Quién es Yoon Suk Yeol, el autoritario presidente de Corea del Sur que impuso la ley marcial durante unas horas
Las tornas parecen haber cambiado para Yoon Suk Yeol, el actual presidente surcoreano que en 2017 lideró como fiscal general el proceso legal que culminó con la destitución de Park Geun-hye, la entonces presidenta del país, condenada por abuso de poder.
Ahora, en los momentos más extraños y caóticos de la historia política reciente de Corea del Sur, el propio Yoon se enfrenta al mismo escenario. En cuestión de horas, su presidencia pasó este martes de precaria a insostenible. Dos años después de jurar el cargo, tras unas crispadas elecciones presidenciales, parece difícil que el acérrimo conservador sea capaz de sobrevivir a su desastroso intento de imponer la ley marcial este martes.
Los partidos de la oposición, que en la Asamblea Nacional votaron a favor de retirar la ley marcial seis horas después de que fuera decretada, están sumando apoyos para destituir al mandatario –entre los que figuran legisladores del Partido del Poder Popular, la formación del propio presidente–.
En medio de las turbulencias políticas generadas por Yoon, parece que solo su dimisión podrá detener los intentos de convertirlo en el segundo presidente surcoreano forzado a abandonar el cargo en las menos de cuatro décadas de historia democrática de este país, que tiene la cuarta economía más importante de Asia y un vecino hostil, Corea del Norte, en posesión de armamento nuclear.
Tras liderar la resistencia a la ley marcial en las primeras horas del miércoles, Lee Jae-myung tiene ahora la iniciativa, aunque en marzo de 2022 perdiera en los comicios presidenciales contra Yoon. Sin aportar ninguna evidencia, Yoon trató de justificar la imposición de la ley marcial aludiendo a la presencia de “desvergonzadas fuerzas pro-norcoreanas y anti-estatales” decididas a destruir la democracia en Corea del Sur. Pero es mucho más probable que su decisión se deba a razones menos fantasiosas.
Supersticioso y “antifeminista”
Yoon, un polémico personaje que supuestamente consultó a sanadores chamanistas cuando decidió que no se mudaría a la Casa Azul (la residencia oficial del jefe de Estado surcoreano), prometía mano dura contra Corea del Norte y poner fin a los intentos de Moon Jae-in (su predecesor, de signo progresista) de entablar relaciones con el régimen norcoreano celebrando cumbres con el líder Kim Jong-un.
En la victoria electoral de Yoon, y pese a las históricas deficiencias de Corea del Sur en temas de igualdad de género, fueron clave los hombres jóvenes que decían sentirse excluidos por las prisas del país en adoptar medidas de empoderamiento de las mujeres. Siendo un “antifeminista” declarado, prometió abolir el Ministerio de Igualdad de Género y Familia, alegando que las mujeres surcoreanas no sufrían discriminación. Esa cartera sigue existiendo, pero el puesto de ministro lleva vacante desde febrero.
Nacido en 1960 en Seúl y con una carrera de 27 años como fiscal, Yoon es en cierta medida un recién llegado a la política. Tras licenciarse en Derecho, se convirtió en un talentoso fiscal que luchó contra la corrupción. Como fiscal general se ganó la reputación de tener una buena cabeza de jurista en 2019, cuando imputó en un caso de soborno y fraude a un importante asistente de Moon Jae-in, la presidenta saliente.
Pero sus índices de aprobación se han desplomado desde que en 2022 asumió la presidencia, por una serie de escándalos y polémicas que antes de los acontecimientos de la noche del martes ya habían generado llamamientos a una moción de censura. Las protestas contra su Gobierno venían aumentando en las últimas semanas debido a su gestión de la economía, a la subida de los precios y a su incapacidad para aprobar medidas en la Asamblea Nacional, donde la oposición ocupa la mayoría de los 300 escaños. En una encuesta de Gallup Corea publicada la semana pasada, su índice de aprobación había caído hasta el 19%.
Las acusaciones contra su esposa, Kim Keon Hee, con la que lleva doce años casado, no han hecho sino agravar sus problemas. Ella se ganó admiradores en su papel público como primera dama oponiéndose al comercio de carne de perro (ahora prohibido en el país) y promoviendo el arte, la cultura y la moda coreanas. Pero su afición a los bolsos de diseño la metió en un buen lío, y a su marido también.
Los problemas de la primera dama
A principios de año, Kim fue acusada de aceptar un bolso de la marca Dior valorado en 3 millones de wones (unos 2.000 euros) como regalo de un pastor. Las leyes surcoreanas contra la corrupción prohíben a los cónyuges de cargos públicos recibir regalos valorados en más de un millón de wones si están “relacionados con las funciones del cargo público”. Yoon y sus simpatizantes rechazaron las acusaciones y dijeron que formaban parte de una campaña de desprestigio.
Los partidos de la oposición suman un total de 192 legisladores, por debajo de los dos tercios necesarios para destituir a Yoon en una Asamblea Nacional en la que está en minoría. La moción de censura tambíen tendría que ser respaldada por 6 de los 9 jueces que integran el Tribunal Constitucional.
Pero la dramática decisión de invocar la ley marcial, al parecer sin el conocimiento previo de Estados Unidos, el principal aliado de Corea del Sur, ha logrado poner en contra de Yoon incluso a miembros de su propio partido. El presidente del Partido del Poder Popular calificó sus acciones de “ilegales”. En la votación celebrada antes del amanecer, diez diputados de la formación de Yoon se unieron a la oposición para rechazar la ley marcial, con 190 votos en contra y ninguno a favor.
Según Jamie Doucette y Jinsoo Lee, académicos de la Universidad de Manchester expertos en Corea del Sur, hace tiempo que se sabe que Yoon planeaba algo extraordinario. En un artículo publicado por la revista online Jacobin, Doucette y Lee citan la advertencia sobre el comportamiento de Yoon que lanzó el legislador demócrata Kim Min-seok en septiembre, cuando lanzó la voz de alarma tras el nombramiento de compañeros de instituto de Yoon y de otros allegados en puestos destacados de la Administración estatal y del Ejército.
“Para mucha gente este tipo de premonición sonaba exagerada”, escriben. “Pero a primera hora del miércoles, incluso el profundamente conservador [periódico coreano] Chosun Ilbo decía que Kim Min-seok tenía razón”. Yoon, el hombre que fue decisivo en la caída política de Park Geun-hye, ahora parece ser el arquitecto de su propia caída.
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