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Guerra total entre Casado y Ayuso por el control del PP de Madrid

Pablo Casado pensaba a principios de octubre que había cerrado el conflicto abierto con Isabel Díaz Ayuso por el control del partido en Madrid. Al menos temporalmente. Por delante se le abría una oportunidad para lanzar su alternativa contra el Gobierno de Pedro Sánchez, que tenía que lidiar con la negociación de la ley de vivienda, los Presupuestos Generales para 2022 y la de la reforma laboral, proyectos trascendentales para el Ejecutivo de coalición, como han demostrado las duras negociaciones internas que han provocado incluso roces con sus aliados parlamentarios, de quienes dependen PSOE y Unidas Podemos para sacar adelante las cuentas públicas del año que viene y blindar así la legislatura.

Un mes después de la escenificación de la paz interna durante la convención del PP, la guerra no solo no ha desaparecido, sino que se ha recrudecido, hasta el punto de que en la dirección nacional el enfado es mayúsculo porque el pulso de la presidenta de la Comunidad de Madrid está eclipsando las iniciativas políticas de su jefe de filas, cuando las encuestas privadas lo sitúan como ganador de unas hipotéticas elecciones generales.

“No nos gusta lo que está pasando”, sostenían el pasado martes fuentes oficiales de la dirección nacional a preguntas de elDiario.es sobre las filtraciones del pasado fin de semana, en las que se confirmó que la presidenta madrileña tiene bloqueados en su WhatsApp, entre otros cargos afines a Casado o al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al secretario general del PP, Teodoro García Egea. “Estamos centrados en los Presupuestos Generales”, apuntaban las mismas fuentes. Ese debate se produjo este miércoles, pero las portadas del día venían marcadas por la guerra total abierta entre Génova, sede del PP nacional y madrileño, y la Puerta del Sol, sede del Gobierno de Madrid, y único (pero potente) reducto que realmente controla Ayuso.

En Génova tampoco gustó lo que ocurrió el viernes en la primera planta de un edificio que está teóricamente en venta desde el pasado mes de febrero. Allí se reunió la Junta Directiva Regional, el máximo órgano del partido entre congresos, y se pudo constatar la división que existe en la organización. Pese a que desde la dirección nacional vieron el discurso de Ayuso como “correcto”, sus correligionarios llegaron donde ella no pudo o no quiso.

La presidenta regional comenzó aceptando el calendario de renovación aprobado en julio por la Junta Directiva Nacional, de la que la propia Ayuso forma parte y en cuya reunión, según aseguran en Génova, no se pronunció en contra. La realidad es que ya el pasado mes de septiembre quedó claro que la dirección nacional iba a imponer las fechas a una Ayuso que aspiraba a adelantar lo máximo posible el congreso para sentarse en el doble trono que ya dominó en su día Esperanza Aguirre por primera vez en el PP de Madrid. Una experiencia que no salió especialmente bien y que en Génova no quieren repetir.

Dirigentes del partido en Madrid aseguran que los últimos movimientos demuestran que la guerra es de Casado con Ayuso, pese a que hasta ahora se había intentado enmarcar en un desencuentro entre el número dos del PP y la presidenta regional. “Todo lo que está pasando con el grado de externalización no puede ser un tema de Teo [García Egea], es el propio Casado el que está detrás y el que da las órdenes”, dice un dirigente con peso en la formación que sitúa el desencuentro entre Ayuso y el presidente del PP en marzo de 2021. “Ayuso comunicó que iba a convocar elecciones y Casado le dijo que no lo hiciera y ella tomó la decisión sin su consentimiento. Ese fue el punto de inflexión, cuando Pablo se dio cuenta de que ella era ya incontrolable. Y ahí la relación se rompió”, añade.

El viernes Ayuso no logró su objetivo de que el congreso del PP de Madrid se celebre en el primer trimestre de 2022. Y decidió lanzar, de forma oficiosa y por segunda vez en pocas semanas, su candidatura a presidir la organización ya que, según los Estatutos del PP, hasta que no se convoca el congreso no se pueden postular candidatos, como ha recordado en los últimos meses su cada vez más claro rival, el alcalde de Madrid. A la salida del cónclave, Ayuso no quiso hablar con los periodistas, como sí hizo a la entrada, y fue Aguirre quien aprovechó para aguijonear al presidente interino del PP de Madrid, Pío García Escudero, con quien le une una profunda enemistad desde hace años. No en vano, la exlideresa ya le señaló como responsable de las supuestas finanzas irregulares del partido.

“La Junta Directiva Nacional tiene unos plazos marcados y se cumplirán. Ya está”, zanjan en Génova. Ese calendario se lleva el congreso del PP de Madrid hasta mayo o junio. Pero Ayuso quiere que sea en enero, febrero o marzo, toda vez que su intención de hacerlo en otoño es inviable.

Este martes los diarios Abc y La Razón publicaban que las direcciones nacional (Casado - Egea) y regional (García Escudero - Ana Camins) habían convenido en que el último pulso de la presidenta madrileña es la gota que colma el vaso. “No puede ser presidenta”, titulaba uno de los medios, citando a fuentes de la dirección nacional. “Génova no quiere que Ayuso presida el PP de Madrid”, aseguraba el otro.

El Mundo se sumaba con otra información que apuntaba, en el mismo sentido, al que se perfila como su gran rival. “Yo lo que no quiero es que Ayuso presida el PP de Madrid” es la frase que se le atribuía a Almeida. El alcalde lo desmintió a primera hora de la mañana: “Tengo que decir que no es cierto, que esa frase no es cierta. Yo no he dicho que Isabel Díaz Ayuso no puede ser la presidenta del PP de Madrid”. Horas después, la propia Ayuso negaba problemas con su colega: “No le he oído abiertamente decir algo así. Lo que tengo claro es que somos dos compañeros de partido que nos entendemos, que nos respaldamos y que le aseguro que es lo que vamos a seguir haciendo. Somos tándem, un ticket electoral, y sobre todo, compañeros de dos administraciones que han caminado juntas y que lo van a seguir haciendo”.

Ayuso insistía este miércoles en la buena sintonía con el alcalde de Madrid, aunque reconocía que la situación con el PP de Madrid y la dirección nacional es “complicada” y que estas cuestiones internas le “pesan”. De nuevo, la presidenta regional dejaba claro que no tiene la intención alguna de renunciar a su candidatura a presidir el partido en Madrid pese a las presiones para que dé un paso al lado. “Ir a unas urnas a uno siempre le hace libre, es lo que me ha pasado en las últimas dos ocasiones al frente de la Comunidad de Madrid y por eso me gustaría seguir adelante con este proceso”, añadía convencida de que ganará el pulso de las primarias aunque no cuente con el apoyo del aparato del partido. Era un recado también para Génova de que si logra esa victoria, no le deberá nada a Casado, como ahora le recuerdan, ya que fue el líder del PP quien decidió a dedo que ella fuera la candidata en 2019.

La dirigente madrileña insistía también en que el congreso del PP de Madrid “discurra con rapidez”, que sea “pronto”, porque “es lo mejor”. La presidenta madrileña cree que cuanto antes se produzcan las primarias más fácil será para ella ganarlas, y más tiempo tendrá para extender su control por toda la organización antes de que se inicien los preparativos internos para las elecciones municipales y autonómicas de 2023. Y antes del Congreso Nacional, que debería producirse alrededor del verano de 2022 y donde Casado espera ser revalidado al frente del partido.

Ayuso se acoge a una norma no escrita: los presidentes autonómicos lo son también del partido, como sucede en Galicia, Andalucía o Castilla y León. Pero en Madrid eso no siempre ha ocurrido. Alberto Ruiz-Gallardón fue ocho años presidente autonómico y en aquellos tiempos fue Pío García Escudero –el actual presidente del PP de Madrid– quien dirigía la organización. En puridad, cualquier militante puede presentarse si logra los pocos avales que fijan las normas internas para ser candidato a las primarias. Si la dirección nacional abre ahora el proceso, quizá nadie se plantee siquiera postularse contra ella. Según avance 2022, la situación puede ser diferente.

La clave: el proceso de elección

La clave puede estar en que las reglas del proceso que recogen los Estatutos del PP son las mismas con las que se impuso Pablo Casado en 2018. Pese a perder las primarias contra Soraya Sáenz de Santamaría, en la segunda vuelta, donde votan los delegados, el por entonces vicesecretario de Comunicación se impuso a la exvicepresidenta del Gobierno gracias al apoyo, entre otros, de los compromisarios de la que fuera su íntima enemiga interna, María Dolores de Cospedal.

Las normas establecen que los dos candidatos con más votos pasarán a esa segunda ronda, y solo en caso de que un candidato supere el 50% de los sufragios de los militantes y saque 15 puntos se le otorga directamente la victoria. Una situación que no parece sencilla ni siquiera para quien cuenta, teóricamente, con el apoyo exultante de las bases. Almeida, calculan en Génova, bien podría superar esa primera pugna y colocarse en una segunda ronda en la que es más importante el saber hacer orgánico y la fontanería que el fervor popular.

Por eso el equipo de Ayuso echa cuenta de las “gestoras” que la actual dirección autonómica ha nombrado en diferentes municipios de la región. Hasta 55, según sus cálculos. Esas direcciones dependen directamente de García Escudero y, por tanto, de Casado y Egea. Y son claves a la hora de designar a los delegados para el congreso. De hecho, antes de la Junta Directiva Regional del viernes se llegó al extremo de filtrar que la dirección regional quería imponer otras cuatro gestoras más contraviniendo las normas y que todo podía acabar en los tribunales. La votación se saldó con unanimidad a favor de las tesis de García Escudero. Los pueblos en cuestión representaban un puñado de militantes que no alcanzaba ni el 0,1% del censo, pero es una buena prueba del nivel de nerviosismo al que se ha llegado en uno de los históricos núcleos de poder del PP: Madrid.

Fuentes del entorno de Ayuso consideran que la presidenta regional es la única posible ganadora de este pulso porque Casado tendría complicado explicar que una persona que ha logrado esos buenos resultados en Madrid no es elegida. “Lo ha logrado con una estrategia clara de confrontación a Sánchez, ha ganado al Gobierno socialcomunista y no acabar apoyándola sería su propia tumba”, añaden estas mismas fuentes, que dejan caer que si Ayuso no es respaldada, podría renunciar a ser la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid en 2023: “¿Cómo se lo explicaría Casado a los electores?”, lanzan.

Un antiguo dirigente del PP con peso analiza el pulso como una “debilidad” del líder del PP. “Todos estos movimientos lanzan el mensaje de que Casado va a intentar mantenerse al frente del partido con todas las consecuencias si no logra gobernar tras las elecciones generales de 2023. Es decir, que el propio Casado nos está diciendo que sabe que no va a gobernar y su intención es continuar al frente cuatro años más y para eso Ayuso le es incómoda”, explica. Una visión que dice que es compartida por numerosos dirigentes del PP: “Es una pelea de perdedor con la única intención de mantenerse en el búnker como ya hizo Mariano Rajoy”.