de una parte de la sociedad, el empobrecimiento paulatino de mucha gente que sufre el azote del desempleo, la pérdida de derechos laborales y sociales o los recortes en sanidad o educación, han creado el caldo de cultivo ideal para que amplios sectores de la sociedad tomen conciencia de que un cambio más o menos radical (eso ya se verá) es posible y deseable.

Hace unas semanas se conocía la creación de una plataforma de confluencia promovida desde la base de la sociedad, 'Ahora en Común', una iniciativa ciudadana que pretende repetir en las generales el éxito de las plataformas municipales que han logrado gobernar ciudades tan importantes como Madrid o Barcelona y que, en general, obtuvieron resultados que les han permitido estar presentes en infinidad de ayuntamientos de ciudades y pueblos. Ha sido una iniciativa bien recibida por agentes que promueven una radical profundización democrática, aunque no lo haya sido tanto por la cúpula de Podemos, a pesar de que mucha gente que milita en el partido de Pablo Iglesias participe de hecho en construir esa alternativa ciudadana.

Parece que los dirigentes nacionales de Podemos continúan apostando por su estrategia de presentarse en solitario, con la intención de llegar al gobierno o, al menos, sustituir al PSOE en la zona izquierda del bipartidismo. Pero los números tampoco cuadran y esa apuesta puede convertirse en un fracaso, no solo de Podemos, sino de todas las fuerzas y movimientos sociales que de verdad quieren cambiar el panorama político español en base a políticas progresistas que corrijan los estragos que se han cometido desde los partidos que nos han impuesto sus políticas neoliberales. Solamente un proceso amplio de confluencia, no solo de partidos, sino de organizaciones y movimientos sociales e incluso de personas a título personal, podría conseguir unos resultados electorales realmente relevantes. Y al contrario: sin confluencia, el esfuerzo habrá sido en vano y no cambiará nada en absoluto.

En Euskadi también se han comenzado a dar pasos en este sentido. Una posible confluencia de partidos como los que componen Bildu, Podemos, Ezker Anitza, Equo, M+J y otros, a los que habría que sumar asociaciones y movimientos sociales, sería una apuesta muy sería incluso de cara a las autonómicas del próximo año y pondría las bases para un cambio en Euskadi como el que está viviendo Navarra estos días. No es una empresa fácil y habría que superar diferencias y desconfianzas, egos y cálculos partidistas, pero el objetivo es tan importante que vale la pena apostar por él y por limar asperezas. Se ha demostrado ya que es posible hacerlo y solamente hay que repetir o mejorar una fórmula que permita abrir un paraguas amplio en el que cobijar a esas fuerzas del cambio que la sociedad, también la vasca, reclama. Los próximos meses van a ser claves para conformar esa confluencia, lleve el nombre que lleve, y para retratar donde está cada uno y que intereses les mueven realmente.

No cabe duda de que la precampaña electoral para las generales que tenemos a la vuelta de la esquina se está poniendo más interesante cada día que pasa. No solamente se intuyen cambios en el panorama político estatal, sino que flota en el ambiente un aroma a proceso constituyente, a un cambio no solo de gobierno sino de la forma en que funcionan las instituciones desde la muerte del dictador Franco y la aprobación de la ya caduca Constitución de 1978. Evidentemente, cada partido barre para casa y no hay nada definido hasta el momento, pero ya se han iniciado movimientos destinados a crear una alternativa de confluencia opuesta a las políticas de austeridad y seguidismo con los dictados del Eurogrupo o el FMI que hasta ahora han ejercido tanto el Partido Popular como el PSOE.

La confluencia, que ha demostrado su plena validez con iniciativas como 'Barcelona en Comú' o 'Ahora Madrid' en las pasadas elecciones municipales, es una apuesta decidida para lograr unos resultados electorales que puedan suponer la oportunidad real de hacer cambios de calado en un sistema con evidentes disfunciones y que se ha revelado incapaz de garantizar un mínimo de dignidad al conjunto de la ciudadanía que debería proteger. El gran descenso en el poder adquisitivo de una parte de la sociedad, el empobrecimiento paulatino de mucha gente que sufre el azote del desempleo, la pérdida de derechos laborales y sociales o los recortes en sanidad o educación, han creado el caldo de cultivo ideal para que amplios sectores de la sociedad tomen conciencia de que un cambio más o menos radical (eso ya se verá) es posible y deseable.