Sira Rego (Valencia, 1973) vuelve a la redacción de este diario un mes y medio después en un momento crucial para Izquierda Unida, la formación que aspira a liderar después de que fracasasen las negociaciones para una lista de unidad. Esta semana la militancia elige entre las cuatro candidaturas registradas para la asamblea federal del 18 y el 19 de mayo en un debate que servirá además para aclarar la relación que la organización quiere tener con Sumar.
La ministra de Infancia y Juventud defiende que el proyecto de Yolanda Díaz es hoy una fuerza política “hermana” con la que pretende establecer lazos en forma de coalición. Y descarta por el momento la hipótesis inicial del frente amplio. “No nos vamos a integrar en otro partido político”, advierte en esta entrevista. Rego acusa a Antonio Maíllo, que encabeza la candidatura respaldada por la federación andaluza y el PCE, de querer descabezar la organización y de apostar por un modelo “confederal” que perjudica a los territorios con menos poder.
Hace unos meses hablábamos justo en esta redacción. Acababa de lanzar su candidatura y en la dirección todavía estaban buscando una lista unitaria. ¿Qué ha fallado en esas negociaciones para que finalmente haya cuatro listas diferentes para la asamblea?
Ha habido una voluntad de mantener un perfil propio por parte de los compañeros. Es razonable. Hay cuestiones que son absolutamente legítimas, sobre todo en un proceso de debate político. Las cuatro candidaturas hemos insistido en que no debe verse este proceso como un elemento problemático. Al contrario, creemos que el debate fraterno seguro que nos va a fortalecer.
Yo he intentado hasta el último momento generar un espacio amable para poder llegar a un acuerdo. El último fue una carta que envié a los tres compañeros para sentarnos a seguir trabajando en torno a una candidatura unitaria. No ha sido posible y ahora toca que hablen las bases, que hable la militancia. Y con el resultado ojalá podamos vernos para intentar configurar una dirección unitaria para este ciclo político. El momento lo exige y lo requiere.
Se lo preguntaba en la última entrevista también, pero entonces todavía estaban las negociaciones abiertas y no era definitivo: vistas las consecuencias no sé si cree que fue un error presentarse en ese momento en medio de las primarias, como le criticaban, si debería haber esperado a que hubiese más mimbres para el acuerdo.
Yo contaba con el respaldo de bastantes compañeros y compañeras y se había abierto el proceso aprobado de manera unánime con los plazos para la Asamblea Federal. Mi candidatura inicialmente además se propuso en un órgano de Izquierda Unida, es decir, que estaba anunciada formalmente y con carácter posterior pues se me indicó que me presentara en función del procedimiento y de los plazos y así lo hice.
No podemos caer en la tentación de cuestionar cuándo una mujer se presenta a un proceso político, sobre todo en este caso en el marco de Izquierda Unida. Al final da la sensación de que cuando es un hombre el que da el paso no tiene costes, no tiene peaje y se entiende como un proceso orgánico, democrático y natural. Y cuando se presenta una mujer parece que hay más resistencia.
¿Cree que las críticas son porque usted es mujer?
No, yo creo que no porque sea específicamente mujer. Me llama la atención que yo que he cumplido de manera escrupulosa con el reglamento y con los plazos de Izquierda Unida, que lo he informado en los órganos y que luego dentro del plazo me presento, y a pesar de eso se ha señalado. Me llama la atención.
¿Qué es lo que les separa al candidato Maíllo y a usted para no haber llegado a un acuerdo en todos estos meses?
Yo puedo hablar sobre todo de la propuesta que estoy defendiendo para la organización. Una propuesta nítidamente federal frente a tentaciones confederales que creo que hay y que vienen respaldadas por una propuesta de configuración de dirección política que plantea claramente descabezar Izquierda Unida, es decir, que desaparezca la figura de la Coordinación General [la figura del líder] de Izquierda Unida, que es la estructura histórica de nuestra organización política y que yo creo que nos llevaría a un modelo de carácter más confederal.
Cuando decimos que somos una organización federal hablamos de una cierta unidad de acción y cohesión pero respetando el grado de acción necesario que tienen que tener todas las federaciones y todos los territorios. Hacer esto compatible es muy importante, sobre todo en un momento en el que está abierto en canal el debate de la política de alianzas, que es un debate importante para nuestra organización y por tanto, el tipo de dirección que se configura.
Por otra parte, yo estoy defendiendo nítidamente una Izquierda Unida autónoma, soberana, con capacidad de dialogar con fuerzas políticas hermanas de la izquierda en pie de igualdad, y estoy defendiendo una Izquierda Unida municipalista de arraigo territorial. Y una cuestión fundamental: una IU feminista, que reformule las reglas del juego para que la participación de las mujeres y la presencia del feminismo tenga otro alcance. Incluso el cómo concibe el feminismo los liderazgos, cómo concibe el feminismo la articulación de una dirección política en un plano de mucha más coralidad y horizontalidad, incorporando la diversidad de los territorios y generando muchas más simetrías políticas. Esto supone reescribir las reglas del juego. Absolutamente.
¿Por qué habla de que la otra opción, la elección que encabeza Maíllo, quiere descabezar a Izquierda Unida?
No, yo lo que planteo es que la propuesta que se hace de dirección, lo que han trabajado, es una propuesta en la que desaparece la figura de la Coordinación General de Izquierda Unida. Esto nos quita una referencialidad política que creo que hay que mantener en un momento político en el que Izquierda Unida también necesita generar referentes políticos claros. ¿Eso significa que haya un solo referente político? No. Eso significa que hay que reconsiderar cómo se trabajan los liderazgos, porque creo que es necesario que haya otras figuras de peso político en la dirección de Izquierda Unida y creo que todos los compañeros que forman parte de las diversas candidaturas deben jugar también ese rol.
¿Pero en qué se concreta? Porque hasta donde sé, al menos públicamente, Maíllo no ha hablado hasta ahora de crear más figuras en la dirección. ¿Esto lo ha planteado en los órganos de dirección?
En el debate político que hemos tenido hasta ahora se ha planteado una alternativa de dirección política. Es verdad que ambos defendemos el mismo documento político, pero luego la concreción de los modelos de dirección es un poco diferente. Ahí está el debate también y ahí está la riqueza de Izquierda Unida. Se ha propuesto un modelo de triunvirato que modificaba el papel de la figura de la Coordinación General de Izquierda Unida.
Para mí [el rol de la coordinación general] es un papel importante entendiendo que el liderazgo tiene otro contenido diferente, sobre si atendemos a lo que plantea el feminismo: que son figuras que tienen un peso político pero tienen que estar siempre bajo esta máxima de mandar obedeciendo, profundamente arraigadas al trabajo militante, a la realidad de los territorios y a una estructura de dirección política muy horizontal en la que haya otros pesos políticos. Nosotras queremos trabajar una propuesta que plantee un liderazgo colectivo.
Cuando planteaba en los últimos días casi in extremis una suerte de coliderazgo, con la creación de la figura de una presidencia federal, ¿lo hacía después de haber considerado que la candidatura de Maíllo estaba proponiendo, como dice, un triunvirato, o era una propuesta que usted tenía en mente desde el principio?
Esta propuesta mía ha estado presente desde el principio de la negociación. Desde el principio he explicado nuestra propuesta para incorporar el peso de los territorios, algo importante para generar una dirección coral y horizontal. Hemos hecho mucho hincapié en la presencia de los coordinadores y coordinadoras [federales] en un órgano específico que pudiera trabajar las distintas realidades territoriales. He sido muy clara también con el desarrollo de la política municipalista y con una figura de peso que tenía que encabezarla, con la propuesta que hacíamos de la portavocía de Izquierda Unida y por supuesto también con la figura de la presidencia [federal]. Esto ha estado en todo momento en el debate político.
Vinculaba esa propuesta de Maíllo al debate entre federalidad y confederalidad. Quizá de puertas para adentro se entiende bien, pero no sé si de puertas para fuera se entiende bien. ¿A qué se refiere?
Una dirección federal fuerte, cohesionada, diversa y equilibrada lo que permite es que haya un trabajo y una cierta unidad de acción en torno a los grandes vectores políticos. Como somos una organización federal, lo que entendemos y respetamos es el peso específico que tiene cada territorio y el grado de libertad de acción que tiene que tener para configurar y para trasladar y aplicar esa línea política a la realidad de sus territorios. Esto enmarcaría de una manera clara la federalidad.
¿Qué ocurre? Que una dirección federal más diluida, con más figuras o con menos articulación o con fórmulas más difusas, sin una referencialidad clara, traslada directamente la estrategia política a cada territorio. Esto sería un modelo más confederal y ahí pierde la fuerza que tiene históricamente Izquierda Unida. Y genera mucha asimetría entre los territorios. Los territorios más fuertes o con más presencia tendrían una serie de ventajas frente a territorios que no tienen la misma estructura o presencia territorial. Nosotros tenemos un proyecto de país, que es el de la República Federal. Yo aspiro a que mi organización política tenga una estructura interna que se parezca lo máximo posible al modelo de país que defiendo, que es republicana y federal.
Ha propuesto una reunión con el resto de candidatos cuando se conozcan los resultados de la votación de la militancia ¿Ve posible una dirección unitaria tras esas votaciones? ¿Cree que ante las diferencias entre las diferentes opciones que se evidencian en esta conversación hay posibilidades de una candidatura unitaria?
Yo no creo que tengamos grandes diferencias. Estoy convencida de que podemos llegar a una síntesis. Creo que es perfectamente posible. Es legítimo que cada una de las posiciones plantee debate político en torno a las fórmulas más oportunas sobre la línea política y estratégica de Izquierda Unida y sobre cómo creemos que se tiene que organizar la dirección política. Estamos en el momento de hacerlo y en el momento de discrepar sin que eso suponga un problema en absoluto. He pedido que configuremos una dirección unitaria porque lo necesita Izquierda Unida, pero sobre todo lo necesita nuestro país.
Pongámonos en el escenario de que la lista unitaria con las cuatro sensibilidades es imposible y hay que hacer pactos con alguna de las de las candidaturas. ¿Con quién se ve pactando antes, con la candidatura de Maíllo, con la de Aguilera o con la de García Rubio? Es verdad que comparte documento político con Maíllo pero lleva en su lista a personas que mostraron sensibilidades diferentes, por ejemplo, sobre el pacto con Sumar a las europeas [como la líder de IU en la Comunitat Valenciana].
Yo no contemplo ningún escenario que no sea un escenario unitario. Ninguno. En este momento creo que es el tiempo de trabajar en eso y en eso voy a trabajar con firmeza. No contemplo ningún escenario que no sea ese.
Pero después de varios meses de negociaciones en los que al final ha habido cuatro listas es probable que tampoco haya un acuerdo unitario o por lo menos que no incluya a las cuatro candidaturas.
Yo quiero pensar que los compañeros van a poner por delante los intereses de la organización y del país antes que seguir manteniendo posiciones cerradas. No puedo hablar sobre el futuro porque no ha llegado todavía.
Hablemos de Sumar. En el debate se percibieron no sé si diferencias muy grandes, pero sí que había algunos matices, por ejemplo, entre la posición de Maíllo y la suya. Usted hablaba de recuperar la autonomía. ¿Pero cómo se concreta eso en la relación con Sumar?
Hay que diferenciar el espacio de coalición del espacio de conformación de un sujeto político. Izquierda Unida es una organización política autónoma que tiene que mantener su autonomía. Estamos en el momento de pensar, de reflexionar y de decidir cómo queremos trabajar en el próximo ciclo político. Creo que es importantísimo preservar la organización en la que se aloja el hilo rojo: tenemos una tradición histórica y tenemos que seguir jugando un papel. Izquierda Unida tiene que concentrarse en reforzar la organización, su base, en ampliar el espacio de militancia, en reforzar la línea municipalista y a partir de ahí tener conversaciones fraternas y alianzas fraternas con otras fuerzas políticas hermanas de la izquierda transformadora del país, con las que se puede perfectamente plantear que haya frentes electorales estables en los que se puede trabajar con mucha lealtad, como estamos trabajando en este momento. Con perfecta coordinación porque el momento político del país también lo requiere. Estamos defendiendo un gobierno de coalición, un acuerdo de gobierno que implica mejoras y avances sociales y de derechos y un grupo parlamentario en el que se está haciendo un buen trabajo también.
Este ciclo político nos ha enseñado que es importante tener alcance electoral, eso es indiscutible, pero es importante también no desconectar del arraigo territorial y de la base organizada y de la movilización popular. Creo que las fuerzas políticas de la izquierda transformadora que no tienen este arraigo, que no tienen esta presencia en la movilización social, en los movimientos sociales, en el conflicto cotidiano, en la politización de la vida cotidiana... luego tienen muchas dificultades para sostenerse en el tiempo y para plantear alternativas de alcance para el país.
Pero la retórica, o por lo menos a mí me lo parece, ha cambiado. Antes hablábamos de la construcción de un Frente Amplio, de una plataforma política que incorporase a la parte ciudadana, pero también a los partidos. Y ahora la retórica cambia hacia una coalición electoral. ¿Da por muerto el Frente Amplio?
Nunca hay que dar por muerto nada en los procesos políticos, sobre todo en lo que tiene que ver con la configuración de los espacios de la izquierda, pero la realidad y el momento cambia y tenemos que ser suficientemente flexibles como para adaptarnos a los tiempos políticos y a lo que sucede también en términos sociales. En Izquierda Unida decimos que tenemos vocación de unidad, en términos históricos esto siempre ha sido así y la vamos a seguir teniendo. Por tanto, no hay que dar por finiquitado nada. Nosotros desde el principio hemos planteado que nuestro ideal es que hubiera un espacio de articulación de los diversos partidos que componemos la izquierda transformadora del país y por supuesto que deja abierta una vía de canalización para la participación de la ciudadanía que no está organizada en ningún partido político. Yo creo que ahora mismo no estamos en ese momento. Obviamente no se está configurando el espacio de esta manera. También es algo absolutamente legítimo, pero en Izquierda Unida es complicado que nos integremos, no nos vamos a integrar en otro partido político. Somos ya una fuerza política autónoma. Planteamos un espacio en el que nos podamos entender las organizaciones políticas que formamos parte de la izquierda transformadora del país. Yo creo que el debate ahora mismo está ahí.
¿Considera entonces que Sumar ahora mismo es un partido político más con el que hay que entenderse en coaliciones?
Yo creo que es una fuerza política hermana, que está en su propio proceso y desde ese lugar hay que entenderse.
¿Pero qué ha fallado en todo esto? Hace un par de años, en el nacimiento de la idea de Sumar como un frente amplio, como una fuerza que esperaba incorporar a la sociedad y a las organizaciones, Izquierda Unida estaba especialmente implicada.
Yo sigo insistiendo en que creo que es importante que diferenciemos el espacio de coaliciones electorales del espacio de conformación de los sujetos políticos. A mi juicio es más acertado, sobre todo porque nos va a permitir hacer una radiografía mucho más precisa de lo que ha sucedido y seguramente nos da claves para intentar estabilizar un espacio de alianzas de la izquierda transformadora del país. Los procesos de coaliciones electorales pueden ser más o menos estables y exitosos, pero creo que hace falta honestamente que trabajemos esto que comentaba antes del arraigo territorial, de la movilización social y de la politización de la vida cotidiana, teniendo en cuenta las diferencias que hay de matices o de trayectorias militantes de cada una de las organizaciones políticas. Lo que estamos viendo es que si no hay proyectos para determinados territorios, el alcance que tiene la izquierda es relativo. Ahí tenemos una pista de qué cosas han podido ser más limitadas en el trabajo que hemos hecho. En cualquier caso, estamos atravesados por el momento político, un momento acelerado en el que han sucedido muchísimas cosas en un corto margen de tiempo, y esto ha condicionado también mucho el cómo se han ido conformando los espacios políticos.
Yo creo que no es sencillo, en cualquier caso, generar procesos y lugares comunes para que la izquierda se estabilice en un frente común. Es un ejercicio de complejidad extraordinario. Por eso a veces quizá vale la pena tomar un poco de distancia, pensar bien quiénes estamos, poner encima de la mesa la vocación de mantener una relación preferente con el resto de compañeros y compañeras que forman parte de las fuerzas de la de la izquierda transformadora. Y leer correctamente lo que está sucediendo en términos políticos en el país, porque a veces la aceleración de la conformación de sujetos orgánicos o de sujetos políticos puede no obedecer tanto a los intereses del país. A veces la suma de cada una de las partes es multiplicadora y a veces no.
No sé si le preocupa o si cree que, si termina liderando IU bajo estas tesis, Yolanda Díaz pueda prescindir de IU para el Ministerio que ahora ocupa.
Es un escenario que no contemplo en absoluto. Tenemos un peso específico en el grupo parlamentario. Estamos trabajando con muchísima coordinación en el Gobierno, con máxima lealtad, sobre todo con el compromiso que tenemos con el acuerdo de Gobierno. Ahora mismo ese no es un debate.
¿Y cree que si no es finalmente coordinadora debería mantener el puesto como ministra o cree que alguien de las otras sensibilidades que están en la Asamblea o de las otras candidaturas se lo pediría?
Pues no lo sé, pero siento que un rasgo de nuestra candidatura es que somos un grupo de personas militantes, en la que tenemos muchísima presencia de coordinadores y coordinadoras de federaciones de Izquierda Unida que además tienen algunos de ellos un rol institucional o lo han tenido. Yo siempre estoy a disposición de mi organización. Circunstancialmente estoy en el Gobierno, pero yo creo que este no es un debate que estemos teniendo. Si se tiene, evidentemente lo afrontaremos pero con un espíritu siempre militante.
Dos preguntas más de coyuntura más política. Estamos, no sé si llamarlo así, en un impasse en el que después de la pausa el presidente del Gobierno ha hablado de un punto y aparte. Sumar ha pedido llenar de contenido ese punto y aparte, en un momento en el que le está costando sacar cabeza. No sé si comparte ese diagnóstico y cómo cree que se puede corregir eso. ¿Cómo se llena de contenido ahora ese punto y aparte y Sumar tiene algo que decir en eso?
Yo creo que ahí hemos planteado varias cuestiones concretas que tienen que ver con la renovación democrática del Consejo General del Poder Judicial, la derogación de la Ley Mordaza, seguir desarrollando el acuerdo de gobierno en todo lo que tiene que ver con el programa social desde los distintos ministerios, las medidas que tienen que ver con el refuerzo de los derechos y el ensanchamiento de la democracia. Tenemos que ser capaces como sociedad avanzada y democrática de garantizar la cuestión de la libertad de prensa, la libertad de expresión y el derecho al acceso a una información veraz. Y tenemos que apostar por desarrollar esta agenda de derechos. Es lo que nos diferencia nítidamente: un programa para la gente, un programa que ensanche democracia, que genere mucho más bienestar social. Tenemos muchísimos retos. Nosotros desde el Ministerio de Juventud e Infancia lo vemos constantemente. Tenemos muchísimos retos para mejorar la vida de los niños, niñas y de los jóvenes de nuestro país. Cuestiones que tienen que ver con derechos económicos, con las tasas de pobreza, con la precariedad, con el acceso a la vivienda.
Usted pidió ayer imponer sanciones al gobierno de Netanyahu, ahora que Israel ha bloqueado el paso de de Rafah. ¿Es una posición que comparte todo Sumar? ¿El PSOE les ha respondido algo?
Estamos en una fase en la que hay que ser más exigentes. Lo que está pasando es absolutamente insoportable en términos humanos y de vulneración de derechos. La agresión a Rafah es insoportable. Estamos hablando de una población hacinada, aislada, asediada y bombardeada, es decir, genocidio. Hay que elevar el tono de la misma manera que cuando ha habido momentos históricos precedentes, cuando ha habido agresiones brutales de determinados países del mundo. Yo creo que toca que la comunidad internacional y que los países incrementemos la presión sobre Israel nítidamente. La suspensión de la participación de Israel en cualquier evento deportivo o cultural, por ejemplo, en Eurovisión, la aplicación de sanciones, la suspensión de todo tipo de relaciones y todos los mecanismos que permitan generar presión para que pare el genocidio.
¿Cree que esto es compatible con el aumento del gasto militar que ha aprobado recientemente el Gobierno? ¿Cree que Sumar debería presionar más en este sentido?
Bueno, nosotros estamos presionando, como sabe. No compartimos el aumento del gasto militar en ningún caso. En ningún caso.
Entrevista completa:
Vídeo: Nando Ochando.