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Estos cíborgs se han sumado un sexto sentido para saber dónde está el norte

Scott Cohen ya no solo tiene recuerdos sobre el mobiliario de su hogar o el olor de su habitación. Desde hace unas semanas, sabe perfectamente dónde está situado el norte en cada rincón de su hogar. No lleva ni el ‘smartphone’ ni una brújula en su mano constantemente: la vibración de un pequeño dispositivo anclado a su piel le hace sentirse unido de algún modo al campo magnético de la Tierra.

“En el momento que lo conectas y empiezas a tener el nuevo sentido, cambia la percepción del espacio en el que estás”, asegura Cohen a HojaDeRouter.com. A sus 51 años, este activista digital, fundador de la distribuidora de música digital The Orchard, es uno de los dos primeros humanos capaces de sentir el norte gracias a ese pequeño artilugio.

El otro es Liviu Babitz, con el que ha cofundado Cyborg Nest, una compañía londinense que quiere desarrollar “nuevos órganos sensoriales”. Ambos reflexionaron sobre qué sexto sentido podía venirnos bien como limitados seres humanos y pensaron en los rayos X o los rayos infrarrojos invisibles para nuestro ojo, aunque acabaron reparando en la orientación y decidiéndose a crear North Sense.

“El norte es algo profundamente enraizado en nuestra tradición, como en el Feng Shui, y es un sentido que comparten muchos animales, así que era un buen punto para empezar”, indica Liviu Babitz, CEO de la compañía. Las palomas o los tiburones son algunos de los animales dotados de una virtud especial para la orientación, un don del que tú supuestamente careces, aunque hay investigadores estudiando si tuvimos (o aún tenemos) un sentido del campo magnético.

De un modo u otro, los creadores de North Sense pretenden que ese órgano artificial, dotado de una brújula electrónica, repita constantemente la posición a todos los que estén interesados en modificar levemente su cuerpo para adquirir una nueva capacidad.

El proyecto que ha unido a los cíborgs

“En esta etapa de la humanidad empezamos a pensar ‘sabemos que necesitamos saber’, porque de otra forma no estamos cumpliendo el pensamiento más básico de un ser humano, que es ser curioso”, señala Liviu Babitz. A su juicio, si el uso de nuestros sentidos ha cambiado (utilizamos nuestros ojos “para ver Netflix” en lugar de para sobrevivir en un entorno hostil), ¿no está justificado que añadamos unos cuantos más para mejorar nuestra existencia?

Pero Babitz, que dice haber sido “muchos tipos de persona en los últimos treinta años” (asegura haber sido el responsable de operaciones de Videre, una organización que ayuda a filmar con cámaras escondidas abusos de derechos humanos en distintos rincones del mundo), no es el único interesado en que la tecnología mejore nuestra especie.

Neil Harbisson lleva implantado desde 2003 su ‘eyeborg’lleva implantado desde 2003, un dispositivo que le permite escuchar los colores. Neil veía el mundo en escala de grises debido a una disfunción congénita, y gracias a ese peculiar dispositivo que ya luce en su pasaporte británico puede reconocer el color rojo en un sonido grave y el violeta en uno agudo y chirriante.

Otros cíborgs tienen facultades sobrehumanas que no suplen una carencia, sino que añaden una nueva habilidad, como percibir los seísmos. Gracias a un sensor implantado en su brazo y conectado a sismógrafos ‘online’, la bailarina catalana Moon Ribas siente todos los terremotos de la Tierra.

Tanto Harbisson como Ribas forman parte del equipo cofundador de Cyborg Nest, así como Steve HaworthSteve Haworth, un reconocido artista dedicado a la modificación corporal. “Queremos que todo el mundo sea un cíborg”, señala Cohen, amigo de Ribas y Harbisson. Sin embargo, pensaron que al público general le daría “demasiado miedo” tener un dispositivo electrónico bajo la piel. Por eso, optaron por desarrollar ese pequeño dispositivo que cualquiera pudiera comprar, colocarse tras realizar tan solo dos perforaciones y configurar para que la brújula no se vuelva loca.

Una experiencia “relajante”

Ahora bien, ¿no es molesto tener las 24 horas del día un cacharro que vibra cada vez que encuentra el norte? “Si no lo siento, me siento un poco ansioso’”, señala Cohen, que califica la experiencia como “reconfortante, relajante, agradable”. “El nuevo sentido no es un dispositivo ‘plug-and-play’ [que lo enchufas y funciona de inmediato], así que tu cerebro pasa por diferentes estados para empezar a conectar y analizar los datos”, añade Babitz.

Para tristeza de los más ‘geeks’, el North Sense carece de GPS, conexión a internet o posibilidad de almacenar la información en la nube, por lo que no transforma al usuario en un Google Maps con piernas. Precisamente su sencillez era uno de los objetivos que perseguían sus fundadores para que no fuera un ‘wearable’, sino “un sentido” del que recibir información constantemente.

“La idea es que en nuestro mundo todo trata sobre la inteligencia artificial, ‘machine learning’, ‘big data’, analíticas... todas esas cosas. Esto es justamente lo opuesto a eso: la única inteligencia que determina los datos es mi cerebro”, destaca Cohen. Uno de sus objetivos es experimentar con la forma en que asimilan esas repetidas vibraciones sin las que vivían hasta hace poco.

Ya hay quien se ha interesado por los efectos del North Sense antes de que salga a la venta. Carl Smith, profesor de programación creativa en la escuela londinense Ravensbourne, va a colaborar con Cyborg Nest para estudiar de qué forma el North Sense influye en la vida de sus compradores.

Por su parte, Kevin Warwick, vicerrector de la británica Universidad de Coventry y uno de los cíborgs más veteranos —se implantó un microchip en el brazo para abrir y cerrar las puertas de su laboratorio hace casi dos décadas—, también ha querido opinar sobre North Sense.  El investigador ha puntualizado que se trata de “un dispositivo de cíborg de nivel básico” al no estar implantado bajo la piel, justamente la característica pretendida por los cofundadores de Cyborg Nest para lograr que su invento fuera más popular.

Todos podemos sentir el norte (aunque no es barato)

De momento, solo Scott Cohen y Liviu Babitz han probado el North Sense, que según nos detallan ha desarrollado la compañía electrónica israelí Nistec. El resto de cofundadores aún no lo ha utilizado, ni tampoco ningún cliente.

Eso sí, Cyborg Nest permite ya reservar el producto, que es resistente al agua y se recarga gracias a un puerto mini USB, por la nada módica cantidad de 350 dólares (325 euros), un precio que se elevará hasta los 415 dólares (385 euros) después del 30 de enero. Pese a ello, más de 200 entusiastas han decidido pagar ya para hacerse con uno. “En pocas semanas habrá cientos de cíborgs con North Sense en el mundo, y sabemos que este número crecerá exponencialmente”, defiende Babitz con orgullo.

La española Amparo Verdejo es una de ellas. A sus 58 años, esta pianista vivió un momento “crucial” en su vida cuando conoció a Neil Harbisson y Moon Ribas. De hecho, planea escribir un libro sobre la Cyborg Foundation, la organización que ambos fundaron, y le gustaría tener una antena como la de Harbisson para complementar su sentido musical.

Por ahora, está interesada en moldear su cerebro con el “órgano nuevo” de Cyborg Nest, pues considera que esa información está “muy pegada a la madre tierra” y puede venirle muy bien cuando monta sus caballos. “¡Deseando estoy de ir con mi North Sense y comprobar el mundo del caballo y el mío bajo ese prisma vibratorio!”, defiende.

Sabrina Bittencourt, una brasileña que vive entre España y América Latina, es otra de las primeras clientas de Cyborg Nest. Cofundadora de Jóvenes Transformadores, un proyecto de emprendimiento social, ha reservado su North Sense porque le gusta apoyar tecnologías de emprendedores independientes y porque le resulta “interesante la posibilidad de ampliar sentidos”. De hecho, ella misma nos cuenta que está desarrollando un microchip para la traducción de idiomas que será subcutáneo.

Los North Sense, que Cyborg Nest está fabricando con inversión propia de los fundadores y con el dinero que han recaudado de las preventas, comenzarán a llegar a los clientes dentro de tres o cuatro semanas, por lo que habrá que esperar para conocer las reacciones de los primeros entusiastas que decidan pender uno de su pecho.

No es el único producto que pretenden lanzar. Un dispositivo capaz de detectar la contaminación u otro que nos permita oír sonidos a una distancia mayor son algunos de los proyectos que planean a largo plazo. “Todo el mundo va a estar aumentado de alguna forma”, sentencia Babitz. “El futuro estará mucho más desarrollado y será mucho más apasionante, pero no hay nada más emocionante [...] que estar al principio”. Él puede presumir de ser uno de los primeros que siente cómo el norte vibra.

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Las imágenes son propiedad de Cyborg Nest y re:publica (3)