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La “noche violeta”: un grito feminista toma las calles tras “un verano de barbarie” por la violencia machista

La "noche violeta", el 20 de septiembre en la Puerta del Sol de Madrid.

Belén Remacha

42 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de 2019. Dos –una en Madrid y otra en Valga (Pontevedra)– solo en la última semana. Una cifra a la que hay que sumar a otras dos que no contarán en las estadísticas oficiales por no ser cónyuges ni excónyuges de su asesino. Con ese balance llega la “noche violeta”, un emplazamiento de 36 colectivos feministas para que este viernes “todo el país se tiña de violeta” contra la violencia machista.

A lo que llaman las organizaciones, en realidad, es a que se genere una “emergencia feminista” en España. El epicentro de la convocatoria está en la Puerta del Sol de Madrid, a donde han acudido centenares de personas. La idea surgió en otra ciudad, Alicante, desde su Plataforma Feminista. “Ha sido un verano de barbarie y no entendemos la normalización de estos datos, que nadie haga nada. Y frente a la barbarie, feminismo”, explicaban estos días las organizadoras.

Minutos antes de las 20:30, la hora oficial del inicio de la protesta, ya había mujeres –un inmensa mayoría respecto a los asistentes hombres– en la cita de Madrid. Ni el nombre ni el formato, la “noche violeta”, eran gratuitos: comenzaba entonces a oscurecerse el cielo de la capital, y efectivamente todo estaba pintado de morado. Ha sido el color elegido por las manifestantes para pancartas, camisetas o pintalabios. Laura, Raquel y Carmen, que han ido en familia, lo llevaban en sus pañuelos. “Estamos aquí porque esto es una mierda. No sé si algún día seré yo la que apareceré tirada muerta”, decía la primera, la más joven. Las tres están de acuerdo: la “emergencia feminista” se debería declarar a nivel gubernamental “porque esto cada vez va a más. Mira la barbaridad de esta semana. Que se haga algo, y que se deje de culpar a las mujeres. Siempre se buscan excusas”.

El grito feminista

El “grito feminista” se ha hecho literal ya pasadas las 20:30, cuando el barullo general se ha roto para realizar al unísono una cuenta, hasta 42. Nadie ahí olvidaba con qué cifra España llega a este otoño. A continuación, el lema que acompaña a las marchas contra la violencia machista alrededor del mundo: “Ni una menos, vivas nos queremos”.

La de este viernes, a partir de las 21:00 algo aguada en Madrid por la lluvia, es la enésima cita de la lucha contra el machismo de un año 2019 que, como el anterior, tuvo su punto álgido en el 8 de marzo. Arwen, a la que acompaña su madre y su tía, tiene solo 14 años y ha estado en todas. Hoy ha venido “por todas las mujeres, de todo el mundo”. “De izquierdas, de derechas, de todos los países. Esto es para todas y es insoportable. Hay asesinatos todas las semanas”. Si se le pregunta dónde empezaría a ejercer esa “emergencia feminista” si tuviera el poder, responde que “desde abajo, desde la educación”: “Hay que enseñar a todos los niños que somos iguales”.

Las cientos de personas se han reunido algo más de 24 horas después de que Javier Ortega Smith, concejal de Vox en Madrid, intentase boicotear la manifestación por el último crimen machista ocurrido en la capital. Y en el manifiesto, precisamente, se hace especial alusión al partido de extrema derecha: denuncian su “negacionismo” de la violencia machista, “un insulto a las mujeres en general y a las víctimas en particular”. Por la tarde, en la Puerta del Sol también se han acordado del partido de Santiago Abascal: “Vox, vuelve, al siglo XIX”, se ha escuchado.

“Algo de esperanza” a lo largo de todo el país

La convocatoria era estatal y se ha extendido mucho más allá de Madrid y de Alicante. En Murcia, en la plaza Belluga ha sido especialmente emotiva la presencia de Laura Hernández, madre del niño asesinado por su padre hace un mes y medio en Beniel. “Los menores han de estar protegidos en las separaciones conflictivas”, ha pedido delante de las 300 personas que se han concentrado en la “noche violeta”.

En Burgos también ha habido un homenaje local: la concentración ha sido frente al edificio donde fue asesinada por su marido Monika Asenova, madre de dos hijas de 14 y 12 años, el pasado julio.

Andalucía, de mucha actividad feminista los últimos meses, también se han movilizado. En Almería, con gran presencia de Vox en las últimas elecciones, centenares de personas han recorrido el centro con luces moradas “para dar algo de esperanza” durante la lectura del manifiesto. En Málaga eran unos 1.000.

Mucho más al norte, en Zaragoza o en Bilbao, han discurrido bajo la lluvia. “Es una lucha que no es de ahora, llevamos muchísimos años. Nosotras hemos luchado por el derecho al divorcio, por el derecho al aborto, en contra de los malos tratos... Y la sangría que estamos viviendo es algo insoportable. Nos tenemos que mover todas y todos. Es más, los hombres que nos apoyan deberían tener también su propia organización”, clamaba en la capital vasca Ángela, de 69 años.

En lo que llevamos de 2019 son 42 las mujeres asesinadas que constan en el recuento oficial, pero desde que comenzaron a contabilizarse este tipo de crímenes, en 2003, van 1017. En ese tiempo, 263 menores se han quedado huérfanos. El último crimen de Madrid se produjo delante de las dos hijas del matrimonio. En Valga, el hombre también asesinó en presencia de sus dos hijos a su expareja, su exsuegra y su excuñada. Son estas dos últimas víctimas las que no aparecerán en las estadísticas por el modo en el que está ahora mismo contemplada la ley.

De ellas se ha acordado Irene. Bajo su paraguas en la Puerta del Sol de Madrid, se preguntaba: “¿Cómo puede ser que en un país presuntamente avanzado alguien siga matando a su mujer, a su suegra...? Es especialmente terrible. Y que no estén incluidas en los datos, cuando es de manual: el entorno familiar. Estamos cabreadas. Cada vez hay más retrocesos, estamos más desprotegidas, sobre todo en Madrid con los pasos atrás que están dando los representantes políticos. No se puede repetir lo que ha ocurrido este verano”. Su amiga Bea le daba la razón: “Venimos porque hace falta. Para que no se repitan conversaciones de besugos como las de Almeida (José Luis Martínez, alcalde de Madrid) y Ortega Smith. Porque somos invisibles. Son actos de terrorismo y se tienen que tratar como tal. Dejemos de mirar para otro lado”.

Artículo elaborado con información de Laura Cornejo, Oscar Senar, Elisa Reche, Celia Sánchez Cañabate y Maialen Ferreira.

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