Ferran es un joven que aún vive con sus padres, pero desde hace un par de años se pasa los días en el sótano de la casa. Ha conseguido convencer a todos que se gana la vida siendo 'gamer' y que logra dinero jugando a videojuegos, cuando en realidad lo consigue haciendo vídeos porno y a través de llamadas sexuales con clientes. Su principal canal es OnlyFans, pero todo empieza con DirtyRoulette. Este es el argumento de 'La carn', una performance de Lluís Garau (Mallorca, 1997) que abarca la danza y el teatro unidos con el sexo en remoto en directo. Para esta obra hay dos espectadores: los que están presentes en el teatro y los usuarios de la página web DirtyRoulette, que interactuarán con el artista en directo. Su estreno llega a Euskadi en la sala La Fundición de Bilbao con dos pases este sábado 22 y el domingo 23 de marzo.
Según reconoce Garau, esta historia nació a raíz de la obsesión de toda una generación por las redes sociales y por conocer gente a través de Internet. “Los jóvenes estamos un poco adictos a ese tipo de encuentros, a ese tipo de relaciones que son esporádicas y exclusivas de Internet. DirtyRoulette es un encuentro fortuito en Internet, una videollamada que va rulando por todo el mundo. Si una de las personas que salen te gusta, te quedas en la videollamada, si no, pasas a la siguiente. Eso va generando un flujo de gente a la que puedes conocer y con la que puedes interactuar. El público lo escucha todo, pero no ve quién está hablando”, explica.
Al igual que su personaje que pone en la performance precio a su propio cuerpo a tiempo real. No obstante, el público no ve quién está en la videollamada para salvaguardar su identidad. “Mi única voluntad como artista es que las personas que están en esa videollamada nunca revelen su identidad, porque para mí es muy importante que sea un espacio seguro y un espacio de intimidad en el que no se exponga a nadie en contra de su voluntad”, detalla el artista.
“Trabajando en esta obra me he dado cuenta en la soledad en la que vivimos. Haciéndola he entrado en bucles de muchísima soledad, conectado con todo el mundo por Internet, pero solo en la habitación de mi casa. El objetivo del proyecto es mostrar cómo a través de una plataforma dedicada en su mayoría al sexo virtual te puedes llegar a sentir como un trozo de carne, pero también es exponer cómo puedes estar hiperconectado con el mundo y a la vez solo encerrado en tu habitación”, reconoce.
Sobre los jóvenes y la pornografía, Garau reconoce que es un tema que le gusta abordar en sus espectáculos, pero no le gusta entrar en si afecta negativamente o no. “No entro en juicios de si la pornografía es buena o mala. Es cierto que construye el imaginario sexual de la gente que lo consume y en su mayoría a los jóvenes que lo hacemos, nos condiciona de por vida. Para mí es muy importante hablarlo porque es un condicionante que tenemos por el hecho de consumir ese tipo de productos que están muy alejados de la realidad”, indica.
La naturalidad y espontaneidad que aportan las interacciones entre el personaje de Garau y los usuarios anónimos de Internet permiten a 'La carn' retratar fielmente lo que ocurre en esos espacios no visibilizados e, incluso, estigmatizados, en los que se crean vínculos sexuales, emocionales y hasta vitales con desconocidos. De esta forma, el montaje difumina los límites entre lo público y lo privado y entre el directo y lo remoto. Desde la organización alertan de que por su contenido sexual, la obra no está recomendada para menores de 18 años.
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