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COVID-19

La vacunación de los mayores de 80 años está a medias mientras los contagios vuelven a repuntar

La vacunación de los mayores de 80 años, uno de los grupos a los que el coronavirus ataca con más fuerza, está avanzando a ritmo desigual y más lentamente de lo esperado. Al mismo tiempo, y con esa inmunización a medias todavía, la tendencia de los contagios ha cambiado y encadena jornadas de incremento. En varias comunidades autónomas ni siquiera la mitad de esta población ha recibido todavía al menos una dosis de la vacuna de Pfizer o Moderna, que son las dos que se utilizan para estos este colectivo, lo que se une a la amenaza de una cuarta ola a las puertas de la Semana Santa. Aun así, los datos apuntan a que se empiezan a percibir, aunque tímidamente, los efectos de la inmunización, prácticamente finalizada en las residencias: los mayores de 80 años son el grupo de edad en el que más han caído los contagios y muertes desde el pico de la tercera ola en comparación con el resto de edades.

De acuerdo con las cifras analizadas por elDiario.es, los fallecimientos registrados ahora entre los octogenarios representan un 12% de los que hubo en el pico de enero, que fue más o menos el día 20, y los casos, un 9,1%. Hasta que empezara hace unos días la escalada leve de incidencia, caía para toda la población, pero con diferencias. El de mayores de 80, los primeros en recibir la vacuna, lo ha hecho con más fuerza y es la única horquilla que está por debajo de la media: fueron 334 muertes de media semanal en el pico, mientras que la última semana se redujeron hasta las 39. Si sumamos toda la población, fueron 495 en el momento álgido de la tercera ola, que se han reducido hasta las 78, es decir, el 16% de las anotadas entonces, cuatro puntos por encima que las de octogenarios.

Son “pistas”, coinciden los expertos, de los efectos de la vacunación, “que ya se está notando fundamentalmente en las residencias de mayores”, esgrime José Antonio Forcada, secretario general de la Asociación Española de Vacunología (AEV) y asesor en la estrategia nacional. Las evidencias indican que buena parte de la reducción, de hecho, puede deberse a esta población, que prácticamente ha sido vacunada ya en su totalidad: son 380.000 personas viviendo en geriátricos, muchos de ellos octogenarios. Y ahí “la transmisión del virus es mucho más sencilla y hay más riesgo porque los usuarios conviven”, apunta el experto. Además, su inmunización arrancó a finales de diciembre, con lo que ha habido tiempo para que sea completa (con las dos dosis que requieren Pfizer y Moderna).

Con todo, hay otra parte de la bajada más allá de las residencias “que puede deberse también al avance general de la vacunación en los mayores”, dice Forcada: en España hay 2,8 millones de personas por encima de los 80 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), de los que además de los casi 400.000 residentes, hay una proporción ya inmunizada. No todas las comunidades empezaron al mismo tiempo, pero la inmensa mayoría ya inició el plan con este grupo prioritario hace un mes. Forcada apunta a los plazos que se manejan con las vacunas: dos semanas después de la primera dosis puede haber un grado ya de protección o inmunidad parcial, mientras que la total será entre una y dos semanas después de la segunda –para el 95% de quien la reciba–.

Así avanza la vacunación de mayores de 80

El grupo de biología computacional y sistemas complejos (BIOCOM-SC) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), que analiza los datos de la COVID-19, ha detectado también este descenso: “Si del 1 de septiembre al 30 de enero la mortalidad por COVID en esta franja era entre 10 y 12 veces superior al promedio general, ahora ya es entre 8 y 9 veces mayor”, explica Clara Prats, una de las investigadoras. “La combinación entre la vacunación en residencias y lo que llevamos de ese grupo de edad ha dado estos resultados. Es una bajada leve, hay que tenerlo en cuenta, pero la cuestión es que hay indicativos a nivel poblacional que están reaccionando” a la inmunización.

Precisamente por eso los expertos llaman a acelerarla lo máximo posible, lo que según Fernando García, portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública, deberá ser “una prioridad extrema” para la que deben destinarse “todos los recursos disponibles”. La campaña es heterogénea en función de cada comunidad, pero prácticamente ninguna de ellas tiene visos de llegar a finales de marzo, que fue el objetivo marcado inicialmente, con este grupo de edad completamente inmunizado. Fernando Simón alargó el plazo hasta “principios de abril” y pidió “cierto margen de flexibilidad” teniendo en cuenta los percances con el suministro a los que han estado sometidos los sueros. El más sonado fue el parón de AstraZeneca, pero no está siendo utilizada para los octogenarios debido a que en España el límite de edad está en los 65 años.

De acuerdo con los datos recopilados por este medio ofrecidos por las consejerías de Sanidad, seis comunidades –Castilla y León, Andalucía, Murcia, La Rioja, Euskadi y Madrid– superan el 60% de octogenarios inoculados con una dosis, mientras que Catalunya, Canarias y Baleares están a la cola con menos del 40%. Con dos pinchazos, la proporción se reduce considerablemente: Baleares está en el 1,7% y Castilla-La Mancha no llega al 10% mientras que Andalucía y Cantabria han inyectado dos dosis a cuatro de cada diez ciudadanos de esta edad, que la Estrategia de Vacunación definió como grupo prioritario.

Y esto ocurre en un momento en el que, tras tocar suelo después del pico de la tercera ola, la pandemia vuelve a avanzar en España. No lo está haciendo a un ritmo exponencial, que sería lo más peligroso, pero los contagios están repuntando y una de cada cuatro grandes ciudades registra ya un incremento de casos. Un cambio de tendencia que preocupa a Sanidad, según ha deslizado la ministra Carolina Darias. “Es preocupante porque todavía hay una bolsa de población altamente vulnerable y aunque la incidencia esté bajando por la vacunación en este colectivo al mismo tiempo es un grupo en el que sigue habiendo mucha parte susceptible de coger la enfermedad y de tener un desenlace peor”, esgrime Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología.

Lo que sí esperan los expertos es que, aunque sea relativo, sí haya un efecto sobre todo en la mortalidad aunque acabe imponiéndose una cuarta ola. Precisamente porque parte de los que tienen más posibilidades de fallecer estarán vacunados. Con todo, “va a haber muchísimas aún y por eso tenemos que acelerar la vacunación tanto como sea posible”, incide Prats. ¿Y por qué no se hace? Desde la Asociación Española de Vacunología, Forcada describe dos circunstancias: por un lado, “no están llegando todas las vacunas que deseamos” y, por otro, “el ritmo está siendo muy lento”, dice apuntando directamente a la gestión en las comunidades. Respecto a la estrategia que algunas de ellas han desplegado de reservar dosis y no usarlas pensando en garantizar la segunda, Forcada piensa que “es un error” porque “sería importante poner esas primeras y así tendríamos protegida a más población aunque fuera en parte, no totalmente, pero sí en un porcentaje”.

España ha utilizado a día de hoy un 93% de las dosis de Pfizer disponibles, y un 62% de las de Moderna. Pero se espera que de la primera haya un aumento de remesas en abril y que entonces comiencen también a llegar las dosis de Janssen, filial de Johnson&Johnson, que además cuenta con la ventaja de que es de una sola dosis. Y que eso impulse la vacunación, en especial la de los mayores que se hayan quedado por el camino. Mientras, la vacuna de AstraZeneca está circunscrita a personas que no sobrepasen los 65 años, aunque hay voces que piden que se amplíe a toda la población después de que esta semana la compañía publicara los resultados de un estudio propio en mayores de esa edad, justo el grupo que obvió durante los primeros ensayos clínicos. 

Sanidad pide prudencia sobre el efecto de la vacunación

“No tenemos certezas absolutas de que haya sido el único factor, pero sí son evidencias de que la vacuna está funcionando”, cree también Gullón sobre la reducción de los indicadores en los mayores de 80. Aun así, destaca otro factor a tener cuenta al hablar de la reducción de la mortalidad: que la bolsa de personas susceptible de fallecer en este rango etario es “un poco más pequeña” –los mayores de 80 acumulan el 15% de todas las muertes por COVID desde el 10 de mayo, según datos del Instituto de Salud Carlos III–. Por eso el número de infecciones, opina el epidemiólogo, “quizá sea un poco mejor indicador” a la hora de ver “cómo la vacuna ejerce un efecto diferencial en este grupo de edad”.

Por ahora solo está confirmado que las vacunas previenen la enfermedad grave, y no la transmisión. Aunque cada vez más estudios apuntan a que también anulan el contagio, y en países con la campaña más avanzada, como Israel, sí se nota ya en el número de casos general. Desde el Ministerio de Sanidad coinciden en que existen indicios del efecto en mayores de 80 años, pero aun así llaman “a ser prudentes y esperar a tener un análisis pormenorizado”. A lo mismo apunta Fernando García, portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública, que es cauto con las conclusiones y piensa que “quizás sea pronto para ver los efectos de la vacunación mientras en personas no institucionalizadas no sea masiva” porque “aún faltan muchos mayores de 80 por inmunizar”.