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Guía para la noche electoral: qué mirar para saber si Trump está perdiendo o no

María Ramírez

2 de noviembre de 2020 21:58 h

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Las elecciones presidenciales de este martes son únicas por la pandemia y la tensión en el país, con más incertidumbre que nunca sobre el escrutinio en la noche electoral y un presidente capaz de declararse ganador de forma prematura. Nunca antes habían votado tantas personas por anticipado, de manera presencial o por correo: más de 94 millones en un país donde suelen votar unos 150. Esto puede retrasar el recuento, en particular por el voto por correo, y es un elemento en las posibles disputas legales si el resultado está muy ajustado. 

La diferencia de voto entre Donald Trump y Joe Biden es un elemento esencial. Si uno de los dos candidatos va muy por delante en el recuento de los votos en estados clave, la noche electoral será más tradicional y podría haber un resultado claro rondando la medianoche (6 a.m. hora peninsular). Pero las victorias aplastantes en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya no son habituales: la última fue la de Ronald Reagan en 1984, cuando el republicano venció en todos los estados salvo en Minnesota, el lugar natal de su contrincante, Walter Mondale. 

Lo habitual es que los votos electorales, los que dan los estados a quien gana la mayoría del voto popular en su territorio, estén más repartidos. Y que los estados en disputa se ganen por pocos votos. En 2016, Donald Trump ganó Michigan, Wisconsin y Pensilvania, los estados del Medio Oeste que le dieron la victoria en contra de lo que predecían las encuestas ahí, por unos pocos miles de votos. 

Esta pieza está más centrada en las posibilidades de Trump porque es el presidente y porque tiene menos “caminos” para ganar que Joe Biden, es decir menos combinaciones posibles de estados para lograr la reelección, según están ahora las encuestas y según su propia suma hace cuatro años. 

En 2016, Trump ganó por la mínima. Hillary Clinton sacó en total casi tres millones de votos más que el republicano, algo inédito en la historia de la democracia de Estados Unidos. Pero una parte de votos de Trump estaban mejor repartidos que los de Clinton.

Si aciertan las encuestas –se supone que mejoradas respecto a 2016–, ahora Biden ganará con holgura. Pero Trump tiene alguna combinación de estados con la que podría volver a sorprender con una victoria si fallan los sondeos en un puñado de estados. 

¿Entonces qué hay que mirar?

Lo primero, Florida. Este estado es uno de los premios gordos de la noche –tiene 29 votos electorales de los 270 necesarios para ser presidente–. Es un estado muy grande y diverso: tiene jubilados, jóvenes universitarios, millonarios, obreros, ciudades grandes, zonas rurales extensas y una comunidad hispana muy variada entre cubanos–americanos, puertorriqueños y nuevos inmigrantes venezolanos. Trump ahora es residente legal de este estado por su propiedad en Mar-a-Lago, en Palm Beach. 

En 2016, Trump ganó en Florida por el 1,2% de votos frente a Hillary Clinton. Clinton venció en las grandes ciudades como Miami, Tampa, Orlando y Tallahassee, y Trump en los condados de zonas residenciales fuera de las ciudades y en las áreas más rurales. 

David Axelrod, ex jefe de campaña de Barack Obama y actual director del Instituto de Política de la Universidad de Chicago, recomienda en esta entrevista con elDiario.es mirar al condado de Pinellas, que incluye la ciudad de St. Petersburg, tradicionalmente demócrata, y zonas suburbanas de jubilados que en 2016 votaron a Trump y que ahora podrían pasarse a Biden. Hace cuatro años, Trump ganó por un punto este condado que Obama había ganado en las dos presidenciales anteriores. “Si en ese condado está ganando Biden, creo que tiene muchas opciones de llevarse Florida. Será el indicador ahí”, explica Axelrod.

Otro condado interesante ahora puede ser Sarasota, donde hay muchos jubilados que, según las encuestas, le están dando la espalda al presidente, algo inédito para los republicanos en décadas. En 2016, Trump ganó este condado por 17 puntos; si lo pierde o lo gana por menos esto puede indicar problemas para el republicano en todo el estado. 

Florida está entre los primeros estados que cierran las urnas en Estados Unidos. A las 7 p.m. (1 a.m. hora peninsular) en la mayoría del estado. La región del noroeste está en otro huso horario y cierra una hora más tarde. También suele contar rápido sus votos y cuenta el voto por correo y anticipado según va llegando. Si el resultado no es muy ajustado, la agencia A.P. –encargada de recoger los datos– y otros medios pueden empezar a proyectar un vencedor pronto. 

Sean Trende, analista de Real Clear Politics, una web de referencia que hace la media de encuestas electorales, explicaba en esta entrevista con elDiario.es su manera para saber relativamente pronto qué pasará la noche electoral y cuánto durará. 

“Si Trump pierde Florida en la noche electoral es muy improbable que sea presidente. Si gana por más de tres puntos, es muy probable que sea presidente. Creo que vamos a poder leer los posos del café ahí. Si el resultado está en un margen entre uno y tres puntos a favor de Trump, eso significará que van a ser unas elecciones muy ajustadas y que el recuento se puede alargar durante un mes o así”, explica Trende.

Para entender por qué Trump lo tiene muy difícil si pierde Florida se puede hacer la prueba con el mapa de la web 270towin utilizando la versión con los resultados de las presidenciales de 2016. Si se convierte Florida en demócrata (azul en lugar de rojo), Trump sigue ganando, pero está en apuros y puede perder si no conserva, por ejemplo, los estados que ganó por un puñado de votos para no ser reelegido: incluso el más pequeño, Wisconsin, que tiene 10 votos electorales. 

Mirando el mapa, se encuentran pocas combinaciones probables más allá de lo que ya consiguió en 2016 porque el resto de estados o ya los tiene ganados o son tradicionalmente demócratas sin indicación clara de una evolución suficiente hacia el lado republicano. Estos son los resultados de 2016, según los votos del colegio electoral (hacen falta 270 para ganar la Casa Blanca). Y ese es el escenario más favorable para Trump, el de 2016. Si se tiene en cuenta el mapa con la intención de voto de 2020, los caminos se le complican todavía más.

Las encuestas están más ajustadas en Florida que en otros estados. Trump y Biden están cerca del empate en las encuestas de media, con ventaja de Biden de algo más de un punto. Considerando el margen de error, todo es posible, incluida una victoria muy ajustada y disputada de alguno de los dos, como pasó en 2000 con George W. Bush y Al Gore. 

Pero digamos que Trump gana Florida. ¿Entonces dónde está la batalla?

Repaso de los estados disputados

Los estados clave son los más disputados, es decir donde el voto va mayoritariamente a un partido por poco o donde ha habido más cambios de esa mayoría en los últimos años. Según pasan los ciclos electorales, la lista se va modificando ligeramente por los cambios en la población y los candidatos. 

Por ejemplo, Ohio solía ser uno de esos estados bisagra, pero en 2016 Trump lo ganó por ocho puntos, confirmando la tendencia hacia el lado republicano que ya se había notado en 2012. Obama ganó entonces, pero sólo por tres puntos. Aquí, el historial de votación de Ohio en las presidenciales. 

En cambio, hasta 2016, Michigan y Wisconsin no entraban en la lista oficial de los estados en disputa porque llevaban votando demócrata desde los 80 aunque los márgenes cada vez fueran más pequeños. 

Entonces, ¿cuáles son los estados de verdad disputados en 2020? Florida, Carolina del Norte, Arizona, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Además, algunos analistas añaden Minnesota (tradicionalmente demócrata) y Georgia (republicano). 

La batalla del Medio Oeste

Si Trump pierde en Florida, ya hemos visto que tiene muy difícil ganar. Pero todavía podría hacerlo si conservara los tres estados del Medio Oeste que conquistó para los republicanos en 2016. Ahora bien, no puede permitirse perder ninguno de los tres más disputados dentro de la región. 

En cambio, Biden tiene más combinaciones posibles.

El candidato demócrata nació en Pensilvania, de una familia de clase trabajadora blanca como las que ahora suponen una parte decisiva del voto. Aunque haya señales de que Biden está conectando mejor con esa parte del electorado y las encuestas le den ventaja clara, su victoria no está asegurada. La media de las encuestas le da casi cuatro puntos de ventaja, pero esto supone que no está lejos del margen de error y que los cambios en la participación le pueden afectar.

El principal problema con Pensilvania puede ser la incertidumbre. Pensilvania no empezará a contar su voto por correo o anticipado hasta el día de las elecciones con lo que el escrutinio se puede alargar y es uno de los lugares donde puede haber disputas legales por las medidas para facilitar el voto por correo que los republicanos cuestionan. En principio, Pensilvania estima que terminará de contar la mayoría de los votos el viernes, es decir tres días después de las elecciones. En este mapa se puede ver que es uno de los estados que sólo estima que tendrá “algunos” votos escrutados la noche electoral.

Con todo esto, pongamos que Trump gana en Pensilvania. ¿Tiene opciones Biden? Pues sí, porque, al tener más combinaciones posibles, una victoria en la otra parte más disputada del Medio Oeste –Wisconsin y Michigan– le valdría para ganar las elecciones junto a otro estado de los que les son favorables, por ejemplo Arizona.

La indicación del voto en un estado no tiene por qué cumplirse exactamente en los demás de la zona. Como explica Nate Silver en esta pieza de FiveThirtyEight, Pensilvania tiene su propia historia y demografía distinta del resto. En algunas clasificaciones ni siquiera se considera Medio Oeste. 

Pensilvania es un estado más diverso, pero eso no tiene por qué beneficiar a Biden, que está mostrando debilidades entre los afro–americanos de las afueras de las ciudades –igual que Hillary Clinton en 2016– mientras se fortalece la intención de voto entre las mujeres blancas de los barrios residenciales (sí, la intención de voto en Estados Unidos está muy categorizada). 

Con esto, Biden podría perder en Pensilvania, pero ganar en Wisconsin y Michigan, y le podría seguir saliendo la suma con otras zonas del país. 

En 2016, el anuncio de A.P. pasada la una y media de la mañana (7.30 a.m. hora peninsular) de que Trump había ganado Pensilvania es lo que dejó clara su victoria. Pero ya tenía asegurados tanto Florida como Michigan y Wisconsin. 

Una baza de Trump

El presidente podría dar la sorpresa con una última baza: Minnesota, que lleva años girando hacia el lado republicano, aunque votó demócrata también en las últimas presidenciales. 

Biden está a unos seis puntos de media por delante en las encuestas. El único “pero” es que, como sucede en estados menos disputados, hay pocas encuestas y las grandes firmas no invierten tanto como en los estados más ajustados. En 2016, Clinton ganó en este estado por 1,5 puntos frente a los casi ocho de Obama cuatro años antes. 

El golpe de Arizona

Una sorpresa en Minnesota podría ayudar a Trump a compensar otra, ahora más probable, y es que Biden gane en Arizona, un estado tradicionalmente republicano pero que ha ido girando hacia los demócratas en las últimas elecciones por el aumento de la población hispana con derecho a voto y el cambio en las zonas suburbanas alrededor de Phoenix.

El condado clave aquí es es el de Maricopa, que incluye la ciudad y supone el 60% del voto del estado. Si Biden gana aquí, Trump lo tendrá muy difícil. En esta campaña, el presidente ha centrado sus esfuerzos en las zonas más rurales del resto de Arizona donde vive y vota menos población.

Arizona es un buen indicador de qué está pasando. Cierra sus urnas las 9 p.m. hora de la Costa Este (a las 3 a.m. hora peninsular) y aunque no espera terminar el escrutinio la misma noche electoral ya ha empezado a contar los votos recibidos hasta este fin de semana y anunciará los resultados de esas papeletas una hora después de cerrar los colegios.

Los unicornios demócratas

El país está cambiando, con nuevos patrones por los que las personas con más estudios universitarios votan cada vez más demócrata a la vez que aumentan los votantes de este perfil alrededor de las grandes ciudades en todos los estados. También sube el número de personas de comunidades latinas con derecho de voto, que tienden a apoyar a los demócratas. 

Teniendo en cuenta esto, en los últimos ciclos electorales, los demócratas han hecho campaña en estados tradicionalmente republicanos y donde creen que tienen posibilidades de ganar. Los más probables y alcanzables para ellos son Arizona y Georgia.

Pero están también “los unicornios”, es decir los sueños habitualmente alejados de la realidad. 

El caso clásico es Texas, que no ha votado demócrata en las presidenciales desde 1976. Es verdad que los márgenes se han ido estrechando. En 2018, Beto O’Rourke, que estuvo a punto de derrotar a Ted Cruz en las elecciones al Senado. Cruz le derrotó por dos puntos y el demócrata fue brevemente candidato en las primarias para ser candidato a presidente. 

Kamala Harris, la candidata a la vicepresidencia, hizo campaña en Texas este fin de semana, una rareza para cualquier candidato a la Casa Blanca justo antes de las elecciones. Pero Trump ganó este estado en 2016 por nueve puntos así que sería una gran sorpresa que la mayoría cambiara ahora de manera tan brusca. 

Texas, por su población, tiene mucho peso en la carrera presidencial y perderlo de forma temporal o que se convirtiera en un estado disputado sería un problema a medio plazo para los republicanos. Tiene 38 votos electorales, el mayor número después de California (que ha votado demócrata en todas las presidenciales desde 1992).

Otro estado que puede dar alguna sorpresa en un escenario que ahora parece improbable es Alaska. El estado ha votado republicano desde 1964. En 2016, Trump ganó Alaska por 15 puntos. Ni siquiera se suelen hacer encuestas aquí porque no está en disputa y sus tres votos electorales son bastante irrelevantes. Pero este año, ha habido algún sondeo que muestra una carrera más ajustada de lo habitual. 

Alaska cierra sus urnas cuando ya ha votado la mayoría del país, así que sus pistas llegarán tarde. Cierra sus colegios electorales a la una de la mañana en la Costa Este (7 a.m. hora peninsular). Si la votación está ajustada allí, eso supondrá que Trump y su partido ya están en muchos apuros en todo el país.