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El Gobierno del cambio

Tenemos un Ministerio de Igualdad, a cuyo frente está una ministra que ha ido a manifestaciones feministas y que ha estado en la calle, en la lucha, a nuestro lado. Irene Montero ha elegido como equipo a mujeres que han estado, prácticamente, toda su vida en la lucha por la igualdad, en la lucha feminista, en la lucha contra la Lgtbifobia y en la lucha antirracista. Todo son grandes y esperanzadoras noticias.

Tuve el honor de estar presente el día que todas ellas juraron el cargo.

Rita Bosaho es compañera de lucha y amiga y, por compañerismo y sororidad, un grupo de activistas antirracistas quisimos acompañarla en el inicio de este, por lo menos, interesante camino. Fue muy emocionante. La verdad, es que no podía parar de llorar de la emoción.

Las veía a todas y se me encogía el corazón: a Boti García Rodrigo, novísima directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, la conozco desde hace muchos años, de cuando yo trabajaba en Radio Vallekas y cada semana compartíamos un espacio en la que dábamos cuenta de lo nuevo que entraba en la librería Berkana. Además, he coincidido con ella en muchas luchas pues siempre ha estado frente a la injusticia; a Beatriz Gimeno, flamante directora del Instituto de la Mujer ¡y ojalá consiga que sea el Instituto de las Mujeres! y, más allá de nuestras diferencias —que son muchas y muy grandes—, tal y como me dijo ella misma, “tendremos más cosas en común que diferencias” lo cual es absolutamente cierto y, creo, que es el mejor de los inicios porque desde la diferencia y con actitud de diálogo se hará mucho más efectivo el camino…

Pero miraba a Rita, nombrada directora general para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial y mi emoción se descontrolaba. Primero, porque detrás de ella estamos nosotras, en las calles; segundo, porque tiene contacto directo con todas nosotras, y con nosotras quiero decir esas otras de las que se duda cuánto es el compromiso feminista que asumimos y si la lucha la divide nuestra esencia antirracista. No nos vale cualquiera, nos vale Rita. No nos vale cualquier mujer racializada, negra, gitana, mora, asiática. Nos vale el compromiso antirracista. Nos vale la experiencia de Rita. Porque en el ser feministas, queridas, tiene que estar implicado al mismo nivel el antirracismo.

El racismo, como el capitalismo, es otro macho al que hay que derribar.

Rita es, sin duda, la cara visible de una dirección, de un equipo que debe de ser también racializado. No queremos un Oreo, parafraseo a mi hermana Lucía Mbomio. No queremos que la directora general para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial del Ministerio de Igualdad sea negra y comprometida en el feminismo antirracista y su equipo dentro de este departamento sean blancos payos funcionarios cualesquiera. En verdad, estamos pidiendo poco.

Realmente lo que deberíamos pedir es el tanto por ciento de todo. Un ejemplo:

Dicen los payos que cuentan y recuentan que el Pueblo Gitano somos el 2% de la sociedad. Bien, pues exigimos el 2% de todo. También de los espacios de poder y de decisión. Y así, con las demás comunidades racializadas: que todas estén representadas en los órganos de poder y decisión en base a su proporción demográfica.

Aquí también hay un problema: no hay datos, actualizados y rigurosos, sobre la constitución demográfica de la población gitana. Las autoridades responsables llevan 50 años dando por buenas las mismas estimaciones con lo cual se nos invisibiliza, se nos regatea y se nos niega. Por tanto, para avanzar en la equidad, lo primero que yo quiero es que se haga un estudio demográfico de nivel estatal, con todos los recursos del Instituto Nacional de Estadística, en cuyo diseño participen personas gitanas expertas (sociólogas, estadísticas, antropólogas…), que no esté basado en las estimaciones de ninguna ONG chanchullera —con sus propios intereses— ni responda sólo a las necesidades de los servicios sociales sino que sirva para dimensionar nuestras necesidades y, por tanto, poder planificar nuestro acceso a los derechos ciudadanos que nos corresponde.

A lo que iba, que no nos vale cualquiera. Como a vosotras no os vale Rocío Monasterio para celebrar un triunfo de una mujer que ostenta un cargo en un partido. ¿A que ahora me entendéis?

Tampoco podemos pedir al Ministerio ni a Rita en particular un gran cambio si los presupuestos que se destinan para el departamento no son suficientes. Para que la diversidad étnico racial en este país se convierta en parte de la cultura reconocida y valorada se debe invertir en este Ministerio y, en particular, en el departamento que ahora dirige mi amiga Rita. Los milagros no existen y como se dice en valenciano “amb diners, carxofes. I quant més diners, més grosses” (con dinero, alcachofas. Y cuanto más dinero, más gordas)

No os vayáis a pensar que el nombramiento de Rita me colma de satisfacción: aún no hay ninguna persona gitana —que sepamos, es decir, que se haya significado públicamente— ocupando ningún cargo en la Administración del Estado y sí hay un montón de payas y payos ocupando los cargos que tienen que ver con la cuestión gitana ¡Si hasta tenemos a una paya —sin conocimiento profesional ni académico en relación a la cultura gitana— dirigiendo la Cátedra de Cultura Gitana de la Universidad de Alicante! ¡Mónica Oltra, tía, a ver si rectificas ya, que eso te haría un poquito más sabia! También el Consejo Estatal del Pueblo Gitano lo preside una paya (con una vicepresidenta segunda gitana que, todo hay que decirlo, es un primor) y el Punto Nacional de Contacto para la Estrategia de Inclusión de la Población Gitana lo dirige una paya. ¡Ea! ¡Irene Montero, ya tienes tarea!

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Tuve el honor de estar presente el día que todas ellas juraron el cargo.