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Una nueva denuncia de bebé robado en el franquismo: “La niña ha fallecido, pero ya la he bautizado”

Pilar Navarro con la hija que tuvo en 1974, un año después del caso que denuncia.

Juan Miguel Baquero

Una niña abre los ojos en el paritorio de las Hermanas de la Caridad. Nace “morenita” y llora sobre el pecho de la parturienta. Las monjas se llevan a la criatura para lavarla pero, al poco, comunican a sus padres que ha muerto. Corre el 30 de mayo de 1973 y ningún documento, nunca, acredita el suceso. La madre de la niña, Pilar Navarro, denuncia 44 años y un mes después en el Consulado argentino el robo de su hija en pleno franquismo.

“Nos lo creímos, confiamos en la versión de una monja y de los médicos”, explica la denunciante a eldiario.es. “Pero no olvidé nunca ese momento”, dice. La duda fue derivando a la certeza de miles de historias “calcadas”. Ocho asociaciones de víctimas del robo de bebés participan como querellantes en la denominada querella argentina contra los crímenes franquistas pero estos “casos individuales” son cruciales al aportar “movimiento procesal a la causa”, en palabras de la abogada Ana Messuti.

En España hubo unos 180.000 secuestros de recién nacidos entre las décadas de los 40 y 90, según los especialistas. Las familias denunciantes, como reconoce Europa, encuentran el obstáculo de la impunidad que cubre delitos que la justicia española archiva o considera prescritos. Forman parte, en cambio, del proceso abierto en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Número 1 de Buenos Aires (República Argentina), a cargo de la magistrada María Servini de Cubría, para juzgar al régimen de Franco por genocidio y crímenes de lesa humanidad.

Sor Pura informaba: la niña “estará en el cielo”

La nueva acusación por desaparición y presunto robo de un bebé que se presenta este viernes 30 de junio ante el Cónsul argentino en Madrid por Pilar Navarro, junto a Ana Messuti y la presidenta de la asociación Todos los niños robados son también mis niños, Soledad Luque. Los hechos ocurrieron en el Hospital Nuestra Señora del Rosario en mayo del 73. Allí dio a luz la madre, en un centro que estaba regentado por la Orden de las Hermanas de la Caridad.

La religiosa que participó en los hechos denunciados está identificada como Sor Purificación Fernández González según la denuncia a la que ha tenido acceso este medio. La monja comunicó a los padres “que se llevaban a la niña a la incubadora del hospital por un supuesto problema respiratorio”, explica en un comunicado la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina (CeAQUA). A las pocas horas, Sor Pura informaba: “la niña ha fallecido, pero no se preocupen que ya la he bautizado y estará en el cielo y está todo arreglado”. Los padres nunca vieron el cuerpo de la pequeña.

Formular la denuncia es “un paso importante en la búsqueda de su bebé”, subrayan. El inicio de una reivindicación de “justicia y verdad” a través de la causa que ya ha imputado –junto a otros 18 investigados– al ginecólogo Abelardo Balaguer por su presunta relación con el robo de un niño en 1967 en La Línea de la Concepción (Cádiz).

Una niña “morenita y de tamaño normal”

“Era morenita y de tamaño normal”, recuerda Pilar Navarro. Al otro lado del hilo telefónico se lee una media sonrisa. “Estuve muy poco en la sala de partos, me la pusieron un tiempo en el pecho y la niña lloraba como cualquier recién nacido. Desde luego no daba síntomas de que tuviera problemas en los pulmones”, rememora. “Fue la única vez que la vi”.

La historia pasa rápido de la luz a la sombra y “la misma monja vino a la habitación a decirnos que había fallecido” achacando dificultades respiratorias tras nacer “con la membrana hialina en los pulmones”. Pilar y su marido, Francisco D’Iom, creyeron la explicación. Con un “dolor enorme”, confiaron en “que no había nada malo”.

“Siempre pensé que efectivamente había muerto hasta que descubro que las explicaciones que se daban en muchos casos de bebés robados eran calcadas a lo que nos ocurrió con las monjas”, relata la madre. La sospecha cobra fuerza y llega el sentimiento de culpa: “piensas que has fallado, que cómo no has recuperado a esa niña”.

Luego la búsqueda de información y documentos, una tarea que Pilar arranca en 2012. Pero no hay rastro de la niña. Nada que certifique la muerte. Ni en el hospital, el cementerio o el Registro Civil. Y el último paso, la denuncia. “Recurro a los tribunales argentinos al saber que existe una causa abierta y conociendo que aquí en España tantos casos documentados por familias afectadas han sido archivados”, reconoce.

Pilar Navarro deberá luchar contra la falta de pruebas. “Como casi todos los casos de bebés robados”, aclara la abogada Ana Messuti, “porque el principal modus operandi de estos crímenes es el ocultamiento, en eso consiste, de la identidad e incluso de la existencia misma del bebé”. Son delitos, incide, “con características terribles” que requieren “de la participación de varios autores”, aprovechan “el manto de impunidad que les ha dado el Estado” y que dejan por el camino un reguero de víctimas: “el recién nacido, los padres y el entramado familiar”.

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