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Europa quiere que los cazadores dejen de envenenar la naturaleza con 14.000 toneladas de plomo al año

Varios cazadores en agosto de 2021.

Raúl Rejón

4 de marzo de 2025 21:49 h

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Una temporada cualquiera en un coto cualquiera de caza comercial de perdiz roja, la estrella de la caza menor de lujo en España. Matar unas 15.000 aves deja tirados en el suelo del campo más de 70.000 perdigones tóxicos, unos nueve kilos de plomo por hectárea. Multiplique por el tamaño de la finca y los años de actividad de las escopetas: el resultado es la cantidad de metal pesado vertido al medio ambiente. La Comisión Europea ha decidido por fin mover ficha ante el problema del plumbismo, el envenenamiento por plomo de la fauna y la flora.

La Comisión acaba de presentar su propuesta para prohibir la munición de plomo en cualquier actividad al aire libre además de los pesos de pesca: unas 44.000 toneladas al año, según el cálculo –conservador– de Bruselas. Eso incluye la caza (un 32% del total, unas 14.000 toneladas) y el tiro deportivo. No ha sido una decisión rápida: el paso llega dos años después de que la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) recomendara vetar este material para ahorrarle al medio ambiente unas 630.000 toneladas de plomo en 20 años (un 70% menos). “Reducirá significativamente el riesgo de envenenamiento silvestre” y “protegerá” a los que ingieran carne de caza, concluyó la ECHA.

La caza con plomo circunscrita a los humedales de la Unión Europea ya fue proscrita en febrero de 2023 porque las aves de estos ecosistemas se habían revelado especialmente vulnerables a los perdigones perdidos al ingerirlos, pero eso supone una parte ínfima del problema. De las aproximadamente 6.000 toneladas de plomo que se liberan al medio ambiente en España cada año, solo 50 corresponden a zonas de humedales donde se matan las aves acuáticas.

“Es una buena noticia porque la cantidad de plomo que se vierte es tremenda”, afirma el investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAE-CSIC), Rafael Mateo. “Coloca a Europa a la cabeza mundial, añade”. Mateo, especializado en plumbismo, explica que “existen lugares donde los perdigones están muy concentrados, áreas hipercontaminadas allí donde se practica la caza intensiva”.

Los cálculos generales expuestos por la Comisión Europea ponen en evidencia que el envenenamiento por comerse el plomo abandonado en los ecosistemas amenaza a 135 millones de aves, mientras 14 millones de animales se arriesgan a consumir presas contaminadas y otros siete a tragar plomos de pesca.

Ya cuando la ECHA publicó sus conclusiones, la patronal de la armería y la munición Federación Sectorial Armera se opuso a la medida. “No existe base científica estadísticamente significativa que evidencie que el empleo de perdigones de plomo para la caza menor en el medio terrestre suponga un riesgo para el medio ambiente”, argumenta. Y añadía que no hay una alternativa al perdigón de plomo porque, de haberla, “el sector y la industria vinculada al perdigón de plomo empleado para la caza no se opondría”.

Los propios cazadores, por su parte, también tratan de paralizar esta medida. La “no prohibición del plomo” está entre las exigencias que han planteado desde el sector cinegético. La Federación Europea para la Caza y la Conservación (FACE) ha argumentado que “los datos” para vetar esta munición “no son válidos”.

La responsable de políticas de conservación de Birdlife-Europa, Bárbara Herrero, defiende que “la prohibición del plomo es incuestionable porque existen alternativas efectivas y asumibles. Si países como Dinamarca han podido hacerlo, ¿por qué no el resto de Europa?”. Para la ambientalista, “no hay excusa para seguir envenenando al la gente, la naturaleza y la vida salvaje. Es el momento de librarnos del plomo en la caza y la pesca para siempre”.

Con todo, el borrador redactado por Bruselas no planea un final brusco ni mucho menos. Para los cartuchos de caza propone un periodo de tres años antes de hacer efectiva la prohibición. Y para el tiro deportivo, cinco años. Para las balas de calibre superior a 5,6 mm sí traza una moratoria más corta, de 18 meses. Para los pesos y señuelos de pesca esa moratoria varía entre tres y cinco años.

“Es algo razonable –abunda Rafael Mateo– porque va a suponer muchos cambios desde la fabricación del nuevo material a que la gente se adapte a ese material e incluso modificará algunas modalidades de caza”. El científico admite que “ahora mismo habrá muchos cazadores que ni hayan oído hablar de esta prohibición”, para justificar que haya unos años de transición.

La racha triunfal cinegética

La medida para acabar con la munición de plomo que envenena los ecosistemas –a la que todavía le queda recorrido hasta convertirse en norma– contradice los deseos de los cazadores tras una racha en la que sus intereses han ido ganando terreno político a rebufo de las protestas –europeas y españolas– agrícolas y ganaderas.

En menos de seis meses, el sector cinegético ha visto cómo el Ministerio de Agricultura ha propuesto en la UE levantar la moratoria continental de caza para la tórtola que ha rescatado la especie y cómo la Unión Europea consiguió que se degradara la protección internacional del lobo –“se sitúa en la línea de adaptarse al aumento de poblaciones de la especie y a la necesidad de facilitar la convivencia con un sector vital para la economía y la sociedad”, lo calificó el lobby cazador Fundación Artemisán–. Con menor protección, se abre la posibilidad de volver a las cacerías de lobos en un futuro. Y, recientemente, el Gobierno ha confirmado que la codorniz no se calificará como en peligro de extinción, algo que impediría su caza.

Mientras se suceden todas estas medidas, las licencias de caza en España han caído casi a la mitad en los últimos 20 años.  

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