“Me está afectando mucho, no se acaba nunca”: por qué hay gente que lleva tan mal que llueva sin parar

La intensas lluvias de las últimas semanas han sembrado un ambiente de desesperación y desquiciamiento. Es como si las ciudades enteras hubieran quedado atrapadas en un vagón de metro un lunes a las nueve de la mañana. Hay un ánimo alterado. La gente no pasea, solo huye. Son días nefastos para los fumadores, aunque algunos no apagarían el cigarro ni flotando. Aun así, es probable que dentro de un par de meses muchos recuerden estos días con añoranza cuando el termómetro supere los 35 grados. Entonces evocarán aquella época en la que, al preguntar “qué tal”, la respuesta era siempre la misma: “Pues ya ves, con esta lluvia…”.
Este ha sido uno de los marzos más lluviosos que se recuerdan. Las precipitaciones acumuladas en España hasta el 16 de marzo superaron en un 64% la media habitual. En Catalunya se han empezado a levantar las restricciones por sequía, mientras que en ciudades como Sevilla ya ha habido dos semanas de lluvia, de las tres que van de mes. En Madrid, además, se ha batido un récord desde que se iniciaron los registros en la estación de Madrid-Retiro. “Esto es una puta pesadilla”, comenta Carlota Regueiro, sentada en una terraza techada que apenas la protege de la tormenta. “De verdad que me está afectando mucho, no se acaba nunca”. Para colmo, el río Manzanares, junto a su casa, ha multiplicado su caudal por 15 en las últimas horas. El pasado miércoles, Emergencias Madrid alertó a los vecinos sobre un posible desbordamiento que afecta a carreteras y autovías de la región.
En los Países Bajos, un estudio de 2017 siguió durante seis inviernos a 291 personas diagnosticadas con Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una forma de depresión que aparece cíclicamente con la llegada del otoño y el invierno. El objetivo era entender cómo influye el clima —más allá del cambio de estación— en quienes padecen este trastorno. Los resultados revelaron que las oscilaciones meteorológicas de una semana a otra, como una racha especialmente gris, fría y húmeda, pueden intensificar los síntomas depresivos incluso en un periodo ya de por sí sombrío. Factores como la duración de la luz solar, la radiación global y la temperatura del aire demostraron tener un impacto directo en el estado de ánimo de los pacientes.
Lara Martos, una joven malagueña, confiesa que, acostumbrada al buen tiempo, le cuesta soportar estas semanas grises y frías. “Si lo pienso bien, casi la única vez que he visto llover así fue en octubre, durante la semana de la DANA, aunque por suerte mi pueblo, Fuengirola, no fue de los más afectados”. Asegura que la lluvia cala de inmediato en su estado anímico: “El problema es que es constante, no cinco horas y ya. No puedes ir a una terraza con tus amigos porque sales volando o te empapas. Se me está haciendo pesado”. Aun así, intenta ver la parte positiva: “Al menos se habrán llenado los embalses”.
El buen tiempo te invita a salir de tu casa. El mal tiempo a resguardarte en un sitio cerrado. Al estar en actividades sociales experimentamos sensaciones más positivas que en soledad
Juan Molinero, psicólogo, explica que uno de los motivos por los que nos afecta la lluvia es porque restringe nuestra actividad social: “El buen tiempo te invita a salir de tu casa. El mal tiempo a resguardarte en un sitio cerrado. Al estar en actividades sociales experimentamos sensaciones más positivas que en soledad”.
“La verdad es que últimamente vivo obsesionado con el tiempo”, reconoce Carlos Noriega, madrileño de 27 años. “Me he dado cuenta de que utilizo la lluvia como excusa para justificar cualquier situación negativa”. Noriega, que califica la situación de “muy deprimente”, ha decidido no consultar más las predicciones meteorológicas: “Es infernal empezar la semana sabiendo que lloverá los próximos siete días”. Y cuenta también el problema que ha experimentado con las treguas y los breves ratos de sol de estas últimas semanas: “En cuanto asoma el sol, nos volvemos un poco locos. El otro día me pillé una borrachera sin sentido un martes solo porque salieron dos rayos de sol. La resaca con lluvia al día siguiente no mereció la pena”.
El mal tiempo no afecta por igual a todo el mundo. Un estudio realizado en China en 2016 analizó las respuestas de casi 21.000 personas acerca de sus síntomas depresivos bajo distintas condiciones meteorológicas en el transcurso de un mismo día. Los resultados mostraron que el tipo de clima vivido durante la jornada influye en el estado de ánimo, y que los días nublados están más vinculados a síntomas depresivos, sobre todo en hombres y en personas de mediana o avanzada edad.
También influye la costumbre de cada uno a las temporadas lluviosas. Francisco Lago, residente en Madrid desde hace 10 años pero originario de Santander, ha comprobado estas semanas que no está tan inmunizado contra el diluvio como pensaba. “Creía que sí, pero supongo que, tras tanto tiempo en Madrid, he perdido la inmunidad. Como un chubasquero que se queda sin cera”, comenta. Aun así, conserva la costumbre de salir aunque llueva, algo que —por su experiencia— “la gente criada al sol” no suele hacer. “Que llueva no es sinónimo para mí de quedarme en casa”, dice. “Porque de haberlo hecho no habría salido nunca de chaval”. Finaliza, como muchos en este reportaje, con una frase de resignación ante la borrasca: “Nefastas semanas bajoneras”.
Estas semanas también han demostrado lo inmensamente diverso que es el ser humano. Hay quienes, ya sea por conciencia medioambiental o por motivos personales, agradecen la llegada del mal tiempo. Eva Santiago, una profesional del cine de 26 años, disfruta de un buen rato en una terraza tomando vermut con sus amigos, pero también valora los aspectos positivos de la lluvia, que la invita a quedarse en casa y relajarse. “Siento que si no hay un mes de lluvias así, no paro. Me encanta saber que puedo estar en casa sin salir”, comenta. El clima la afecta físicamente: sufre migrañas y se le baja la tensión, así que ni se plantea salir a la calle. En su lugar, aprovecha para hacer un trabajo introspectivo, meditar y analizarse. “Ya que fuera no se puede estar, no queda otra que indagar hacia adentro”, explica. “Ya vendrá el buen tiempo, y entonces tocará disfrutar de él”.
Las temperaturas extremas, lluvia, humedad y nubosidad se asocian con un aumento de sentimientos negativos y una reducción de los positivos
Otro estudio, realizado en Estados Unidos entre 2009 y 2016, analizó más de 3.500 millones de publicaciones en Facebook y X (entonces Twitter) para determinar si el clima influye en el estado de ánimo expresado en redes sociales. Concluyó que las condiciones meteorológicas tienen un impacto claro y medible en las emociones compartidas: temperaturas extremas, lluvia, humedad y nubosidad se asocian con un aumento de sentimientos negativos y una reducción de los positivos, incluso en publicaciones que no mencionan el tiempo directamente.
En estas publicaciones se han podido ver y leer opiniones de todo tipo: desde negacionistas del cambio climático que reprochan a la AEMET sus predicciones de sequía, hasta memes y comentarios de gran ingenio. Entre los más repetidos figura el que señala a las personas que celebran el mal tiempo por el bien del planeta: “Buenos días: menos a los que dicen que hace falta que llueva tras 11 días de lluvias constantes”, dice una usuaria en X. “Que llueva que hace falta. A mí personalmente no me hace falta, de hecho, me quita las ganas de existir. Soy muy alicantina para llevar 100 días seguidos lloviendo”, protesta otra. “¿Alguien recuerda esa cosa brillante que estaba en el cielo?”, se pregunta irónicamente un usuario en Instagram.
Quizá haya sido en el sur, especialmente en Sevilla —que estos días ha acumulado más precipitaciones que zonas del norte como Asturias y Galicia— donde más se ha desatado el ingenio. Jorge Cadaval, de Los Morancos, publicó un vídeo con acento gallego, supuestamente adquirido tras tanta lluvia en su Sevilla natal. “Carallo, como chove”, bromeó el humorista, “ya me va a salir verdina en los párpados”. Uno de los montajes más virales en X sustituye el Puente de Triana por el Tower Bridge de Londres, acompañado del texto: “Un autobús de dos plantas va hacia Triana”. Otro, en la misma línea, reemplaza la Giralda por el Big Ben, completando así la transformación de la capital andaluza en una nueva capital británica del agua.
El tiempo lluvioso también ha acaparado muchas conversaciones en diversos grupos de WhatsApp, que en algunos casos se convierten en foros de terapia improvisados para sobrellevar el mal tiempo con el mejor ánimo posible. En esos chats pueden leerse mensajes tan bonitos y esperanzadores como el que Luci Lozano envió el pasado martes al grupo que comparte con sus dos compañeras de piso: “Algo que siempre pasa y que no descubrí hasta la primera vez que me monté en un avión es: Encima de las nubes SIEMPRE siempre hay sol!!! Los días nublados siempre imagino un avión despegando y pasando las nubes y FIUUUM! Claridad, luz, azul, sol”.
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