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Las cocinas de los hospitales navarros, un problema congelado

Una tortilla correspondiente a una cena de ingreso y dos truchas a la navarra de una cena de dieta han vuelto a poner el foco recientemente en la calidad de la alimentación en el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN). La primera al parecer se endureció, según opinan fuentes del personal, porque se rompió la cadena de frío, aunque ni desde el Gobierno Foral ni desde la empresa subcontratada y al frente de las cocinas, Mediterránea de Catering, han dado explicaciones; la segunda, dos truchas que se abrieron sucesivamente por el mismo paciente y presentaban, en ambos casos, una sustancia gelatinosa, contó sin embargo con el visto bueno de una de las personas al cargo.

Fuentes del personal del Servicio Navarro de Salud insisten en que el tema de las cocinas no puede darse por cerrado. Y, de hecho, hay partidos como EH Bildu, Geroa Bai e Izquierda-Ezkerra que han hablado de su posible recuperación. Con todo, las cifras de quejas que Salud ha facilitado al personal reflejan una caída importante de las reclamaciones registradas por el Defensor del Paciente: fueron 2.278 en 2013, tras establecerse la privatización, 303 en 2014 y, en enero de 2015, 20. Solo estas últimas, no obstante, son mayores que las registradas en los últimos años de gestión directa: hubo cuatro en 2010, tres en 2011 y ocho en 2012.

Desde diversos sindicatos, como ELA, LAB o SAE, ya aseguraron que esta reducción de las reclamaciones se debía a la desconfianza de los y las pacientes en que se fuera a encontrar una solución. Fuentes del personal, sin embargo, van más allá y aseguran que hay usuarios del Servicio Navarro de Salud que optan por alimentarse con comida de casa, algo que genera un problema en el control de las dietas.

La polémica en torno a la cocina del CHN es una de las cuestiones que ha marcado la legislatura en general y la gestión de Marta Vera al frente del Departamento navarro de Salud en particular. En octubre de 2012, la consejera presentó un estudio ante el Parlamento en el que se aseguraba que, en caso de unificar y privatizar este servicio (el gasto de las cocinas del Hospital de Navarra, Virgen del Camino y la Clínica Ubarmin rondó por ejemplo en 2011 los 8,6 millones), las arcas forales podrían ahorrarse 3,3 millones al año (luego la previsión se redujo a 2,8). Entonces, según se recoge en un informe de Comptos (la Cámara que fiscaliza las cuentas públicas de Navarra), las cocinas contaban con 204 plazas, pero únicamente 72 de esos trabajadores y trabajadoras tenían plaza fija. Ese equipo elaboraba unas 325.000 dietas al año, y en Virgen del Camino el número de dietas diferentes llegaba a las 77.

Pese a las dudas de la operación, el Gobierno Foral adjudicó en julio de 2012 el servicio a Mediterránea de Catering por cuatro años y un importe de 22,8 millones de euros (IVA excluido). La firma llevó a cabo seis millones de euros en inversiones (por ejemplo, se apostó por la comida en frío, un proyecto que no genera tantas dudas por el modelo en sí, porque se pierden condiciones alimenticias pero se logra una mejor planificación, como por la forma en que se está llevando a cabo) y, a finales de enero de 2013, la firma comenzó a prestar el servicio.

Las quejas se dispararon. Tanto, que la titular del Juzgado Contencioso-Administrativo nº 3 de Pamplona se hico eco de ellas en la sentencia que confirmaba la multa del Gobierno Foral de 6.000 euros a Mediterránea de Catering por los “constantes” errores. Este enfrentamiento, uno de varios entre la institución y la empresa, también fue cuestionado por fuentes de la Comisión de Personal, el órgano que agrupa a los sindicatos, por considerar que la cifra de la sanción es mínima y que faltan controles en la calidad de la alimentación.

Alertas sobre el “deterioro”

¿Y el personal no reacciona contra esta situación? En realidad, desde 2011, ya ha habido cartas a los medios de comunicación en las que, por ejemplo, técnicos y técnicas de Dietética del CHN alertaban de que, en las cocinas, “lo barato sale caro” y hablaban de sus “dudas” sobre el funcionamiento de un servicio externalizado. Y, en marzo de 2013, en esas misivas y ante el Parlamento, el personal dietista hablaba de un “deterioro” de la nutrición. Sin embargo, lo cierto es que el área de Nutrición y Dietética, ahora dependiente del área de Endocrinología, no es habitual que salgan a la luz quejas de los y las profesionales sanitarios.

Ya en esas cartas, por cierto, integrantes del área de Dietética y Nutrición se preguntaban si el ahorro económico que se conseguiría iba a ser “real” y alertaban de que hay áreas en la que no es conveniente aplicar la tijera. Y el remate a estas dudas fue el demoledor informe de junio de 2014 de Comptos, en el que se aseguraba que externalizar el servicio no había supuesto un ahorro mayor con respecto a la gestión directa. La Cámara apuntó, por ejemplo, que en 2013 se habían ahorrado 2,5 millones, pero aseguró que el servicio cuesta menos por la decisión de unificarlo y de apostar por la cocina en frío, y no por la gestión externa. Así, calculó que gestionarlo de forma directa supondría un ahorro anual de otros 670.000 euros. El Gobierno Foral, por su parte, se reafirmó en la necesidad de esta externalización, cuestionó las conclusiones de Comptos sobre el hipotético ahorro y defendió que la realidad sobre la mesa es que se había salvado dinero.

Con las elecciones a la vuelta de la esquina, las cocinas se presentan como uno de los asuntos a debate. Fuentes del personal aseguran que las decisiones del Gobierno han convertido en un problema algo que, antes de la privatización, no lo era. Desde el Ejecutivo, por su parte, preguntados por esta cuestión, descartan hacer valoraciones.