Definitivamente podemos llegar a la conclusión de que al UCAM Murcia Club Baloncesto no se le da demasiado bien viajar a Turquía. El pasado mes de enero, el equipo se encontró en la ciudad de Izmir unas condiciones deplorables con las que poder trabajar, además de un acoso constante de un sector de la afición otomana (algo que ya le sucedió también en ese mismo lugar cinco años antes, con un repentino marcador estropeado cuando iban ganando, lluvia de mecheros y todo tipo de objetos a la pista y un empujón de un seguidor a un jugador murciano). La semana pasada también estaban en ese país para jugar otro partido de la competición europea Basketball Champions League cuando se produjo el terrible terremoto que ha dejado miles de muertos, muchos desaparecidos entre los escombros y ciudades destruidas. Aunque ellos estaban alojados en Estambul, lejos del epicentro sísmico y no lo llegaron a notar, sí quedaron muy impactados al seguir la noticia en los canales de televisión locales desde el hotel.
Estar de viaje en un destino protagonista de una tragedia así, te marca. Según Naciones Unidas, el terremoto que sacudió el sur de Turquía y Siria, con una magnitud de 7’8, fue el más poderoso de los últimos 80 años. La expedición del UCAM Murcia no tuvo problemas, pero todos dedicaron la primera hora de la mañana en ponerse en contacto con sus familiares para decirles que estaban a salvo. El susto era grande. “Ya en el hotel se palpaba un ambiente y una energía de tristeza absoluta por lo ocurrido, aunque estuviésemos a muchos kilómetros de distancia del temblor que había devastado todo. Nos estuvimos informando a través de los medios de comunicación locales y veíamos cómo los números de fallecidos iban aumentando. Anímicamente nos afectó”, contaban.
Esa misma tarde del lunes, el equipo murciano tenía previsto entrenar en el pabellón Volkswagen Arena de Estambul ya que el día siguiente (el martes) debían disputar su partido contra el Darussafaka. Tras percibir el ambiente de absoluta desolación que tenían en el hotel y en la ciudad, el club llegó a imaginar que no se jugaría el encuentro, aunque hasta que la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) no lo notificase, debían seguir el plan establecido. Se ejercitaron con normalidad, guardando el pertinente minuto de silencio en memoria de todas las víctimas del terremoto, pero al terminar la sesión recibieron la confirmación oficial de que el choque no se disputaría. Habría días de luto y todas las jornadas deportivas quedaban aplazadas. “Nos enteramos de que no íbamos a jugar justo después del entrenamiento y lo entendimos perfectamente, era un momento muy delicado para el país. Además, la persona que trabaja con nosotros desde Turquía no pudo volar hasta Estambul ya que se encontraba en una de las zonas afectadas por el terremoto. Él y su familia, por suerte, estaban bien pero muy asustados. Ha sido algo muy duro”, comentó el jugador Nemanja Radovic.
El americano Ryan Luther lo vivió algo más intensamente. Este curso viste la camiseta del UCAM Murcia pero el año pasado estaba en el Gaziantep, precisamente una de las ciudades más devastadas. Allí, además de los daños personales, también se produjo un duro golpe para el patrimonio histórico, ya que quedó destruido un castillo de más de 2.000 años de antigüedad. Es ya el símbolo del dolor de un país entero. Otro conocido del equipo murciano, el jugador Conner Frankamp, ahora forma parte precisamente del Gaziantep. El destino quiso que el día de la tragedia su equipo se encontrase en Estambul jugando un partido, ciudad en la que también iba a reencontrarse con su mujer y su hija procedentes de Estados Unidos. Todos los deportistas de ese equipo están a salvo, pero entre las víctimas sí tienen a familiares y amigos. El baloncesto pasa al último plano.
Para seguir con los contratiempos, además del terremoto, el UCAM Murcia también tuvo que hacer frente al temporal que azotaba esos días a Turquía. Ya en la ida, su vuelo hasta Estambul sufrió casi dos horas de retraso debido a las fuertes rachas de viento. Hasta el último momento no supieron con seguridad si podrían regresar a España ya que el país también estaba paralizado por la nieve y las fuertes rachas de viento (pese a no disputarse el partido, tuvieron que mantener el plan de viaje y volvieron el miércoles). Nunca Murcia estuvo tan lejos. Pero llegaron todos sanos y salvos, que es lo único que verdaderamente importa.
Una mujer presidenta
El terremoto y el viaje a Turquía coincidió con el luto en el que vive la entidad universitaria por el fallecimiento de su presidente, José Luis Mendoza. Tras su marcha, su viuda María Dolores García fue nombrada presidenta de la Universidad Católica de Murcia, de la Fundación San Antonio y de la Fundación Alma Mater. Será la primera vez que el club de baloncesto esté presidido por una mujer en sus 37 años de historia.
María Dolores García será a partir de ahora junto a Isabel Iturbe, del Surne Bilbao Basket, las únicas mujeres que presiden un club en la Liga Endesa, la máxima categoría del baloncesto masculino en España. Esta competición es –junto con la élite del fútbol- la única disciplina considerada profesional por el Consejo Superior de Deportes.
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