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La caza del indeciso deriva en una batalla total entre PP y Ciudadanos en la recta final de la campaña

Pablo Casado y Albert Rivera.

Iñigo Aduriz

Málaga —

Todas las encuestas aventuran que el Partido Popular y Ciudadanos deberán pactar después de las elecciones del próximo día 28 si logran sumar junto con Vox para echar a Pedro Sánchez de la Moncloa. La única fórmula que los sondeos abren para una alternativa al dirigente socialista es reeditar el acuerdo entre las tres derechas que en enero hizo presidente de la Junta de Andalucía a Juan Manuel Moreno Bonilla. “Lo que hicimos en Andalucía lo vamos a hacer en España”, defiende Pablo Casado, de gira este miércoles por la comunidad andaluza.

Pero eso será -si las cuentas salen- el lunes. Hasta entonces PP y Ciudadanos mantienen una encarnizada pelea por los votantes indecisos –entre un 20% y un 40% del electorado, según los sondeos–. El plan inicial de Casado preveía una campaña sin ataques en ese lado del tablero para que cada una de las derechas sedujese a un sector de ese espectro ideológico. Pero todo eso es historia a solo dos días del final de la campaña.

Las diatribas que éste último dedicó al líder del PP el lunes en el debates de TVE y que volvió a repetir en Atresmedia habían desatado las hostilidades, por mucho que el dirigente popular tratase de contener el ataque diciéndole que no son adversarios. El martes Rivera volvió a poner en su diana a Casado y este decidió responder en el bronco formato de Atresmedia. Y el miércoles a media mañana, con las portadas frescas y algunas tertulias dando al líder de Ciudadanos como perdedor del debate, su partido programó un acto para anunciar un fichaje de relumbrón: la incorporación de quien hasta hace unas semanas era el presidente de Madrid, Ángel Garrido, y que a esa hora todavía seguía en el número cuatro de la candidatura del PP en las europeas. Cuando faltan solo tres días para las elecciones, mientras la izquierda mantiene unas relaciones de guante blanco -solo Iglesias ha lanzado pequeños reproches a Sánchez- en la derecha se ha desatado una una guerra sin cuartel.

En la dirección del PP molestó especialmente que Casado se enterara de la decisión de Garrido por la prensa, justo al final de un mitin en Sevilla en el que trataba de vender su triunfo en el debate electoral del martes y sin que el expresidente de la Comunidad de Madrid le enviara ni siquiera un mensaje comunicándole su marcha a Ciudadanos.

La intervención de las listas

La de Garrido es la última fuga en las filas del PP relacionada con la gestión de las candidaturas a las elecciones generales, autonómicas y municipales realizada por Casado, que quiso intervenir directamente en todas las listas.

En las últimas semanas se habían marchado a Ciudadanos referentes de los populares que no lograron encaje en las candidaturas como el expresidente balear José Ramón Bauzá o la expresidenta de las Cortes de Castilla y León Silvia Clemente, salpicada por distintos escándalos, que primero fue elegida como candidata del partido de Rivera a la Junta castellano leonesa, pero que fue cesada tras conocerse irregularidades en los votos de las primarias.

Exdirigentes populares también se han marchado a Vox, la formación con la que el PP pugna por electorado más conservador. Es el caso del hasta ahora edil popular en el Ayuntamiento de Madrid, Íñigo Henríquez de Luna, que dejó esta semana su partido después de que el candidato a la Alcaldía, José Luis Martínez Almeida, le dejara fuera de las listas.

Apenas 24 horas después también se fue a la formación de extrema derecha otro histórico concejal madrileño, el creador del logo del PP, Fernando Martínez Vidal, que tampoco encontró acomodo en la candidatura de Almeida.

Sorpresa e indignación en el PP

Garrido, por su parte, quiso ser el candidato elegido por Génova para revalidar su puesto al frente de la Comunidad de Madrid, pero el líder del PP escogió a Isabel Díaz Ayuso, una dirigente de su máxima confianza, para ese cargo.

La dirección de los populares asegura que una vez descartado como cabeza de lista a la comunidad, Garrido pidió ir a las elecciones europeas entre los puestos uno y cinco de la candidatura. Finalmente Casado le puso en la cuarta posición de la lista encabezada por Dolors Montserrat. “Estaba donde quería”, insiste el equipo de Casado, que recuerda que este mismo lunes el expresidente madrileño firmó la declaración jurada para asumir esa candidatura en uno de los puestos de salida del PP para el Europarlamento.

La sorpresa y la indignación en la dirección popular ante el gesto inesperado de Garrido era más que evidente este miércoles, si bien oficialmente el equipo de Casado sostiene que “no pasa absolutamente nada” por la salida del expresidente madrileño como no pasó, a su juicio, con las fugas de Bauzá o Clemente. “España está hablando de la independencia de Catalunya y de una posible recesión y esta semana se está demostrando que somos la única alternativa a Pedro Sánchez”, recalcan las fuentes de Génova 13.

La noticia impidió en cambio a Casado celebrar “la victoria” que según él logró en la noche del martes en el debate organizado por Atresmedia y tras el cual pretendía copar titulares de prensa criticando a Sánchez por “usar” a las mujeres víctimas de la violencia machista como arma arrojadiza. El líder del PP, que este miércoles volvía a recorrer Andalucía celebrando tres mítines seguidos en Sevilla, Granada y Málaga, se vio de nuevo eclipsado por Ciudadanos y su nuevo fichaje estrella.

Un cambio de estrategia

Los ataques que le dirigió Rivera el lunes, en el primer debate televisado, el organizado por RTVE, también hicieron que Casado quedara en un segundo plano que no esperaba, ya que hasta entonces, tal y como apuntó en el coloquio, no consideraba al líder de Ciudadanos como un adversario.

La estrategia cambió el martes, en el segundo debate, donde el líder del PP se vio obligado a contraatacar a Rivera, dejando patente la batalla que mantienen ambos partidos por el voto de los indecisos del centro derecha. “Hemos perdido la oportunidad del voto unido”, le reprochaba Casado a Rivera en uno de sus primeros turnos de intervención, acusándole de dividir a la derecha por no aceptar listas conjuntas en el Senado o renunciar a sus candidaturas en provincias pequeñas.

El líder del PP se vio además en la obligación de situarse a la defensiva ante la nueva ofensiva del presidente de Ciudadanos, que acusó durante el debate a PP y PSOE de hacer de España “un país líder en desempleo”. Casado le respondía: “No se puede negar que el PP ha creado empleo siempre. Aznar creó cinco millones de empleos cuando gobernó y Rajoy ha creado 2 millones y medio de empleo cuando ha gobernado”. Rivera persistía en sus acusaciones y Casado se defendía: “A lo mejor cuando Ciudadanos gobierne en algún sitio puede hablar de empleo”.

La escena se repetía cuando el líder del partido naranja acusaba al PP de haber subido los impuestos o cuando en una alusión directa, le pedía rectificar su postura contraria a la eutanasia. “No metan miedo a la gente”, respondía Casado. “Habrá que hablar con el comité de bioética porque son cuestiones morales. Hemos sido un partido pionero en la regulación de la muerte digna”.

Clima de “desconfianza”

Dirigentes populares reconocen en privado que esos enfrentamientos televisados y, sobre todo, el fichaje de Garrido oculto hasta este miércoles han agriado la relación del líder del PP con Rivera y han aflorado la “desconfianza” de que, una vez pasado el 28A, se puedan lograr pactos postelectorales con Ciudadanos.

En sus intervenciones públicas de este miércoles Casado evitaba cualquier mención a la polémica fuga de Garrido. Se limitaba a apelar al voto útil para el PP: “Pido el voto a aquellos que no nos han votado antes, también a aquellos votantes socialistas que han sentido vergüenza por la división de los españoles generada por Sánchez. Somos el punto de encuentro de generaciones y quiero ser el presidente de todos los españoles mostrando un partido centrado, moderado y abierto a todos. Aquí cabe todo el mundo que quiera progresar”.

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