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¿Por qué se construyen embalses innecesarios?

Pancarta de Greenpeace en la que se lee "Mala gestión = sequía" en el embalse vacío de Barrios de Luna, en León.

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El régimen irregular de lluvias existente en España motivó que se construyesen centenares de embalses, la mayor parte de los mismos durante el pasado siglo XX. De hecho, actualmente existen construidos en nuestro país 1.225 grandes embalses (se considera “gran embalse” al que tiene más de 15 metros de altura de pared). Una cifra que lo sitúa en el primer puesto del ranking de países con mayor número de embalses de toda la Unión Europea y el quinto del mundo.

No hay que olvidar que los embalses son una de las infraestructuras más impactantes que existen pues, además de alterar totalmente el régimen de los ríos, todo lo que queda dentro del vaso desaparece para siempre. Así fueron engullidas bajo las aguas amplias extensiones de bosques y otras áreas de interés natural. El impacto social de los embalses en nuestro país también ha sido enorme, habiendo quedado cubiertos bajo el agua del orden de quinientos pueblos, lo que produjo un desplazamiento y abandono de sus hogares por parte de más de cincuenta mil personas, que en su mayoría tuvieron que emigrar a las ciudades. Los embalses también han producido un gran daño a nuestro patrimonio histórico y arqueológico, desapareciendo bajo sus aguas ciudades romanas y medievales, así como centenares de iglesias y ermitas románicas, que reaparecen como fantasmas cuando bajan los niveles de los embalses. Por último, también han supuesto la destrucción de valles y paisajes rurales que no se recuperarán jamás.

Si bien es cierto que nuestro país necesita disponer de un cierto número de embalses, dada su escasa regulación natural, también es cierto que se han construido bastantes más de los que necesitamos. De hecho, los embalses más útiles y eficaces fueron los primeros que se construyeron, mientras que los construidos en las últimas dos o tres décadas, han sido los menos eficaces, cuando no directamente un fiasco hidrológico.

A continuación vamos a enumerar algunos ejemplos de grandes embalses fallidos. El embalse de Breña II (Córdoba), fue construido sobre el río Guadiato en la primera década del presente siglo, con una capacidad de 823 Hm3. Su puesta en marcha generó un gran impacto medioambiental. Desde el principio se planteó llenarlo con agua del río Guadalquivir mediante bombeo en aquellos días en que este cuente con un caudal elevado. Un absurdo, sobre todo teniendo en cuenta que los caudales circulantes por el Guadalquivir se siguen reduciendo a causa del cambio climático y por el aumento de extracción directa del río y pozos próximos para el regadío.

El embalse de Rules (Granada), con 111 Hm3 de capacidad, cuyas obras finalizaron en 2004 y que, 18 años después, sigue sin dar ningún tipo de servicio.

El embalse de Lechago (Teruel) se pretendía también llenar mediante bombeo desde el río Jiloca, pero los regantes no están dispuestos a pagar el coste del bombeo, y menos ahora, con el precio alcanzado por la electricidad. Otro embalse inútil.

Estos son tres ejemplos de embalses construidos en las últimas décadas, que no sirven para nada, pero también existen otros en construcción, cuya utilidad va a ser similar y que, por cierto, son la mayoría de los que están ahora en construcción. El recrecimiento del embalse de Yesa (Zaragoza) lleva 20 años de obras, se han gastado casi 400 millones de euros en las mismas y ahora la administración responsable afirma que las obras se van a prolongar varios años más, y que no está nada claro que finalmente el embalse se pueda llenar, debido a la inestabilidad de algunas de sus laderas, inestabilidad de la que por cierto se tenía conocimiento desde hace ya dos décadas.

El embalse de Mularroya (Zaragoza), situado sobre el río Grío, un río que está seco durante prácticamente todo el año. Se pretende llenar desde el río Jalón. Ya van gastados del orden de 150 millones de euros. Ha producido un gran impacto ambiental, paisajístico y cultural, suponiendo entre otras cosas la destrucción de un olivar que fue plantado en el siglo XVI.

El embalse de Alcolea (Huelva), en construcción desde hace ocho años, tampoco va a servir para nada, pues la baja calidad de sus aguas debido a la intensa actividad minera que se desarrolla en su cuenca, hace que el agua no sea apta el riego, siendo esa su finalidad. Además, no es previsible que su calidad mejore, sino todo lo contrario, dado que se está intensificando aún más la actividad minera en la zona. Las obras se encuentran al 20%, por lo que deberían abandonarse ahora y dejar de tirar el dinero público en la construcción de una obra que con seguridad no va a tener ninguna utilidad.

Como podemos apreciar, varios de los últimos embalses que se construyeron carecen de utilidad, así como la mayoría de los que están ahora en construcción. No olvidemos que se trata de obras que generan un gran impacto ambiental, social y cultural, además de conllevar un coste económico elevadísimo. Cientos de millones de euros de dinero público enterrados en obras totalmente inútiles.

Pero a pesar de ello, todavía ahora algunas confederaciones hidrográficas siguen promoviendo la construcción de nuevos grandes embalses inútiles. En el Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Duero, elaborado por la Confederación Hidrográfica, se incluye la construcción de dos embalses para la regulación del río Orbigo, en León, que también se pretenden llenar mediante bombeo, que desde luego los regantes no están dispuestos a pagar. Se trata de embalses que producirían un gran impacto ambiental, que cuentan con la oposición de los municipios de la zona, y que está claro que no van a servir para nada. Pero no solo en el Duero, en el Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir, se ha incluido la realización del proyecto de construcción del embalse de Puerta de la Cerrada (Jaén), un embalse de 289 Hm3 en el río Guadiana Menor, que produciría un gran impacto ambiental y que también carece de utilidad, como demuestra el hecho de que dicho proyecto fuese ya retirado en el anterior ciclo de planificación.

La existencia de estos proyectos en los planes hidrológicos del Duero y Guadalquivir recientemente presentados, y ahora en tramitación, son una prueba evidente de como las administraciones siguen empeñadas en la construcción de grandes obras hidráulicas, con independencia de que tengan o no utilidad. ¿Los motivos? Que cada cual saque sus propias conclusiones, pero es evidente que tanto los últimos embalses construidos como los que están ahora en construcción, resultan y resultarán inútiles. El periodo de construcción de embalses en España debería haber finalizado hace ya unos cuantos años, y este nuevo ciclo de planificación que ahora empieza, debería caracterizarse por no prever la construcción de ningún embalse más, pues a los únicos que beneficiaría sería a las empresas constructoras que llevasen a cabo las obras, a costa, eso sí, de los intereses del conjunto de la sociedad.

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