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El libro 'de Ratzinger' contra Francisco no es de Ratzinger y acaba por beneficiar al papa Bergoglio

La novela de intriga acabó en culebrón. Y de los malos. Las idas y venidas entre cardenales, curiales y los dos papas (cada vez más parecidos a los dibujados por Fernando Meirelles) por el polémico libro firmado (que no escrito) 'a cuatro manos' por el cardenal Sarah y el pontífice emérito Joseph Ratzinger amenazaron con hacer estallar el frágil equilibrio que a duras penas se mantiene en el Vaticano.

El globo se desinfló en apenas unas horas, cuando se demostró que el libro de Ratzinger contra la intención de Francisco de permitir curas casados en el Amazonas no había sido escrito por el Papa emérito, sino únicamente por el cardenal guineano, quien al comienzo negó la mayor, llegando incluso a desvelar cartas privadas con el pontífice alemán.

Finalmente, tras la intervención del secretario personal de Ratzinger, George Gäenswein (para algunos, el principal urdidor de la burda trama anti-Bergoglio), el purpurado tuvo que recular y aceptar que él era el único autor de la obra. Todo ello ante el silencio oficial del Vaticano, que se limitó a recordar que el celibato “no es un dogma” y que Francisco es un defensor de los curas castos.

Al final, el supuesto libro coescrito por Sarah y Benedicto XVI ha derivado en una inusitada pugna de poder entre facciones ultraconservadoras, que han acabado por pelearse entre ellos. El único beneficiado por esta polémica, curiosamente, es el propio Francisco.

El Papa no ha intervenido en la polémica y, según fuentes oficiales, ya tiene escrito el texto de la exhortación postsinodal donde avalará la petición de sacerdotes casados para la Amazonía. Esto en la práctica imposibilitaría cualquier presión de los ultras.

Este miércoles sale a la venta en Francia Desde lo más profundo de nuestros corazones, editado por Fayard e Ignatius Press, dos editoriales financiadas por los sectores más rigoristas de Francia, Estados Unidos e Italia. Y lo hará firmado por el cardenal Sarah (considerado, junto a Müller, uno de los líderes de la oposición a Bergoglio) y el pontífice emérito.... solo en esta primera edición. En las siguientes –y en las posibles ediciones en otros países– el único autor será Robert Sarah.

El secretario particular de Ratzinger exigió este mediodía que se retirara la autoría del Papa emérito, asegurando que éste “nunca aprobó ningún proyecto de un libro con doble firma” con el cardenal Sarah, como el purpurado había reiterado de nuevo este martes en un comunicado oficial.

Ratzinger no es el autor

Gaenswein, en una declaración oficial, subrayaba que “el Papa emérito sabía que el cardenal estaba preparando un libro y le había enviado su texto sobre el sacerdocio autorizándole a hacer el uso que quisiera”, pero que “no había aprobado ningún libro con doble firma ni había visto la portada”.

La respuesta del secretario personal de Ratzinger vino al comunicado oficial de Sarah, quien mostró en público varias cartas que, en su opinión, demostraban que Joseph Ratzinger no solo autorizó la publicación de un libro conjunto, sino que él mismo obtuvo, en persona, el aval del Papa emérito para publicar un libro firmado por ambos.

Es más: en un comunicado, el prefecto de Culto Divino –que en mayo cumple su mandato y que, seguramente, será sustituido por otro que designe Bergoglio– asegura que el 19 de noviembre envió a Ratzinger las tapas del libro, la introducción común, y todos los textos que formarían parte del libro, y que éste le mostró su “gran satisfacción por los textos redactados en común”. Algo difícil de creer: en apenas seis días, un anciano de casi 93 años (los cumplirá en febrero), o alguien que se hizo pasar por él, dio su visto bueno al volumen, incluyendo la cubierta y la contracubierta.

Tras el comunicado de Gäenswein, el cardenal Sarah dio marcha atrás y publicó un tweet en el que, “considerando las controversias que provocaron la publicación del libro Desde lo más profundo de nuestros corazones, se decide que el autor del libro será para futuras publicaciones será el cardenal Sarah, con la contribución de Benedicto XVI. Sin embargo, el texto completo permanece sin cambios”.

En realidad, la autoría de Ratzinger desaparece de la portada, la introducción y las conclusiones, donde se incluían los párrafos más polémicos en contra de la decisión del Sínodo de la Amazonía –que será avalada por el Papa Francisco– de ordenar curas casados.

Dos Papas, dos Iglesias

En el trasfondo de la polémica, la utilización constante que los sectores ultraconservadores llevan haciendo de la figura del papa emérito desde su renuncia. Hace meses, Ratzinger tuvo que desactivar a quienes aseguraban que debía dar un paso al frente para frenar las políticas de Francisco (apertura a las mujeres, los gays y a una Iglesia en diálogo con el mundo, frente a la férrea doctrina y la obsesión por la moral sexual de antaño) que muchos consideran heréticas.

Sin embargo, ya hace meses el pontífice emérito daba carnaza a los detractores de Bergoglio al asegurar que el germen de la pederastia clerical se hallaba en la “moral laxa” surgida del Concilio Vaticano II, y recibiendo las visitas de los líderes de la oposición a Francisco: los cardenales Müller (que esta misma tarde quiso bajar el tono con una declaración en la que aseguraba que el único Papa legítimo es Francisco) y –especialmente– Sarah.

Un Sarah que, como se ha comprobado, abusó de su cercanía al pontífice alemán para utilizar sus reflexiones sobre el celibato como una enmienda a la totalidad del Sínodo de la Amazonía. Ahora ya sabemos que lo hizo sin su conocimiento, o al menos, sin su permiso. En todo caso, Ratzinger no quiso, o no supo, apartarse de aquellos que querían erigirle en el capitán de la oposición al Papa actual.

Un estatuto para los papas eméritos

Sea como fuere, el penúltimo capítulo de la escalada de ataques contra las reformas de Bergoglio ha resultado un rotundo fracaso. El intento por presionar a Francisco para que frenara el documento postsinodal no ha surtido efecto y, de paso, coloca a los tres protagonistas en una situación francamente difícil: al cardenal Sarah, como un mentiroso, un traidor (o ambos); al secretario personal de Benedicto XVI (que también ejerce como jefe de la Casa Pontificia, por lo que tiene contacto diario con ambos pontífices); Georg Gäenswein, como la persona que quiso vincular a Ratzinger con los sectores ultraconservadores, antes de verse obligado a dar marcha atrás; y al papa emérito, que tras este deshonroso episodio se cuidará mucho de volver a hacer declaraciones públicas que puedan ser interpretadas como oposición al pontífice reinante.

De hecho, la polémica podría terminar con un estatuto del Papa emérito, que regule sus funciones y responsabilidades, desde la utilización de su nombre a su capacidad de movimiento y participación. Sobre esto surgen muchas dudas, que habrán de ser aclaradas: ¿Sigue siendo Papa quien renuncia?, ¿debería continuar siendo llamado Benedicto XVI?, ¿puede vestir de blanco?

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