@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.
El tesoro del Carambolo no procede de la Atlántida

En 1958 unos obreros cavaban en un cerro del municipio de Camas, cerca de Sevilla, para la construcción del nuevo Club de Tiro cuando encontraron primero un brazalate y luego un jarrón cerámico repleto de piezas metálicas que resultaron ser el hoy conocido como tesoro del Carambolo.
21 piezas de oro de 24 kilates, casi 3 kilos del preciado metal, labrado en una serie de joyas finamente trabajadas algunas de las cuales llevan marcas de haber portado piedras preciosas incrustadas. Nacía así un misterio: ¿quién elaboró aquellas piezas, y cuándo?
Desde su mismo descubrimiento la procedencia de estas joyas ha sido controvertida: su estilo es orientalizante y hay quien las asigna al arte fenicio o cartaginés, mientras que otros opinan que se trata de joyería del mítico reino de TartessosTartessos.
Para algunos iluminados su belleza y delicada estética son prueba de que su origen está en la Atlántida, nada menos.
Pero nada más lejos de la realidad: un pequeño fragmento de oro desprendido de una de las joyas ha permitido analizar química e isotópicamente el metal confirmando que el oro proviene de minas locales.
En concreto de las asociadas a los dólmenes de Valencina de la Concepción (cerca de la zona), datados en el año 3.000 adC.
O sea, que las joyas del Carambolo no vienen de la inexistente Atlántida, sino de Tartessos; mucho más real y misteriosa todavía.
Sobre este blog
@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.