Desahuciar a tres menores desde Suiza: el tejido social de Tetuán intenta frenar el lunes un desalojo en Bravo Murillo
“Palos de la Frontera, Plaza Elíptica, Avenida de Asturias…” Alam, que se enfrenta el próximo lunes a un desahucio en Tetuán, enumera las localizaciones de las diferentes sedes municipales y autonómicas relacionadas con la vivienda y servicios sociales, a las que lleva acudiendo los dos últimos años. El día que hablamos con él, viene de hablar con Provivienda, una ONG que se dedica a buscar alojamiento para personas vulnerables. Su sensación, en todos los casos, es la de darse de cabeza contra la pared. “Me mandan enlaces de Idealista, esto ya lo sé buscar yo”, dice encogiéndose de hombros.
Recuerda perfectamente una fecha, el 29 de junio de 2020. Ese día formalizó por 700 euros mensuales el alquiler de la casa en la que su familia ha vivido desde entonces con una empresa llamada H. Bartolomé S.A., que tenía sede en la calle Noviciado. Otro momento vuelve a su memoria. En marzo de 2022 llegó una carta pidiendo que se identificara al residente del piso. Al principio, no entendía lo que estaba sucediendo –aunque Alam habla castellano, el idioma sigue siendo una barrera importante para él–, pero pronto comprendió la situación.
Cuando alquiló aquel piso, y durante años, desconocía que se encontraba en una situación de ejecución hipotecaria. La parte ejecutante era la Sareb –el famoso banco malo– y después de la subasta pasó a manos de una persona residente en Suiza, aunque aún tardaría varios meses en averiguar la identidad de la nueva propietaria.
Acudió entonces a los juzgados de Plaza de Castilla, solicitó un abogado de oficio y comenzó una larguísima peregrinación administrativa que ha consumido su tiempo desde entonces, en la que le han acompañado desde la Organización de Vivienda de Tetuán, una de las asambleas de vivienda del distrito.
En el piso, situado en el número 207 de la calle de Bravo Murillo, vive con su pareja y sus tres hijos, de 3, 6 y 10 años. Llevan mucho tiempo peleando contra la expulsión, intentando quedarse como inquilinos, pero la nueva propietaria se ha negado a considerarlo, por lo que el lunes 3 de febrero tienen fecha de lanzamiento. La Organización de Vivienda de Tetuán ha convocado a militantes y vecinos a las puertas de la casa a las ocho de la mañana para intentar parar el desahucio.
Desde la asamblea llaman la atención sobre lo paradigmático del caso. “La ministra Isabel Rodríguez pidió responsabilidad a los caseros, lo que en este caso es evidente no ha sucedido, a pesar de que Alam ha pagado su alquiler; la SAREB ha vendido el piso en lugar de buscar un alquiler social para su inquilino; los servicios sociales no han aportado tampoco ninguna solución…Alam lleva en nuestra asamblea desde 2023 y el caso de su familia ejemplifica perfectamente el proceso de gentrificación y expulsión vecinal que estamos viviendo en Tetuán. Nada funciona, solo la organización de los vecinos”, explican reclamando la solidaridad vecinal de cara al próximo lunes.
La petición de Alam y su familia no ha cambiado en todo este tiempo, quiere volver a pagar el alquiler a la nueva dueña de su casa. Solicitan que por lo menos –intercede su mujer en la conversación–les permitan quedarse hasta el mes de junio para que los pequeños puedan terminar el curso en el cercano colegio Jaime Vera, donde estudian. “Justo hoy tengo una reunión con un profesor de uno de mis hijos”, explica queriendo ejemplificar como toda su vida, el día a día más básico de la familia, está ligado a un entorno donde los precios de los alquileres nuevos son casi una quimera para ellos. Además, Alam tiene problemas de salud, por lo que le ha sido reconocido recientemente, después de tres años de tramitación, una discapacidad del cuarenta por ciento.
La familia de Alam llegó hace catorce años –todos sus hijos han nacido aquí– y Tetuán ha sido siempre su barrio. Las perspectivas que tienen a partir del próximo lunes, si la solidaridad vecinal no lo impiden, les alejan de lo que ha sido su vida hasta ahora. “No tenemos nada, solamente la calle”, advierte con pesar.
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