La ciencia desmiente a Hollywood: el megalodón tenía un cuerpo más eficiente que veloz

Durante décadas, el imaginario popular ha representado al megalodón como un gigantesco tiburón blanco, un coloso marino con una potencia arrolladora. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Palaeontologia Electronica desafía esta percepción y propone una imagen completamente diferente: en lugar de un depredador robusto y veloz, el megalodón tenía un cuerpo más alargado y aerodinámico, similar al de un tiburón limón o incluso a una gran ballena.
La clave está en la columna vertebral y la cabeza
La investigación, liderada por un equipo internacional de investigadores, incluidos científicos de la Universidad de California en Riverside (UCR), utilizó un enfoque innovador para estimar la longitud y la forma corporal del megalodón. Hasta ahora, las reconstrucciones de este animal se basaban principalmente en el tamaño de sus dientes. No obstante, los expertos decidieron examinar la columna vertebral fósil del tiburón prehistórico y compararla con más de cien especies de tiburones modernos y extintos, lo que les permitió obtener proporciones más precisas de la cabeza, el tronco y la cola.
Los resultados de la investigación indican que el megalodón pudo haber alcanzado unos 24 metros de largo, lo que equivale a dos autobuses escolares en fila. Su peso, estimado en 94 toneladas, lo posiciona en una categoría comparable a la de una ballena azul. Pero a diferencia de lo que se creía, su cuerpo no estaba diseñado para alcanzar grandes velocidades de manera sostenida, sino para moverse con mayor eficiencia energética en el agua.
Muy similar a un tiburón limón
“Este estudio proporciona el análisis más sólido hasta el momento del tamaño y la forma del cuerpo del megalodón”, explicó Phillip Sternes, biólogo especializado en tiburones y doctorado en la UCR. “En lugar de parecerse a un gran tiburón blanco de gran tamaño, en realidad se parecía más a un enorme tiburón limón, con un cuerpo más delgado y alargado. Esa forma tiene mucho más sentido para moverse de manera eficiente a través del agua”.
Los grandes tiburones blancos poseen un cuerpo grueso y musculoso, diseñado para alcanzar altas velocidades con una forma de torpedo. En cambio, los tiburones limón presentan un cuerpo más cilíndrico y esbelto, con una estructura más uniforme y menos cónica, lo que les permite desplazarse con menor resistencia. Si el megalodón tenía esta constitución, como sugiere el estudio, su imagen real habría sido mucho más estilizada que la popularizada en los medios de entretenimiento.

De hecho, identificar al tiburón limón como el mejor análogo viviente de las proporciones del megalodón fue uno de los aspectos más innovadores de la investigación. Cuando los investigadores escalaron las medidas del tiburón limón hasta la longitud del megalodón, la correspondencia fue casi exacta. Esto ofrece un nuevo marco de referencia para estudiar cómo el tamaño influye en la locomoción de los animales marinos y por qué ciertos organismos pueden evolucionar hasta alcanzar tamaños colosales.
“El gigantismo no consiste sólo en hacerse más grande, sino en desarrollar el cuerpo adecuado para sobrevivir a esa escala”, concluyó Sternes. “Y el megalodón puede haber sido uno de los ejemplos más extremos de eso”. Este estudio no solo redefine nuestra percepción de uno de los depredadores más icónicos del pasado, sino que también aporta valiosos conocimientos sobre la evolución de los superdepredadores marinos a lo largo de la historia.

Antecedentes
Esta nueva investigación no es la primera en cuestionar las estimaciones tradicionales sobre el tamaño y la forma del megalodón. Estudios previos habían intentado calcular su longitud basándose en el tamaño de sus dientes fósiles, una metodología que en su momento estableció rangos de entre 15 y 20 metros. Sin embargo, estas estimaciones tenían limitaciones, ya que no consideraban la estructura completa del cuerpo del animal. Otros análisis habían sugerido que el megalodón tenía mandíbulas más robustas y aletas proporcionalmente más grandes en comparación con los tiburones blancos modernos, lo que podría haber influido en su movilidad y patrones de caza.
“Cuando nadas, lo haces con la cabeza porque es más eficiente que nadar con el estómago”, explicó Tim Higham, biólogo de la UCR y coautor del estudio. “De manera similar, la evolución tiende a la eficiencia la mayor parte del tiempo”. Esta premisa se confirma al analizar las proporciones de otros grandes animales acuáticos, como ballenas o reptiles marinos extintos, que siguen patrones similares para minimizar la resistencia al agua.

Su velocidad de nado, sus estrategias de caza y el crecimiento de la especie
Uno de los debates más intensos sobre el megalodón ha sido su velocidad de nado y sus estrategias de caza. Los nuevos hallazgos sugieren que, aunque no era un depredador de alta velocidad, podía mantener velocidades moderadas y realizar embestidas repentinas cuando atacaba a una presa. Dada su inmensa envergadura y su gasto energético, no habría sido eficiente para él mantener una persecución a alta velocidad durante largos períodos.
El estudio también arroja luz sobre el crecimiento de esta especie. Según los cálculos, un megalodón recién nacido ya medía cerca de cuatro metros de largo, es decir, aproximadamente el tamaño de un tiburón blanco adulto. “Es totalmente posible que las crías de megalodón ya estuvieran cazando mamíferos marinos poco después de nacer”, afirmó Sternes.
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