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Humor al cubo

Miguel Campos en: ''Loca fiesta de peluquería''

Antonio Contreras

11 de julio de 2021 22:12 h

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A Miguel Campos le conoce gente que no sabe ni que le conoce. Y es que tiene un papel muy vistoso en La Resistencia: ''es ponerle imágenes en directo a Broncano. Cuando él dice: 'Hay un ordenador... Mira, Miguel está poniendo una imagen, tal'. Ese soy yo, que está buscando en directo remates para las cosas que él va diciendo. Y eso es un trabajo que me flipa, la verdad''. También trabaja en La hora de la 1, en TVE, junto a Nacho García. Dos cómicos en un programa de actualidad. Al mismo tiempo hace, dos veces al mes, su función Todos estamos peor, en el Golfo Comedy.

¿Cómo llevas estar en dos espacios tan diferentes?

Me van a salir estrías de los cambios de humor que tengo que hacer, porque por la mañana es un humor más de actualidad y político pero también para un programa de la mañana y de La 1, o sea que tienen que ser más blanco, mucho más blanco que lo que luego escribo para La Resistencia y lo que hago en directo en La Resistencia. Entonces, hay un momento ahí, como a las cuatro de la tarde, en el que tengo que hacer “clic” y cambiar el chip de humor. Y es muy guay, pero sí, me van a salir estrías del cambio de temperatura, yo creo.

¿Te gusta esta vida tan ajetreada? ¿No echas de menos una etapa más tranquila?

Estoy reventado todo el rato, pero bueno, ha sido una temporada muy guay. Ya termina, por suerte, pero me lo he pasado muy bien. Y yo es que me lo paso muy guay en mi curro. El otro día, no sé con qué cómico lo comentaba. Decía: “Joder, es que cuando trabajaba de realizador no me divertía tanto en el curro. A lo mejor curraba menos o tenía mejor vida, pero esto es muy divertido. Realmente divertido''. Y tanto en La hora de la 1 con Nacho, o el equipo de guion de La Resistencia, o de dirección, con Ponce, Castella y Broncano, es trabajar con gente que me parecen genios todos. El equipo de guion de La Resistencia es increíble y entonces, trabajar con ellos es divertidísimo y aparte es trabajar con lo mejor de lo mejor. Y eso es la leche. Es que mola mucho currar ahí, la verdad.

¿Qué tal es meter comedia a un programa de información como La hora de la 1?

Nosotros, cuando llegamos y de repente nos dicen: “Queremos meter comedia en un programa que nunca ha tenido comedia, que son los matinales de Las mañanas de la 1, que aunque lo hayan cambiado de nombre, sigue siendo esa franja y va dirigida al mismo público''. Y Nacho y yo dijimos: ”Pues vamos a intentarlo''. Pero creo que lo hemos conseguido. Si de algo podemos vanagloriarnos es de que, de repente, de ese bolo duro, hemos conseguido hacer una temporada de doscientos y pico capítulos haciendo chistes con noticias que ha quedado bien al final. La primera vez que lo hicimos, oí a un tertuliano político, del que no voy a decir el nombre, después de que Nacho y yo intentásemos hacerle reír durante diez minutos, exclamar: “¿Pero esto va a ser todos los días?” Pararon, se fueron a promos y dijeron: “¿Pero esto va a ser todos los días? ¿Esta mierda, estos imbéciles van a estar aquí todos los días?”

Los inicios de cualquier cómico suelen ser difíciles...

Yo creo que soy de los cómicos que ha tenido el bolo más raro. Yo actué junto con Raúl Navarro, el insigne showrunner y guionista. En un momento dado hacía stand up. Los dos actuamos en el aniversario de una peluquería. No sé cómo contactó la peluquería conmigo, a través de un amigo, y nos dijeron: “Oye, van a hacer una fiesta como de aniversario”. Y digo: “Pero, ¿en la peluquería?”. Y dice: “No, en una discoteca, y quieren cómicos”. Y dije: “¿Pero están seguros? No pegan nada”. Entonces yo hablé con ellos y les dije: “Bueno, lo más importante es que salgamos los cómicos lo primero. Antes de que pongáis la música, antes de que la gente incluso se pida las copas. Antes de nada, salimos nosotros y hacemos nuestra mierda”, porque era una discoteca. Luego ya musicote y tal. Porque sabes que en cuanto la gente oye música, si de repente se la quitas y salgo yo, automáticamente me odias. Automáticamente piensas: “¿Quién es este gilipollas que me está evitando bailar y ligar con la persona que yo quiero ligar?”

¿Qué te dijeron? ¿Pudisteis actuar antes de la jarana?

Me dijeron: “Sí, sí. Ningún problema”. Llegamos y era un fiestón, ¡un fiestón padre! Estábamos Raúl Navarro y yo mirando, diciendo: “Nos van a matar”. Quitaron la música y actué. Tenía que hacer veinte minutos. Hice cinco, porque había unas trescientas personas hablando a la vez que yo. Ni siquiera me oía en el retorno. Luego salió Raúl Navarro. Se comió otra mierda impresionante.

¡Qué pinchazo más gordo!

Pues luego, después de nosotros, salió Jorge Blass, el mago, y el cabrón lo reventó. Pero claro, es que el tío salió como con fuegos artificiales en las manos y todo el mundo como: “¡Ah! ¿Qué cojones?” Pero claro, yo tenía unos chistes de mierda, que iba como: “¿Habéis pensado en...? ¡Qué curioso es…!”, y la gente: “¡Que te calles, imbécil!” Y hubo un momento muy gracioso en el que el dueño de la peluquería, el peluquero maestro, se nos acercó y nos dijo: “Me ha encantado el show. Os voy a pagar cien euros más de lo que os dije”. Y yo pienso: ''No lo ha visto, pero ok, vale''. Y luego, cuando fui a la peluquería a pillar el dinero, me dijo: “Bueno, los cien euros que te dije, si no te importa... es que iba un poco borracho”. “No, hombre, no. No te preocupes”. Así que luego, incluso cobramos menos.

Desde luego, es un bolo para recordar...

Esa anécdota siempre la recuerdo. A veces Raúl Navarro y yo, rollo a las tres de la mañana, nos escribimos un mensaje de: “Recuerda la peluquería. Recuerda cómo, por muy bien que estés ahora, por muy contento, recuerda que una vez estuviste lidiando con trescientos tíos que te querían matar en el aniversario de una peluquería”. Además, creo que estábamos empezando ambos. Era como el primer show pagado que hacía. No te creas que era: “Bueno, estoy establecido y voy a hacerme esta locura”, sino que era: “No he empezado y este es mi primer show pagado. Si todo va a ser así, no quiero ser cómico. Esto es horrible”. Pero luego, por suerte, no todo era así. Algunas cosas, sí.

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